Capitulo 46

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(Antes se ha subido el capitulo a medias, no era definitivo)

McGonagall los conduce hacia el interior del despacho. Cierra la puerta y se situa detrás de la mesa mientras evalua a cada uno de sus alumnos en silencio. Ninguno abre la boca, permanecen cabizbajos. La profesora asiente incrédula y pone las manos sobre el escritorio.

—¿No váis a decir nada?

Hermione alzó la vista y miró a Harry, luego a Ron y finalmente a Ginny. Harry entreabrió los labios con la intención de pronunciarse, sin embargo, no salió nada de ellos.

—Me asombra vuestro atrevimiento al espiar a un profesor y me decepciona la falta de atrevimiento a la hora de dar la cara por vuestras fechorías. ¿Queréis que despertemos al director, acaso?

—No. —dijo Harry —No llame a Dumbledore, por favor.

—¿Qué es ésto? —inquirió McGonagall sosteniendo la oreja extensible en alto.

—Es un aparato de escucha. —respondió Harry mirando al suelo —Pero no es lo que parece.

—¿Ah, no? A mi me ha parecido que estábais espiando al señor Snape. ¿Qué otra cosa podíais hacer escondidos con la oreja pegada a la pared?

—Vale, sí que estábamos escuchando al profesor Snape. —admitió el muchacho —Pero fue por una buena razón. Él y Malfoy se habían reunido y estaban hablando de...

Se hayan o no reunido eso no significa que usted, señor Potter, tenga el derecho de escuchar cosas que no le incumben. Además de invadir la privacidad de un adulto también han infringido una de las normas de Hogwarts: una vez todos los alumnos estén en sus camas, no pueden pulular por el castillo. Y es más de medianoche. Debería quitaros diez puntos a cada uno.

—No, por favor. —suplicó Ginny —Nos hemos esforzado mucho para ganar la copa durante todo éste curso.

—Profesora por favor escúcheme. Snape y Malfoy están compinchados, hemos oído algo de lo que han dicho. Hablaban de que ya se le había comunicado a Bellatrix Lestrange y que cuando los lobos volvieran todo empezaría; algo de una sustancia muy potente... Snape le entregó un frasco para hacer algo con él. ¿No se da cuenta? Todo lo extraño que ha sucedido durante éste curso es culpa de ellos dos. Son mortífagos, son espías de Vold...

—¡No te atrevas a pronunciar ese nombre! —gritó con los ojos muy abiertos e inspiró, desplazando la vista de uno a otro con enojo —Esas son unas acusaciones muy graves, Potter. No se puede incriminar a alguien de un asunto de tal gravedad.

—Profesora por favor. Palanean algo, y si, en caso de que suceda de verdad, los lobos están llegando, comenzará algo. Un ataque contra el Ministerio de Magia... Lo que sea. Debemos estar preparados. —repitió Harry tratando de que sonara convincente.

—Potter, llevas haciendo las mismas acusaciones durante todo el curso por el simple hecho de no llevarte bien ni con Malfoy ni con el señor Snape. No se puede juzgar un libro por la tapa, eres solamente un niño. Pronto vas a entenderlo. —dijo la mujer, ésta vez más amablemente.

—Me he enfrentado a Voldemort y he salido vivo de ello más veces de lo que ningún otro ha hecho. —replicó, molesto, mirándola a los ojos —Dejé de ser un niño a los once años, señora.

La profesora McGonagall le sostuvo la mirada un buen rato. No estaba segura de que las palabras de Harry fueran realmente ciertas, sin embargo, había mucha convicción en su voz.

—No quiero volver a veros a ninguno merodeando por el castillo. Mañana hablaréis con el señor Dumbledore después del desayuno. A la próxima llamada de atención, seréis sancionados. Os acompañaré a la torre y, si la Señora Gorda me hace saber que habéis vuelto a salir, rezad para que me levante de buen humor.

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