02: Sensei

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—¿Podrás dormir hoy?

Miré a Kakashi: estaba terminando de tomar su té para luego ir a descansar, como todos los demás. Mañana a primera hora iríamos en busca de Gaara.

—Sí —respondí aparentando tranquilidad.

—Comprendo lo que es el estrés post traumático —me dijo, luego de suspirar—, así que sé que tampoco dormirás bien hoy.

—Entonces no preguntes si ya lo sabes —Me tomé de un sorbo lo que me quedaba de té y me fui a acostar a la habitación que se supone compartiría con Sakura.

Sabía que Kakashi solamente estaba tratando de ser amable y comprensivo conmigo, pero no podía permitirlo porque sabía que eso acarrearía recuerdos de mi pasado y con esos recuerdos, volverían los sentimientos de admiración y cariño que sentía por mi antiguo maestro.

Todos los entrenamientos y experimentos habían sido exitosos en mí exceptuando uno: el de eliminar mis emociones. Y recién en ese momento me daba cuenta de mi grave fracaso. Creía que ya lo tenía bajo control, que al menos podía fingir indiferencia, pero el estar con Naruto, Kakashi y Sakura me hacían entender que en realidad no podía controlar el latido de mi corazón.

Me cepillé los dientes y me acosté, sintiéndome culpable.

No pude apagar la luz porque estar sola en la oscuridad hacía que mis pesadillas fueran peores.

A los pocos minutos después llegó Sakura. Me hice la dormida. Ella apagó la luz, se acostó y yo me dormí escuchando su calmada respiración.

Y en ese momento, me sentí increíblemente débil.

Desperté por una pesadilla cuando faltaban pocos minutos para que dieran las 4am. Tampoco volví a dormir.


Cuando estábamos a nada de salir de Sunagakure para buscar a Gaara junto a Temari y su equipo, otros ninjas de la arena nos detuvieron. Había ocurrido un cambio de planes. En lugar de Temari iría una de las ancianas que había estado presente ayer cuando ocurrió lo de Kankuro. Su nombre era Chiyo, lo cual le quedaba muy bien porque su voz me parecía desagradablemente chillona y para colmo no se quedaba callada. Acostumbrada a realizar mis misiones en absoluto silencio, comencé a contar del 1 al 100 cuando Chiyo y Sakura se pusieron a conversar.

Tuve una sensación de que algo iba mal. Me concentré en mi alrededor, entrecerrando un poco los ojos y dejando de contar. Miré a Kakashi, él me devolvió el gesto. Nos detuvimos al mismo tiempo.

Uchiha Itachi había aparecido frente a nosotros. Me puse bastante nerviosa. Hace tiempo que no lo veía.

Estaba igual a como lo recordaba. Entre el nerviosismo, sentí un poco de nostalgia.

—Itachi, huh —lo reconoció la anciana Chiyo con desdén—. Así que este es el niño que masacró a todo su clan.

—Ha pasado mucho tiempo, Kakashi-san, Naruto-kun... Hanako —nombró Itachi, con su careta de tranquilidad de siempre.

—¡Tú, bastardo! —gruñó Naruto— ¡No solo yo, ¿ahora también Gaara?! ¡Te voy a aplastar!

Itachi apenas movió su brazo derecho y fue suficiente para que Kakashi nos alertara a todos.

—¡No lo miren a los ojos! ¡Es peligroso! Juzguen sus movimientos solo viendo su cuerpo, céntrense en los pies. La fuerza del genjutsu de Itachi reside en sus ojos. Estarán bien si evaden el contacto visual.

—Es mucho más fácil decirlo que hacerlo —gruñó Sakura.

—Hace tanto tiempo que no peleo con algún usuario del sharingan —suspiró Chiyo—. Aunque bueno, no tienen nada de especial. Hay muchas formas de pelear contra el sharingan. Primero: si es uno contra uno, debes huir. Si es dos contra uno, uno de los dos puede ser atrapado por el genjutsu y el otro puede atacar por detrás.

El último FénixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora