Sexto capítulo.

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Sexto capítulo.

A partir de ese día, casi a diario encontraron un momento para verse. Pete había comenzado a mentir a su hermano, inventar tareas extras y visitas a la biblioteca. Ae buscó un equilibrio para no atrasarse en sus estudios.
Que se viera con el omega no significó grandes cambios en su vida, Lina seguía siendo quien terminaba dándole placer cuando la presión de su excitación se volvía incómoda, y hasta habían invitado a un amigo en común a sumarse a sus encuentros. Si su amiga sexual había notado lo extraño que se volvió el alfa después del sexo, nunca lo mencionó. El cigarrillo aparecía cada vez con más frecuencia, casi no podía esperar a apartarse del cuerpo de su acompañante para retirarse a fumar en el balcón. Su padre todavía no volvía de su viaje, así que tenía vía libre para darle rienda suelta a su necesidad de encontrar placer con quien quisiera en el momento que tuviera ganas, pero el omega estaba siendo un reto un poco mas complicado de lo normal. Para él, la mayoría de las veces había sido fácil y rápido, unas palabras susurradas, unos besos compradores y el omega seleccionado indefectiblemente caía en sus redes, luego un par de encuentros sexuales y alguna excusa para el adiós. No había muchas quejas, o por lo menos no le interesaban, más de una vez alguno se le había presentado a pedir más de lo que estaba dispuesto a dar y los despachó sin el mínimo de remordimiento, no era su culpa si se encariñaban, él no hacía promesas. 
Lo malo con este omega es que la conquista se estaba prolongando. Notó que aunque reaccionaba a sus besos, nunca permitió mucho más y ya estaba desesperándolo tantas vueltas. Otro tema era Mean, al final le dijo lo que estaba haciendo y su amigo reaccionó de mala manera, tampoco sus esfuerzos por conquistar a Plan estaban funcionando, era evidente que los dos eran demasiado esquivos pero por razones diferentes, el menor por su timidez y el más grande por su excesiva desconfianza. Al final, al alfa no le quedó otra que cubrirlo, y a veces demorar un poco al hermano mayor para que él pudiera avanzar con Pete.
Hoy estaba decidido a un nuevo acercamiento, y es que Pete apenas dejaba que lo tocara, ya estaba cansado de jugar a las manitos de enamorados, confiaba que presionando un poco más lograría llevarlo a donde quería.
〰〰〰
La noche anterior, Pete por fin había pronunciado las palabras, le había contado a su hermano que había conocido a alguien. Claro que no le dijo que se encontraban casi a diario y que se perdían en sus besos entre los sauces que rodeaban el lago. Tampoco le contó que una vez habían paseado en la moto del alfa y él se sintió libre al sostenerse de ese cuerpo maravilloso. Pero necesitaba compartir que había alguien en su mente, y Plan, como era de esperar, lo acribilló a preguntas. Inventó que era un compañero y que sólo habían hablado, negó los besos que ya había entregado y el deseo que invadía su cuerpo. El mayor estaba detrás de él abrazándolo y pudo sentir que se tensaba ante sus palabras pero por lo menos no hizo un escándalo. En la mañana, durante el desayuno que se podían permitir en el comedor porque su padre estaba trabajando, Plan volvió a sacar el tema. Esta vez fue más exhaustivo en las preguntas y él, más ingenioso en las respuestas inventadas.
Luego de un pequeño café con leche y algunas galletas se permitió abrazar a su madre un rato acostado en su cama. Le dio su medicina para luego llenarla de mimos sin que nadie lo interrumpiera. Ella parecía un poco mejor, la respiración, aún trabajosa, salía del pecho más ligera. Pete dejó que la esperanza lo invadiera por dentro. Tal vez ella estaba mejorando y los médicos se habían equivocado. Y si ella mejoraba, su padre también lo haría. Aceptaría que no todo era su culpa y volvería a amarlo. Y Plan....su hermano podría dejar de ser su guardián y podría vivir una vida normal sin esforzarse tanto. 
-Vamos Pete, ya es hora.-llegó la voz de su hermano a un costado de la cama. - mamá, nos tenemos que ir.
-Si amores, cuídense.- la respuesta salió un tono más firme que veces anteriores.
Los dos la besaron en la frente antes de salir.

Caminaron despacio hasta el Instituto, Plan iba haciendo miles de advertencias sobre las intenciones de los alfas y él fingió escucharlas. Sus propios pensamientos apenas le dejaban lugar para algo más.
El horario del encuentro llegó demasiado lento, las horas parecían arrastrarse poniéndolo más ansioso. Quería verlo, estar con él, permitirse unos besos.
Lo buscó en el lugar de siempre, ese espacio que habían hecho propio, donde él poco a poco fue enamorándose de Ae. Y es que no había dudas en lo que sentía su corazón, el alfa se fue imponiendo hasta meterse dentro de él. Quería demostrárselo, darse un poco más, pero la vergüenza por su propio cuerpo, por su aspecto huesudo y desgarbado no permitía que él cediera al toque del otro.
El alfa estaba apoyado en su moto, el morral a un lado colgado de su hombro, su pecho apretado por una remera azul desgastada y las piernas en un pantalón oscuro, las zapatillas estilo botas completaban un look casual que hacía derretir algo dentro de él.
Apenas estuvo a su alcance, Ae lo atrajo para un beso de esos que le doblaban las rodillas.
-Hola hermoso- le dijo al separarse mientras le pasaba un pulgar por los labios aumentando la sensación exquisita que le había dejado el beso- vamos, sube...
-¿Nos vamos?- le gustó saber que sentiría otra vez esa espalda al abrazarlo.
-Si, a uno de mis lugares favoritos.
El omega se colocó el casco y subió a la moto con la ilusión de vivir con el alfa otro momento especial, no podía creer lo afortunado que era, su torpeza y una casualidad lo llevó a este momento, y aunque más no fuera una vez en la vida, quería experimentar sentirse amado con todo el cuerpo.
El aspecto de la ciudad fue quedando atrás y entraron a una zona que recordaba de años pasados, las playas y médanos de arena tibia y fina llenaron su visión. Estacionaron la moto frente a la fachada de una gran casona y empezaron a caminar rodeándola, el lugar estaba prácticamente desierto.
-Te gusta?- las manos de Ae lo rodearon por detrás mientras él miraba desde una pequeña plataforma las olas.
-Es perfecto...- sonrió ante la vista y la compañía- hace años no venía a la playa.
-Yo vengo seguido, es uno de mis lugares favoritos.- lo tomó de la mano y tiró de él para llevarlo a la arena.-ven.
Pete lo siguió, el sol calentaba mientras el viento lo despeinaba a la vez que pegaba la camisa a su torso. Los zapatos quedaron olvidados a la hora de mojar sus pies en el agua del mar. Arremangó su pantalón y se aventuró a mojarse un poco, Ae lo perseguía por detrás y terminó por salpicarlo. Y no pensaba en nada, no le importó ensuciar o mojar su ropa, ni que el sol quemara su piel. Quería sentir, llenar sus pulmones del aire salado del mar, memorizar el tacto de la arena en sus dedos y terminar con el pelo enredado. Cayó en el lugar riendo como un niño, sobre él se posicionó Ae. Los ojos profundos del alfa lo hipnotizaron, por primera vez se encontraron en esta posición, los cuerpos pegados el uno al otro, todo el peso sobre su frágil cuerpo.
El beso comenzó suave hasta volverse exigente, las manos del mayor iniciaron un recorrido por el puntiagudo pecho, tocaron sus costillas por encima de la camisa hasta que encontró los botones para intentar quitarla. Las manos de Pete frenaron el movimiento.
-No Ae...- lo miró a los ojos- todavía no...
El alfa se detuvo aún cuando seguramente era lo último que quería. Su respiración era pesada y la excitación se manifestaba en los jadeos. Se separó del cuerpo y quedó arrodillado en la arena entre las piernas del omega.
-Lo siento Pete, no quise...
-No, está bien, no te disculpes...- buscó valor dentro de sí mismo- me gustó.
-¿Si?
-Si- los labios rosados dibujaron una sonrisa.
-¿Quiéres que te lleve de nuevo?
-No no, quedémonos un rato mas...- Ae se ubicó tras él y lo rodeó con los brazos, quedaron frente al mar.- podríamos volver otro día.
-Me encantaría, pero Pete...-escuchó el temblor en la voz del alfa y le dio ternura ver que él también estaba nervioso- me gustaría llevarte a mi casa.
-No se...-volvió a sentirse tímido aunque quería decir que sí.
-Está bien...puedo esperar- lo enamoró mucho más saber que el alfa estaba dispuesto a posponer ese momento y respetara sus deseos. Pete dio vuelta su cara e inició un beso dulce incluyendo su lengua recorriendo los labios del mayor.
Unos minutos después, luego de una limpieza rápida subieron a la moto y volvieron al lago donde se despidieron con una ronda de besos mas.
Ae lo vio partir, la mochila negra en la espalda, el uniforme arrugado y el pelo en una pequeña maraña. No faltaba nada, ya lo tenía. Se tocó los labios, todavía tenía su sabor y sus dedos recordaban la sensación del vientre plano del omega. Tomó su teléfono mientras se montaba en la moto e hizo la llamada.
-Lina, en casa en media hora, lleva a Mirco contigo, nos vamos a divertir mucho. Ven preparada.-colgó sin esperar la respuesta, sabía que no le fallaría.
Partió por las calles de la ciudad esquivando los autos. Aceleró para no escuchar sus pensamientos, para acallar la voz que decía que pronto todo se saldría de control.

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