Capitulo 29

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―Buenos días. ―dijo Damelza cuando se despertó, a pesar de que eran las cinco de la tarde. Bostezó y miró a su derecha, donde Ron solía estar desde hacía ya ocho días. Frunció el ceño al no encontrarlo ―¿Dónde está tu hermano? Siempre pulula por aquí como un perrito faldero. ―sonrió frotándose los ojos.

Ginny sonrió y se tomó la medicina que era un líquido verde muy pegajoso.

―Sé que te gusta el perrito faldero de mi hermano. ―le guiñó un ojo.

―Es simpático, no sé. ―se encogió de hombros―Nos entretiene bastante.

―Es raro, pero lo acepto.

―Oh, ¿Nos estás dando tu bendición?

―Absolutamente.

La puerta de la enfermería se abrió y Ginny miró a otro lado, abrumada. Damelza abrió los ojos e hizo una mueca, luego se acostó de nuevo y fingió estar dormida. Ginny la mató con la mirada.

Harry se acercó a la camilla de Ginny mirando al suelo. Ella le clavaba los ojos como si fueran dos afilados cuchillos preparados para cualquier movimiento brusco.

―Hace un buen día. ―dijo Harry mirando por la ventana ―Aún hay nieve, pero el lago está muy bonito.

Ginny  no dijo nada.

―A Peakes le enviaron una escoba nueva por su cumpleaños. ―siguió Harry, desconcertando a Ginny―Es una Nimbus 2000 de segunda mano. Está algo magullada, pero vuela bastante bien.

―La Nimbus no es lo único magullado en ésta sala, cómo podrás ver. ―dijo ella señalándose a si misma y a Damelza, quien seguía fingiendo estar durmiendo.

Harry se sentó en una silla, la silla que ocupaba Ron cuando las visitaba,

―Vine aquí pensando en qué hacer, en cómo disculparme por ésto, pero siento que se me está yendo la pinza. ―murmuró presionando los dedos sobre sus sienes ―Intento echarle la culpa a la medicación, aunque sé que no es por eso.

―Creí que ya la habíais dejado. ―dijo Ginny al cabo de un rato.

―Ron la dejó antes, supongo que porque él es más fuerte, o tal vez por sus genes Weasley.

―Opto por lo segundo.

―Yo también.

Damelza estornudó por accidente, pero persistía en seguir estando dormida. Harry la miró frunciendo el ceño.

―Está fingiendo. ―aclaró la peliroja.

Harry sacudió la cabeza.

―¿Cómo... Cómo estás?

―He estado mejor.

Harry tragó una bocanada de aire y empezó a hablar.

―Ginny, yo-, yo lo siento. No sabes cuánto. Todo fue por mi culpa, me siento como si fuera basura y lo odio, odio todo lo que ocurre y odio herir a la gente que me rodea. ―bufó ―Te debo muchas explicaciones, te debo miles de disculpas, te debo... Todo, ¿Vale? Probablemente no merezca tu perdón, y si decides no perdonarme lo entenderé y te dejaré en paz.

―Hermione trató de decirte, trató de decirte lo que yo quería que supieras, Harry. ―replicó Ginny ―No puedes simplemente encerrarte en ti mismo como si estuvieras depresivo cada vez que estás mal porque las cosas no funcionan así.

―Lo sé, créeme.

―Nunca he estado enfadada contigo por lo de la bludger, nunca te lo habría echado en cara porque fui yo quien pasó por delante. Lo que me supo mal es que ni siquiera te dignaras en aparecer.

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