03: En mi interior

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Apenas eran las 4 de la mañana cuando Kakashi dio la orden de emprender rumbo. Fue difícil despertar a Naruto, pero en cuanto le nombramos a Gaara, se levantó en seguida.

El sol ya estaba alumbrando cuando Naruto dio un potente salto en una rama de árbol y se alejó de nosotros. Activé mi sharingan, sospechando de aquella fuente de la que Naruto había sacado tanta fuerza como para saltar así: el chakra del kyubi se estaba manifestando en él. Tuve que hacer un esfuerzo para alcanzarlo al mismo tiempo que lo llamaba.

—¡Naruto! ¡Mírame!

Naruto no opuso resistencia. En cuanto nuestros ojos se encontraron pude entrar en su subconsciente con facilidad.

Desde que me había enterado de que Naruto era el jinchuriki del kyubi que me había estado preguntando cómo era tener una bestia de chakra en el interior. Y en ese momento pude verlo. Había una reja gigante y detrás de ella, el zorro. Era gigante, de ojos furiosos y colmillos tan grandes como mi cuerpo mismo.

Esa bestia le había causado tanto dolor a Naruto.

El lugar estaba cubierto de agua y desde el kyubi emanaba una especie de espuma roja que salía por entre los barrotes de la reja. El ambiente se sentía pesado y apenas existía iluminación.

—¿Hanako-chan...? ¿Cómo entraste aquí? —me preguntó Naruto.

—Es uno de los poderes del sharingan —le respondí y giré hacia el kyubi—. Más que un zorro pareces una rata escabulléndote por entre las grietas. —La bestia gruñó. Estaba acostado y desde que había aparecido frente a él no se había movido. Parecía no tener el más mínimo interés en mí—. Deja de tratar de tener control sobre Naruto.

De haber tenido el mangekyo sharingan lo hubiera usado para poner a dormir a ese zorro y que su chakra dejase de manifestarse en Naruto, pero no lo tenía, así que salí del subconsciente de Naruto.

—No dejes que la rabia te gane, tonto —lo reprendí—. ¿Quieres salvar a Gaara, verdad? No permitas que el kyubi tome posesión de ti. Sabes lo que pasará si eso ocurre.

La expresión triste de Naruto duró un segundo, para luego cambiar a una de completa determinación.

—Así es.

—Además, mi misión es cuidarte, así que no te separes de mí, debemos ir al mismo ritmo.

—Hanako-chan —Naruto me miró con recelo—, ¿desde cuando eres tan mandona?

—Si caes en manos de Akatsuki, estarás muerto y Konoha tendrá otra cosa en su lista de amenazas. No subestimes lo que soy capaz de hacer con tal de cumplir con esta misión.

—Solo estaba bromeando contigo...

Te lo advertí. Cuando te fuiste, te dije que no sabía si yo seguiría siendo tu amiga cuando volvieras. La única razón por la que estoy contigo es porque la Quinta me obligó a tomar esta misión.

Apreté mis labios y no dije nada.

Ya no era lo mismo. Los tiempos felices y nada ajetreados del equipo 7 habían quedado atrás para mí. Ya no entendía a Sakura, me molestaban los consejos de Kakashi y ya no podía bromear con Naruto.

Seguimos nuestro camino en silencio.


—Llegan tarde, equipo 7 —se burló Gai en cuanto aparecimos.

Konoha había mandado refuerzos para la misión. Me alivié al ver que era ninjas tan competentes como Gai, Neji, Lee y Tenten. Pakkun estaba con ellos. 

El último FénixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora