34: Las cosas en su lugar

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—¡Hanako, bájate de ahí!

Me metí otra cereza a la boca, mirando a Tsunade desde la punta del árbol. Sus pequeñas cejas estaban fruncidas, mostrando su conocido rostro enfadado.

—Prométeme que no me vas a pegar cuando me baje —grité.

Kakashi-sensei, que estaba junto a Tsunade, puso los ojos en blanco.

—Baja pronto para que nos podamos ir a casa —dijo, con tono de voz cansado.

El cuesco de la cereza se me atoró en la garganta y comencé a toser como loca. Terminé perdiendo el equilibro y caí de alto abajo. Ni Kakashi-sensei ni Tsunade se preocuparon por agarrarme y terminé cayendo al suelo. La tierra se trizó bajo mi cuerpo y me quejé al mismo tiempo que el cuesco salía disparado desde mi garganta hacia el exterior.

—Ahí está la prueba de que hace rato debimos haberte dado el alta —suspiró Tsunade, agarrando el cuesco de cereza en el aire—. Vamos —ordenó, lanzando el cuesco a mi frente y procedió a caminar dentro del hospital sin preocuparse mucho por mi estado de salud.

Me sobé la frente, gruñendo por lo bajo.

Las demás personas que estaban en el patio del hospital (trabajadores, pacientes y visitantes) se me quedaron viendo mientras me levantaba y me sacudía el polvo de la ropa.

Era cómico pensar que hace solo unos meses atrás ni siquiera podía comer por mi cuenta. Mi cuerpo había recepcionado de maravilla las células del Primer Hokage, eso junto al entrenamiento de resistencia y fortalecimiento del cuerpo que Tsunade había preparado para mí, me habían dejado en perfectas condiciones. Los únicos peros, era que mi herida en el pecho seguía sin sanarse, debía seguir usando anteojos y que definitivamente no había sido capaz de recuperar mis recuerdos referentes a la guerra. De todas formas, no gastaba mucho tiempo pensando en eso, pues tenía otras cosas qué hacer.

Me la pasaba recopilando información de Sasuke que habían logrado reunir otras naciones en cuanto a su actos criminales, que de hecho, no eran muchos. El más grave de todos era el intento de secuestro del hermano menor del Raikage (ignorando que había asesinado a Danzo cuando éste era un Kage, pues Danzo había terminado siendo catalogado como un traidor por actuar sin permiso de la Hokage y varias otras cosillas más).

—¡No hay problema, yeah! —había rapeado Killer Bee cuando pedí una reunión con él y solicitado que retiraran los cargos contra Sasuke, aprovechando que había viajado a Konoha para visitar a Naruto.

—¡Claro que hay problema! —rugió el Raikage, que había viajado con él— ¡Ese desgraciado colaboró con Akatsuki, no lo perdonaremos nunca!

—¡Pero Sasuke nos ayudó en la guerra, con mucha fiereza! ¡Ahora es un camarada, no hay rencores, eso no es de hombres! —volvió a rapear.

Durante un par de minutos me quedé pacientemente escuchando a los hermanos discutir, hasta que ya no lo aguanté más y me dirigí directamente hacia el Raikage, que era quién no quería dar su brazo a torcer.

—Tomando en cuenta las acciones de Sasuke en la guerra ninja, ¿usted podría considerar el bajar los cargos contra Sasuke...? —pregunté con timidez.

—¡¿Bajar los cargos?! —vociferó— ¡Por supuesto que no!

Con esa rotunda negativa, el Raikage dio por finalizada la reunión. Afortunadamente yo tenía de mi lado a la persona más convincente del planeta y Naruto llegó a un acuerdo con ellos. No bajarían los cargos, pero pedirían un castigo menos severo para Sasuke.

Naruto también lo estaba haciendo bastante bien, a pesar de que la mayoría del tiempo lucía como si tuviera el cerebro fundido gracias a que estaba constantemente estudiando para dejar de ser un genin. En las juntas que hacíamos con los chicos de nuestra generación, Naruto era motivo de burlas por seguir siendo un genin.

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