Décimo cuarto capítulo.

336 63 13
                                    

Décimo cuarto capítulo.

Para Ae no quedaba otra opción que esperar y encontrar la ocasión de volver a Pete, buscarlo o dar con él a como diera lugar. Plan tenía razón en su enojo, no lo iba a negar, pero nada quitaba esa necesidad imperante de ver de nuevo el rostro dulce del joven y cerciorarse de que estaba bien. ¿Ya se le habría pasado el celo?¿Estaría sufriendo en soledad?
Cerró los ojos y pensó en las pequeñas marcas que encontró en sus brazos, moretones e impresiones de dedos, como si alguien los apretara con fuerza. Recordó las manchas rojizas de hace un tiempo atrás estropeando la belleza de sus mejillas. Un calor desconocido lo llenó por dentro, y no una sensación linda como cada vez que veía a su pequeño, más bien una furia desconocida, el deseo de golpear, lastimar, destruir a quien lo estuviera dañando. Con seguridad el responsable no fue su hermano, era notorio el cariño que se profesaban, pero algo le decia que la respuesta era una mucho mas cruel, algo a la que no queria dar nombre. Y él, como imbécil egoísta había visto los signos y nunca hizo nada para aliviar la carga que el otro llevaba sobre su alma. Es mas, recordaba con horror como una vez se aprovechó de las marcas en su cara para provocarle mayor dolor. No era más que una basura.
Deseaba tanto retroceder el tiempo y empezar de nuevo. No cometería los mismos errores, se ocuparía de cuidarlo y no hacer nada que pudiera dañar su alma. Pero los deseos no eran más que imposibles, él con su maldad se ocupó de llevar a cabo acciones que se le estaban cobrando, y lo peor que Pete sería el que más sufriría, porque no dudaba que el destino lo pondría frente al engaño del que fue víctima.
No encontraba ánimo para nada, pero esta vez no se saltó la clase, caminó al mismo lugar de siempre y se sentó junto a Mean, que apenas si lo miró.
Le empujó el hombro con el propio y mientras el profesor daba indicaciones le pidió perdón en voz baja. El otro alfa lo miró a los ojos y no había odio como él esperaba, pero si resignación, lo cual dolió de la misma manera. Mean era el único amigo verdadero y estaba a nada de perderlo.
-Tienes que solucionar esto- susurró mientras seguía con sus anotaciones.
-Juro que lo haré, pero necesito verlo.-
-No te voy a ayudar.-
-Lo sé y esta bien.-
Siguieron tomando nota, estaban avanzando en la carrera y esta etapa comenzarían las prácticas y definirían el área de especialización. Ae en este momento no podía pensar demasiado, pero se prometió que no fallaría, se lo debía a su padre.
Al momento se salir volvió a mandar un mensaje a Pete pero tampoco fue leído. Su andar lo llevó al lago, las sombras iban ganando el lugar y aunque sabía que no estaría allí igual esperó con la esperanza de que pronto lo vería llegar con su camisa blanca y la mochila sobre su espalda. Miró la luz naranja del cielo desaparecer dando lugar a las primeras estrellas. No sabía que hacer, a quien recurrir y sólo le restaba seguir esperando por su omega.
El recorrido a su hogar lo hizo como un alma en pena.
Al ingresar el aroma de algo en la cocina le hizo recordar que no había probado bocado desde la mañana. ¿Pete habría comido algo el día de hoy?
-Heyyy hijo, otra vez tu cara triste...- la voz potente de su padre llenó el living de la casa y se sintió rodeado por sus brazos.
-Ya va a pasar papá...-dijo encerrado en su pecho.
-Seguro? Sabes que me puedes contar todo.
-Lo sé, sólo necesito un poco más de tiempo.- se soltó para poder caminar a dejar sus pertenencias y prepararse para comer, nunca desperdiciaba el tiempo que podían compartir como padre e hijo.
Se sentó a la mesa. La carne asada con papas y hierbas desprendía un vapor apetitoso que anticipaba su sabor. Se sentó a la derecha de su padre. Una copa de vino para cada uno. Miró su plato, la carne, las papas y la salsa que los cubría.
"¿Habría comido hoy?" Llevó una pequeña porción a su boca. "¿Habría comido sin vomitar después?" Tragó sin poder saborear. "¿Cómo llegó a ese estado?" Buscó la copa de vino a tientas y tomó un trago. "Diosessss, sus costillas sobresaliendo de su torso..." una voz a la lejanía lo llamaba, alguien pronunciaba su nombre. "¿Cómo un cuerpo tan desnutrido reaccionaría al celo?" "¿Y porque mierda nunca hizo nada? ¿Porqué decidió seguir lastimándolo? ¿Porqué siguió este juego enfermo con un alma tan gentil como Pete?"
Alguien lo sacudía y no podía importarle menos. Se sintió envuelto en un manta cálida, un aroma conocido que lo acunó mientras algo tibio se deslizaba por sus mejillas.
-Ae por favor- unas manos recorrían su espalda- hijo por amor...háblame.
-Papá...-alcanzó a balbucear.
-Dime que pasa por favor...
No podía, no quería hablar de su vergüenza. No podía decirle a este hombre maravilloso, al mejor padre que la vida pudo ofrecerle, a este alfa comprensivo que nunca inculcó las idioteces que él mismo quiso creer y que guiaron un comportamiento cruel e imperdonable con un omega inocente.
Se aferró a él porque el pozo en su alma amenazaba con llevárselo. Sollozaba y su cuerpo temblaba preso de un dolor en la boca del estómago mientras el mayor lo sostenía sin dejar de acariciar su pelo como lo hizo la noche que su madre los abandonó. Con el paso de los minutos comenzó a tranquilizarse.
-Me quieres contar...- la comida quedó olvidada en la mesa.
Negó con la cabeza, no tenía el valor de mirarlo a los ojos.
-¿Es muy grave?- lo asustaba ver a su hijo tan derrotado.
No sabía que responder al interrogante.
"¿Era muy grave haber engañado a Pete, seguir llevando a otros omegas a su cama cuando seguía enamorándolo? ¿Era muy grave ignorar las marcas en su cara, intentar hacerle sentir dolor al tocar su rostro?"
"¿Era tan grave haberse enamorado por primera vez en la vida del ser más tierno y estar a punto de perderlo?"
Asintió con la cabeza sin levantar la mirada.
"Si" pensó "es lo más grave de mi vida, porque lo amo pero hice todo para que él me odie." Cerró los ojos y dejó que la tristeza arrasara su cuerpo y alma mientras las lágrimas fluían sin control.

〰♥〰

Una vez en la vida. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora