01: Reencuentro

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En multimedia, Uchiha Hanako. En enlace externo encontrarán quién es la artista detrás del dibujo.


Agradecía la existencia de la máscara ANBU. No solamente funcionaba para tapar mi identidad y rostro del enemigo, sino que también para ocultar mis emociones.  Aunque con el entrenamiento de Raíz y la especial preocupación que Danzo-sama ponía sobre mí, ya casi había eliminado mis sentimientos a cabalidad.

O eso era lo que pensaba antes de que Naruto regresara a la aldea con Jiraiya. Aparentemente, ya habían terminado con su entrenamiento.

No sabía cómo sentirme al respecto. A pesar de que durante los dos últimos años (casi 3, de hecho) no había tenido descanso entre tanto estudio, entrenamiento y misiones, siempre había una parte de mí pensando en todo lo que había vivido antes de mi reclutamiento en Raíz. Entonces me dividía en dos, una parte de mí quería que Naruto regresara a la aldea y poder verlo de nuevo, pero mi otra parte no quería volver a verlo porque él era el único que podía evocar sentimientos bonitos en mí.

O algo así.

Naruto se había ido haciendo promesas muy importantes, y sabía que su voluntad era fuerte.

Después de tanto tiempo sin sentir casi nada, se me hacía extremadamente extraño el que mi corazón latiera de esa manera, tan rápido y fuerte.

Y eso que ni siquiera tenía a Naruto enfrente de mí. Simplemente lo estaba espiando mientras él estaba en el balcón de su casa, atragantándose con ramen instantáneo.

—No cambias, eh —susurré para mí misma.

Sentía tortuosas las ganas de aparecerme frente a él, abrazarlo, decirle lo mucho que lo había extrañado y preguntarle qué tal su entrenamiento con uno de los legendarios sannin.

Me detenía la imagen de Danzo-sama y el recordar su entrenamiento y sus palabras.

Si aparecía frente a Naruto, tal y como yo quería, de seguro mi corazón latiría más fuerte de lo que ya lo hacía. 

"—Las emociones son inútiles, hasta contraproducentes. No lo olvides, Phoenix."

Phoenix. Así me llamaban Danzo-sama. Aquellos fuera de la aldea me llamaban El Fénix Negro de Konoha.

Hace tanto tiempo que nadie me llamaba Uchiha Hanako. El pensar en Naruto gritándome "¡Hanako-chan!" y sonriéndome como él usualmente hacía, me ponía nerviosa y ansiosa.

El nombre Hanako lo sentía muy distante.

Como si no fuera mío, como si así no me hubiera puesto mi madre justo antes de morir, como si mis pocos y tan preciados recuerdos con mi hermano mayor no fueran él llamándome cariñosamente por ese nombre.

¿Acaso la niña que jugaba despreocupadamente con su hermano es tan diferente a la adolescente que soy ahora?


—¡¿Por qué?! ¡¿Por qué Shisui tuvo que suicidarse para que los demás pudiesen vivir en paz?! ¡¿Por qué sacrificaste al clan para que la aldea siguiese viviendo como si nada?! ¡Y si los Uchiha estamos tan malditos como dices... ¡¿por qué no me matas a mí también?!!

Me desperté agitada y sintiendo que todo giraba a mi alrededor. Estaba sudando muchísimo, tanto que las sábanas se me pegaban húmedas a la piel.

Me destapé rápidamente y traté de regularizar mi respiración. La voz de mi yo pequeña de 7 años todavía zumbaba en mis oídos y la imagen de Itachi mirándome con tristeza infinita había quedado grabada en mis ojos.

El último FénixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora