33: Coraza

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Decir que estaba nerviosa era poco.

Tsunade era la única que me acompañaba. Estaba tomada de su brazo, sintiéndome pequeña frente a la prisión.

Ibiki nos recibió con su característico rostro serio y nos guio a la celda de Sasuke. A pesar de que era Tsunade de quién se trataba, ambas pasamos por estrictos chequeos de seguridad. Fuimos a las prisiones subterráneas y avanzamos por lo que sentía que era un laberinto.

Estaba emocionada, nerviosa, ansiosa. Sudaba y temblaba de pies a cabeza, tenía deseos de ver a Sasuke y escuchar qué tenía para decirme, pero al mismo tiempo tenía miedo. Había estado tanto tiempo deseando saber qué había pasado conmigo y ese día finalmente lo sabría.

El corazón me latía con fuerza, casi provocándome dolor en el pecho. Tsunade ya me había advertido que si la visita me afectaba demasiado, la cancelaría y me tardaría un montón de tiempo en volver, puesto que mi salud seguía delicada, pero cuando por fin estuvimos frente a la celda de Sasuke, no pude controlar el latido de mi corazón y sentí una puntada en el pecho. Fingí estar bien aunque las piernas me temblaran de una forma ridícula y seguramente notoria.

—Tienes visitas, Uchiha Sasuke —anunció Ibiki.

Lo vi levantar su cabeza. Estaba sentado en su colchón. Tenía puesto un chaleco de fuerza y los ojos tapados con una especie de antifaz para dormir. En la parte delantera del antifaz se podía leer "sello".

—Sasuke... —lo llamé, apenas.

Volteó su cabeza en mi dirección. Tenía el cabello más largo de lo que recordaba y estaba tan delgado como la última vez.

—Hanako... —respondió, con el mismo tono de voz que el mío.

Quise atravesar la reja y abrazarlo, pero sabía que eso no era posible. A Sasuke ni siquiera se le tenían permitidas las visitas y el que yo pudiese verlo era gracias a una excepción que habían hecho gracias a mi caso. Tsunade ya me lo había dejado bien claro antes de ir.

—Tienen 25 minutos —avisó Ibiki.

—Dime, Hanako... —habló Sasuke, relamiéndose los labios— ¿cuál es tu último recuerdo?

Había ido directo al grano.

Teníamos poco tiempo y debíamos aprovecharlo, lo sabía; había una razón concreta por la cual me habían permitido estar ahí.

—Cuando discutimos en la guarida de Akatsuki —respondí—. Me dijiste que mis sentimientos hacia ti eran problema mío y me enfadé mucho... y ya... de ahí en adelante no puedo recordar nada más.

En los labios de Sasuke se formó una pequeña sonrisa.

—Qué pena que no recuerdes cuando me amenazaste con suicidarte si es que yo elegía mi venganza. —Escuché sus palabras con sorpresa— Después de eso nos agarramos a puñetazos —soltó como si nada. 

—¿Qué...?

—Podría mostrártelo con mis ojos.

—Ni lo pienses, Uchiha Sasuke —se entrometió Ibiki—. Solamente hablarás por hoy y por un buen tiempo más. Estás pagando por tus actos terroristas, que no se te olvide.

—¿Un buen tiempo más? —repetí— ¿Por cuánto tiempo, exactamente?

—Todavía no se realiza su juicio. Aún estamos reuniendo todas las pruebas en su contra.

—¿En su contra...? —De seguro parecía una idiota repitiendo lo que Ibiki me decía, pero me costaba procesar la información.

Sabía de sobra que Sasuke no era ningún inocente, pero según recordaba, sus únicos crímenes habían sido el atentado contra en la Junta de los Cinco Kages y el asesinato de Danzo... del cual, de alguna manera, yo también había sido cómplice.

El último FénixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora