Especial "Pantalón rosa"🔞

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Especial: "Pantalón Rosa".🔞

Abrió los ojos con dificultad intentando que la claridad no impactara en sus retinas demasiado sensibles. Movió su cuerpo e identificó algunos puntos doloridos y cansados. El sonido del rose de las sábanas le advirtió que no estaba sólo. Abrió los ojos de golpe y se sentó en la cama, su mente tratando de negar la evidencia de lo que habia hecho. Los dedos fueron a su boca para evitar que un gritito vergonzoso saliera de ella. Se arrastró sobre el colchón y miró su entorno tratando de no posar la vista en la cama. Encontró sobre un paqueto sofá su pequeño pantalón rosa descartado con descuido. La ropa interior en el suelo junto al top que habia usado la noche anterior. No pensaba huir, era ante todo una persona racional y sabia que debía afrontar la situación por más humillante que esta fuera. Caminó al baño en puntas de pies para que su salida no fuera oída. Adentro se posicionó frente al espejo, miró su cuerpo, marcas en todos los lugares que sabía que eran puntos erógenos. Diosessss, no podía creer lo que habia hecho, bajó los párpados y evocó las manos que anoche habían recorrido su piel. Hizo un lavado rápido antes de que su mente siguiera con sus pensamientos, se colocó el pantalón rosa pálido, eran más bien unos shorts que no llegaban a la mitad de sus muslos y que en el dobladillo tenían un borde de un material similar a la piel, y el top blanco que apenas cubría poco más que sus pectorales. Necesitaba cubrirse más. Abrió apenas la puerta para ver que no hubiera movimientos fuera y casi huyó hasta la habitación donde tendría que haber pasado la noche.
Se sentó frente al gran ventanal en un sillón mullido que estaba ubicado de forma que se pudiera apreciar el paisaje. Cerró los ojos y apoyó la cabeza contra el respaldar mientras emitía un suspiro, tapó su cuerpo con una colcha nórdica que estaba allí para ese fin. Quería apagar su cerebro, dejar los pensamientos afuera aunque sabía que era imposible, en un tiempo más tendría que afrontar la estupidez que habia hecho.
Pensó en cómo había comenzado todo esto, la idea de aceptar la invitación para unas vacaciones compartidas fue uno de los tantos errores. Silenció la voz que le decía que en cierto punto esto era lo que habia buscado.
Había conocido a Santa, el beta de inusual apodo, cuando este se presentó con total soltura mientras esperaba el ingreso al instituto hace un año atrás. Como todo beta, no contaba con ninguna de las limitaciones de ser un omega ni los instintos a flor de piel de un alfa. Se presentó cuando estaba enfrascado en probar un nuevo lente que habia comprado para su cámara óptica. Su amistad se inició de a poco, más por insistencia del beta que por ganas del omega, pero la personalidad abierta y dulce de Santa no admitía un no por respuesta. Comenzaron a frecuentarse los fines de semana, se acompañaban luego de los días de cursado, hasta que eran prácticamente inseparables. Se podría decir que era un enamoramiento dulce, los betas no tenían los impulsos sexuales de los alfas y omegas, por lo cual las exploraciones en el sexo eran casi inexistentes.
Nada preparó a Earth para lo que experimentó al conocer al padre de Santa. El alfa era el complemento de la personalidad tranquila y dulce del beta. El primer encuentro fue en la gran casa donde permanecían las tardes perezosas de los domingos. El alfa, un hombre de aspecto oscuro y serio, exudaba confianza. El omega no podía mentirse y decir que algo de él no se agitaba al ver al alfa que habia enviudad hace más de 10 años atrás.
Y se sentía dividido, el amor dulce y tierno de Santa, sus juegos inocentes en contraposición a la sexualidad que parecía envolver cada paso del mayor.
Sabía que tendría que haber dicho que no, olvidarse de la locura que significaba pasar una semana en una cabaña apartada.
Podría fingir, decir que fue el alcohol, la cercanía, un momento de locura.
Habían estado los tres tomando, el calor dentro de la cabaña le permitió hacer algo que fue por demás de inconciente. El pequeño pantalón rosa, la piel suave rosaba sus muslos apenas cubiertos, el top se levantaba cuando reía de manera incansable ante las ocurrencias frutos del alcohol. Habían estado bebiendo algunas copas de vino frente a la chimenea, Santa se había ubicado sobre una alfombra, su espalda apoyada contra el sofá donde se habían sentado junto al alfa. No fue su culpa. Los labios del beta hicieron un recorrido cerca de una de sus rodillas. El gemido involuntario resonó en la habitación. Cerró los ojos y llevó una mano al pelo de Santa, arrastró las uñas por el cuero cabelludo y a través de los dedos percibió el escalofrío en el cuerpo del otro. Al levantar los párpados, su mirada fue al cuerpo del alfa que estaba a menos de un metro de él. Los labios rosados se abrieron para dejar que su lengua saliera un segundo de ella. Los ojos del alfa siguieron el recorrido. Tal vez podría fingir que fue involuntario, pero sabía muy bien que el movimiento posterior, recostarse sobre el sofá dejando que el pequeño top subiera hasta dejar al descubierto sus pezones, apretar la nuca del beta con sus dedos fue más que una invitación.
Se sintió adorado, los besos de Santa subiendo por unas de sus piernas, los dedos ásperos del alfa acariciando sutilmente bajo el dobladillo del pequeño pantalón hasta que lo invitó a seguir abriendo un poco más sus piernas.
Los besos de dos bocas, una ya en los muslos y la del mayor, alternando con mordidas en el ombligo terminaron por sacar cualquier pensamiento racional.
Los guió a los dos, su cuerpo recibiendo atenciones de las manos de dos hombres que se complementaban, la ternura de Santa y la fuerza bruta de su padre. Los besos suaves en uno de sus pezones y los dientes arrastrándose sobre el otro. El doble estímulo volviendo gelatina cada uno de sus huesos, la boca emitiendo jadeos que no intentó controlar.
Cuando su cerebro trató de formar una idea coherente, el instinto lo acayó colocándose de rodillas sobre el asiento. El top blanco fue lo primero en desaparecer, no vio quien fue el encargado de tironearlo a través de su cabeza.
El cuerpo del mayor se colocó detrás, los dientes dejaron surcos calientes y doloridos en su paso por los hombros. Los labios del beta fueron por su cuello, la lengua cálida hizo un recorrido entre sus clavículas para comenzar a descender hasta meterse en su ombligo. Sus manos se movieron por voluntad propia, una al pelo lacio del menor, la otra atrapando la cara del mayor para guiarlo a su boca.
Quería más, su cuerpo parecía prenderse fuego. Las manos que lo atormentaban pronto fueron al botón que sostenía el pantalón.
-¿Puedo? -el susurro en su oreja se sintió tibio y húmedo- ¿nos dejas seguir?
-Si...-alcanzó a responder antes de que los dientes del mayor apresaran su oreja.
-Mmmmm -volvió a escucharse la voz potente del alfa- tengo una idea.
De pronto otra vez el top estaba cubriendo su pecho, y por un segundo, su cabeza formó la idea de que iba a ser despedido en el mismo instante.
-¿No te parece perfecto? -preguntó el mayor a su hijo que lo miraba con la lujuria reflejándose en sus facciones.
-Si -fue la respuesta antes de que el cuerpo del menor estuviera sobre el suyo besándolo con la dulzura que lo caracterizaba- eres perfecto.
El paso lógico fue trasladarse a una habitación, Santa lo tomó de la mano y lo arrastró hasta la habitación más grande, la cama en el centro, un altar de sacrificio para una víctima bien dispuesta.
Sobre la alfombra, vio como las rodillas del beta cayeron para estar delante de él, en la parte de atrás, el alfa hizo lo mismo. La locura fue total cuando sintió la lengua de los dos recorrer sus muslos hasta el límite que marcaba el pantalón. La sensación de las dos lenguas rasposas, la visión de las cabezas tan juntas dedicadas a darle placer lo tenían al borde del éxtasis sin siquiera haber sacado su miembro del confinamiento de su ropa interior.
Unos segundos después, short y boxer fueron arrojados sin cuidado y sólo el top cubría un poco de piel. Los labios de los dos no se detuvieron, cerró los ojos e inhaló la mezclas de aromas que se intensificaron una vez que su pene entró en la boca del beta y una lengua caliente bañaba su entrada. La doble estimulación debilitada sus piernas y terminó agarrándose a los hombros de quien permanecía de rodillas frente a él. El placer se acumulaba, los gemidos ya hacían doler su garganta y lo único que podía hacer era rendirse al placer exquisito que estos dos hombres le prodigaban. Una vez que sintió la penetración de los dedos del alfa el éxtasis fue incontenible, gritó mientras se hundía en la boca bien dispuesta de su amigo.
Creyó caer, pero fueron los brazos del mayor quien lo sostuvieron y lo colocaron en el medio de la cama.
-Earth, niño -habló el mayor- ¿quieres que continuemos?
-Si -fue la contestación que dio sin ninguna duda de lo que necesitaba ahora.
El omega había tenido sexo un par de veces, por lo general, su relación con Santa era más sentimental, pocas veces se rendieron al placer de sus cuerpos y nunca pidió más. Pero esta vez era diferente, contra todo razonamiento, sentía que estos dos hombres podían darle todo lo que necesitaba.
Vio a su amigo y amante acostarse a su lado, su pene erecto pedía atención así que fue directo a el, se colocó sobre su cuerpo para poder deleitarse con el sabor picante que conseguía que deseara cada vez más. Santa hizo lo mismo, tomó su miembro que ya había vuelto a estar dispuesto a más placer.
No previó que su entrada estaría dispuesta al alfa para que lo degustara con un hambre voraz, usando su lengua para lograr que se relajara. Muy pronto, sintió el ensanchamiento, el dolor dulce y erótico que indicaba que el alfa estaba entrando en su cuerpo. El placer multiplicado por tres, siendo penetrado por el mayor, devorado por el beta a la vez que lo tenía dentro de su boca fue una bola de nieve imparable, el placer atacando desde todos los frentes, dando y recibiendo todo sobre su cuerpo El orgasmo fue largo y agotador, Santa llenó su boca a la vez que el hacia lo mismo, segundos después los golpes desmedidos del alfa anunciaron que también había encontrado el clímax. Se desplomó de costado, su cerebro casi desconectandose, apenas percibiendo un par de besos en su frente luego de ser limpiado.
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El golpe en la puerta lo sacó de sus pensamientos, no tenía derecho a esconderse de algo que él había deseado tanto como los otros dos.
-Niño...¿Puedo pasar? -del otro lado llegó el pedido y decidió que daría cara en el mismo momento.
Tenía el cuerpo cubierto con la colcha, solo sus dedos quedaron fuera.
-Señor... -trató de sonar firme pero falló horriblemente.
-No puedes decirme señor ahora -sonrió mostrando apenas sus dientes- llámame por mi nombre.
-Está bien -hizo acopio de su fuerza- Kao...ohhhh dioses, no se que decir...
-¿Te arrepientes?
-No, no es eso -en verdad no lo hacía- tengo miedo de lo que puedan pensar de mi.
-¿Quienes? Yo? Mi hijo? -enumeró diciendo sus palabras con suavidad- ¿los demás?
-Ustedes...yo quiero a Santa...-lo miró a los ojos- pero también me gustas.
-Tu también me gustas -el golpe en la puerta interrumpió.
Santa, con su habitual forma se acercó y plantó un beso sobre los labios que todavía permanecían rojos luego de ser bien usados.
-Hijo -habló Kao- creo qe Earth se siente un tanto inseguro, ¿tu te sientes igual?
-La verdad que no...-sus manos fueron a los dedos de los pies que permanecían sin tapar- pero es todo su decisión.
-Earth -los ojos penetrantes lo fijaron en su lugar- ¿quieres que me vaya, quieres que desaparezca?
-No se...- no podía creer lo que le estaban ofreciendo, debía este entendiendo más.
-¿Te das cuenta que nos gustas a los dos? -habló el beta.
-¿Pero es posible? -no podia ser cierto.
-¿Porqué no? -fue el turno del mayor de hablar- somos tres adultos, si tu quieres es posible.
Los ojos del omega se iluminaron, al alcance de una palabra tenía la oportunidad de tener todo. ¿Y a quien tenía que pedir permiso? ¿Con quien tenía que cumplir. Sus padres se había desentendido de él arrojándolo a la calle. Tendría que explicarle a Krist, Pete y Plan, pero aunque sería difícil al principio, sabía que lo respetarían.
-Podemos ir al ritmo que tu quieras, puedo darles un tiempo y si luego, si aceptas podríamos tener algo real -siguió diciendo Kao.
-Santa -No quería perder lo que tenía con él- ¿tu también quieres esto?
-Sólo si tu estas dispuesto.
No había mucho que pensar. Elevó una plegaria aunque posiblemente este era el mayor de los pecados.
Dejó caer la colcha cuando se paró, el top arrugado caía descuidado sobre uno de sus hombros, el pequeño pantalón rosa no había sido prendido.
-Yo elijo la próxima posición en la cama -habló sobre su hombro- ¿trato?
-Trato -respondieron los dos antes de seguir el movimiento de la cadera del omega que habia enamorado a padre e hijo.

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