Capitulo 24

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La gente se levantaba lentamente con el temor de caerse. Poco a poco, el equipo de Aurores del Ministerio recuperaba la sonrisa y fue como si esos días de cansancio y estrés hubieran desaparecido. Se oían gritos de victoria y risas temblorosas y descontroladas. Incluso los periodistas mostraban verdadera felicidad.

Hermione  contempló a una Ginny petrificada en el suelo. Estaba agazapada con los dedos aferrados al suelo y los ojos medio cerrados.

Luna y Hermione intercambiaron miradas y ambas se acercaron precavidamente a Ginny.

―Ginny-

No hubo tiempo de decir otra cosa porque la chica reaccionó y corrió como nunca, empujando a unos y a otros para hacerse paso entre ellos. Las lágrimas le rodaban por las mejillas sin cesar, pero ella no se daba cuenta. Ignoró a todo aquel que le prohibió el paso.

Entonces, la puerta de La Madriguera se abrió poco a poco. Ginny la miraba atónita, Hermione la miraba atónita, todo el mundo tenía los ojos puestos en una vieja puerta de madera.

(...)

Ginny abrazaba a su madre con fuerza como si no quisiera dejarla escapar. Abrazó a su padre, a George, a Fred, a Ron y, por último, a Harry. Todos tenían los ojos débiles, agotados, como si les hubieran consumido la energía poco a poco y el brillo en ellos hubiera desaparecido.

―Hay tiempo para hablar después. ―dijo Dumbledore después de hablar con todos los miembros de la familia ―Ahora, deberían pasar por una revisión médica.

Hermione le barró el paso a Harry y a Ron antes de que éstos siguieran al resto. Ambos sonreían a medias con la intención de que tal felicidad les llegara a los ojos, pero aquella sonrisa parecía más bien una mueca de dolor.

―Deberíamos hablar luego, y-yo... He estado realmente preocupada por vosotros. ―musitó mirándolos como si fueran a desvanecerse.

Ron, sorprendentemente, interrumpió a Harry ―sin querer ―y abrazó a Hermione efusivamente hundiendo la cabeza en su pelo y oliendo su aroma. Hermione tardó un poco en hacerse a la idea pero le rodeó la cintura y le correspondió el abrazo.

Hermione no dudó en lanzarse a Harry como nunca lo había hecho.

―Gracias por ésto. ―le susurró él al oído.

Las siguientes horas ―o más bien el resto del día ―, toda la familia Weasley sobretodo Harry, estuvieron de revisión en revisión, de entrevista a entrevista agotándolos aún más. Harry atraía mucha atención y Hermione percibía lo mucho que odiaba aquello.

Ginny estaba increíblemente feliz, aunque no estaba del todo contenta con que no dejaran a su familia hablar con ella de todo lo sucedido.

―Pobre Harry. ―musitó Hermione durante la cena al aire libre. El equipo del Ministerio seguía allí para supervisar el interior de la casa ―Deberíamos espantar a Dorothy Phalls de una vez.

Hermione se levantó decidida y se dirigió a Harry. Dorothy estaba en frente de él apuntando todas sus reacciones y otras siete personas luchaban por sacarle su mejor perfil. Ron estaba sentado en un taburete a veinte metros de distancia. Una enfermera de mediana edad le dio un trozo de papel, recogió sus cosas y se marchó.

Hermione dudaba. Sabía que Ron deseaba la atención que recibía Harry y se sentía insignificante por no poseerla. Se volvió sobre sus talones y caminó en dirección al pelirojo abrazándose a si misma para no coger frío.

―La cena está lista.―dijo Hermione atrayendo su atención.

Ron alzó la vista e intentó sonreír. No pudo. Tenía el pelo grasoso y lacio pegado a la frente, los ojos adormilados y una línea púrpura debajo de ellos. Su aspecto no era bueno, no parecía el mismo Ron de siempre.

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