23: La fuerza de la verdad

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—¿Saben? Soy una persona muy tímida —dijo Kabuto, tirando la capucha de su capa por sobre su cabeza, cubriendo sus ojos—, no me gusta que me miren.

Era lógico que tapara sus ojos ante tres pares de sharingan viendo directo hacia él.

Aparecieron un montón de serpientes por debajo de la capa de Kabuto. Los reptiles comenzaron a sisear y moverse de una forma extraña.

—Cuidado con las serpientes —nos dijo Itachi—, parece que pueden percibir nuestra existencia.

—Las serpientes pueden percibir cosas a través de la temperatura y también pueden hacerlo con su sentido del olfato pasando el olor por la boca —dijo Sasuke.

—Has aprendido mucho, Dr. Serpiente.

Jadeé con sorpresa. ¿Itachi poniendo un apodo? ¿Itachi poniéndole un apodo a Sasuke...?

¡Concéntrate!, me grité a mi misma, al darme cuenta de que me estaba yendo por las ramas.

Pero... me hacía feliz saber que Itachi y Sasuke estaban teniendo interacciones normales entre hermanos (incluso en el contexto de pelea en el que estábamos).

—No me derrotarás aun siendo un Dr. Serpiente —dijo Kabuto. Las serpientes a su alrededor aumentaron de tamaño— Este es mi terreno, la naturaleza está de mi lado.

—¿Trampas?

—No necesito trampas para vencerlos —sonrió Kabuto a Itachi.

Las serpientes se lanzaron contra nosotros. Nuestros 3 Susanoo crecieron al mismo tiempo para detener el ataque. A pesar de estar ocupando nuestro poder ocular, las serpientes nos arrastraron hacia atrás.

¿En qué momento Kabuto se había hecho tan fuerte? Solamente lo recordaba como el perro faldero de Orochimaru.

Sasuke cortó por la mitad a las serpientes que se habían lanzado contra él, mientras que Itachi y yo las teníamos agarradas por la cabeza.

—¡No seas tan violento, Sasuke! —le gritó Itachi— ¡Recuerda que no debemos matarlo!

—Si ha adquirido el poder de Orochimaru, no morirá tan fácilmente.

Itachi asintió y nos miró.

El Susanoo de Itachi jaló las serpientes hacia él y lo imité. Gracias a que las serpientes y Kabuto parecían estar unidos, Kabuto también fue arrastrado por nuestra fuerza, Sasuke saltó hacia él y agarró la capa que lo mantenía escondido. La prenda de ropa salió volando pero no vimos rastro alguno de Kabuto.

Diversas serpientes se escurrieron a toda velocidad en distintas direcciones. Sasuke agarró su katana y la lanzó contra una de ellas. Alcanzó a cortarle la cola.

—¿Eres tímido o un cobarde? —preguntó Sasuke— Primero escondes tu rostro y ahora tu cuerpo. ¿O es que mudaste de piel para escapar? En ese caso eres efectivamente un cobarde.

Con Kabuto perdido dentro de la cueva, no podía bajar la guardia y deshacer mi Susanoo. Teniendo un mangekyo sharingan simple como el mío, debía ser cuidadosa con cuánto uso le daba. Sasuke tenía puestos los ojos de su hermano, e Itachi era un revivido, a diferencia de esos dos, yo no podía darme el lujo de abusar de mis poderes. 

Desde que había despertado el mangekyo sharingan en la Invasión a Konoha me había dado cuenta de lo peligroso que era ocuparlo demasiado. Exigía un montón energía física, además de dañar los ojos. Sabía que si lo usaba indiscriminadamente iba a terminar ciega, y no podía permitirme eso.

—Sasuke-kun... me estás subestimando —escuché la voz de Kabuto haciendo eco en la cueva—. Si bien es cierto que recibí una clasificación más baja que la tuya en el libro bingo y que no soy nada en comparación con Orochimaru-sama...

El último FénixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora