29: El último Fénix

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Nos pusimos en guardia.

Repasé mentalmente la estrategia de Kakashi-sensei en mi cabeza, deseando con todas mis fuerzas que resultara, pero no podía dejar de sentir un mal presentimiento balanceándose en mi estómago con molestia.

Era Madara de quién se trataba. El rival del Primer Hokage, el Uchiha más fuerte, el hombre que se acababa de convertir en el jinchuriki del juubi.

Y nosotros... éramos el equipo 7.

Sasuke manifestó el Susanoo y Naruto entró en el modo kyubi gigante. Hice 8 clones de tierra que Madara miró con desdén. Cuatro de mis clones corrieron hacia Madara y luego Naruto y Sasuke les siguieron el paso.

Madara ni siquiera se tomó la molestia de usar las gudodama. Mis clones saltaron hacia él y los destruyó con los puños, se vio claramente que aquella acción no le costó nada. Sonrió en mi dirección.

—Si esto es lo mejor que puedes hacer, entonces te recomiendo que te retires de una vez de esta batalla, o quedarás en vergüenza.

—Bueno, estoy acostumbrada a ser una payasa así que no me importa mucho.

Sentí las partículas de tierra que quedaron en la ropa de Madara. Si hubiese ocupado las gudodama a distancia, eso no hubiese ocurrido. Pasó tal y como Kakashi-sensei lo había predicho: a simple vista, parecía que Madara no tenía debilidades, y eso era lo que le jugaba en contra. Precisamente porque él parecía un sujeto indestructible, es que los ataques con cosas simples como clones de elementos básicos no se los tomaba en serio.

Sasuke le lanzó una flecha de llamas negras y Naruto una bijuudama. Madara ocupó las gudodama como escudo y ocurrió el choque entre la ofensiva y la defensa. Al momento de ser golpeada con chakra del Sabio de los Seis Caminos, la gugodama perdía maleabilidad y rapidez.

Mis clones restantes, que se habían movido discretamente mientras Sasuke y Naruto atacaban, saltaron sobre Madara, que les dio una patada.

—¿Uh? —jadeó Madara al ver que mis clones no se desarmaban al sufrir golpes.

Me concentré en la tierra que había quedado en él desde mi primer ataque, sumado a mis clones, que comenzaron a treparse sobre él. Debía lograr con seijutsu lo mismo que podía hacer con ninjutsu.

Mis clones se aferraron a Madara y lo inmovilizaron y aferraron por completo al suelo.

Sakura corrió hacia él y yo fui detrás de ella. Dio un salto y le plantó un puñetazo en la cara y otro en las costillas. Se formó un cráter de gran tamaño al momento en que Madara se estrelló contra el suelo.

Salté por sobre Sakura y antes de caer encima de Madara invoqué la espada de Kusanagi. A pesar de tener sangre en su boca y que incluso por encima de la tela de su ropa se veía su estómago deformado por el golpe, logró moverse, esquivó el filo de la espada y se puso de pie.

—La niña tiene la fuerza de la Quinta Hokage, la Uchiha puede usar las mismas técnicas que Mito, Naruto es un jinchuriki perfecto además de tener parte del Poder del Sabio de los Seis caminos al igual que Sasuke, que además es un Uchiha con buenos ojos... —meditó Madara en voz alta, sin verse muy afectado por los golpes—. ¡Banshou Ten'in! —Como si de Pain se tratara, Madara nos atrajo hacia él como si fuese un punto de gravedad— ¡Pero...! —Sakura me jaló desde el cuello de mi traje y me puso detrás de ella— La que se supone debería sellarme, es la más débil del equipo.

Sakura no se quejó a pesar de que la mitad de la mano de Madara hubiese penetrado en su pecho. Sakura sostenía la muñeca de Madara y hacía fuerza hacia atrás, en un intento de deshacerse de su agarre.

El último FénixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora