Epílogo.

434 65 43
                                    

Epílogo.

-Ae...para -le dijo mientras el alfa insistía nuevamente con lo mismo- lo digo enserio, voy a enojarme.
-Vamos Pete...-hizo un puchero ante la negativa de su omega- una más.
-No! -exclamó ante la insistencia- listo, ya me hiciste enojar.
-No te enojes...-le dio un beso rápido y se alejo- no puedes culparme.
-¿No? -entrecerró los ojos avellana- tiene mucho de la culpa.
El mayor sonrió con suficiencia y esquivó por poco la palma que iba directo a su hombro.
-Vamos...por favor...
-Ae...
-Por favor...
-Estoy bien -señaló ya cansado de la discusión que tenían cada día- lo juro, estoy bien.
-¿Me lo dirás si no es así?- su mano recorrió con suavidad el pelo castaño.
-Sabes que si...-besó los labios del alfa hasta dejarlo casi sin aliento- tienes que tranquilizarte.
-Juro que lo intento Pete pero es que -el sonido de la llamada entrante interrumpió las palabras que el omega conocía de memoria "es que tengo miedo" serían las palabras que seguirían en su declaración.
-Voy a atender, es Plan -anunció y se libró del cuidado agobiante de Ae.
Lo entendía, él también a veces se volvía loco de preocupación, pero había aprendido a manejarlo. Se acomodó sobre la cama, el cuerpo recostado sobre una pila de almohadones y activó la videollamada.
Unas mejillas regordetas fue lo que le devolvió el celular y sonrió ante la imagen.
-Saluda al tío- escuchó la voz de Plan detrás del pequeño cuerpo mientras le tomaba una manito, la agitaba delante de la cámara e impostaba la voz para soñar como un niño- Hola tío...
-Hola mi amor!!! -sonrió ante la imagen de su sobrino. El pequeño de poco más un año mostró una sonrisa con unos pocos dientes en crecimiento- ¿extrañaste al tío? 
Una carcajada fue emitida a modo de respuesta y muy pronto la imagen cambió cuando intentó tomar el celular con sus manos redonditas.
-Vamos Nero...-vio a su hermano intentar sacarle el celular- sabes que no tienes que hacer eso...Mean!!! Ven a buscar a tu hijo.
Muy pronto vio a su cuñado aparecer en la imagen y tomar a su pequeño en brazos, los besos fueron directo a su barriguita antes de colocarlo sobre su hombro como si fuera una bolsa de papas. Sonrió ante la visión maravillosa de la vida hogareña de Plan, a veces todavía sentía algo que quemaba en el pecho por la distancia, pero estas llamadas lograban calmarlo un poco.
-¿Cómo estas? -preguntó mientras por la pantalla veía como Mean salía de la imagen luego de saludar -¿Te hiciste los controles?
-Si si...todo sigue muy bien -pronunció- no hay señal de la hormona, los inhibidores funcionan como corresponden.
Pete había llorado cuando al hacer los análisis, Plan había sido portador de la misma enfermedad que su madre, y aún cuando sabía que Mean lo cuidaba y se encargaba de su salud, el miedo siempre estaba allí, latente para asaltarlo en pesadillas donde perdía a su hermano.
-¿Y como está mi pequeñito?
-Uffff -apuntó la cámara a su abdomen distendido mientras lo acariciaba- mira lo grande que está...
-Pete! ¡Vas a explotar!- exclamó ante la imagen de la piel blanca del abdomen estirada- ¿algún problema?
-Por favor Plan -dijo mientras acarariciaba la panza- no empieces tu también...
-Pete...- la voz llegó un poco difusa- necesito seguir cuidándote, eso nunca va a cambiar.
-Los sé -reconoció con una sonrisa- pero aquí también está Ae por demás de insoportable.
-¿Sigues con vómitos?
-Ohhhhh por favor...¿tu también intentarás darme más de comer?
-Si es necesario que hablé con Ae...-tentó.
-¡Ni se te ocurra! -era agotador el cuidado extremo- recién pude huir de que me obligara a comer más...pero juro que estoy bien, solo que este cachorrito patea donde no tiene que patear...
-¿Estas seguro?
-Si, mi peso es el ideal y todos los controles dieron bien -sabía que debía tranquilizar a Plan- ya lo verás, vamos a estar muy bien los dos.
-Lo sé...es sólo que...-no continuó, pero ambos sabían todo lo que había entre los dos.
-Lo juro, no tienes nada de que preocuparte -acarició su vientre inconcientemente- pronto estará con nosotros.
-Ayyyyyy -chilló el mayor- no veo la hora de saber que es.
-Cami dice que ella ya sabe -rió ante la ocurrencia de su hija- pero no piensa contarme.
-Yo que tú le creería -comentó su hermano- no olvides que ella fue quien primero percibió a su hermanito o hermanita.
-Si, mi enana es muy especial con sus sentidos -reconoció al recordar como su pequeña anunció a todos en una reunión familiar que un bebé venía en camino cuando ellos ni siquiera lo sospechaban- hablando de ella, sabes que se va a enojar mucho si no llegan a su cumpleaños.
-No vamos a faltar, los tres queremos verla -sus ojos se achinaron un poco al sonreir- además, ya tenemos su regalo.
-Si? -la curiosidad se hizo presente- ¿me vas a decir que es?
-¿Estás loco? -aseguró- te conozco y no puedes ocultarle nada.
-Hey! Que no es mi culpa -se defendió- pero siempre me mira de una forma que no puedo decirle que no.
-La malenseñas -afirmó.
-Pffffff -se burló aunque sabía que era verdad- tu eres peor, me contó sobre el exceso de chocolate en la última visita.
-Niña bocona -bromeó.
Siguieron hablando hasta que una patadita bien dirigida a la vejiga de Pete lo hizo terminar el video para dirigirse al baño.
Estaban enloquecidos con este bebé, Ae apenas salía de casa en su afán de cuidarlo desde el momento que el anuncio de Cami fue confirmado. No fue planeado, el celo había golpeado en un momento inesperado y se hizo cargo del instinto de los dos. Por tres días donde su hija estuvo con sus abuelos, se dedicaron a amarse sin descanso, agotando sus cuerpos hasta que necesitaban más, y ahora, casi ocho meses después estaban aquí, ansiosos por conocer al ser que crecía dentro de su vientre.
Lo único malo del embarazo es la obsesión extrema de Ae por controlar todo, lo entendía, pero su necesidad de llenarlo con comida aún cuando ya no daba más era agobiante.
Se recostó una vez más, levantó la remera y miró la piel estirada, algunas marcas rojizas surcaban su abdomen.
-Heyyy cosita...-susurró mientras movimientos circulares sobre su piel acompañaban las palabras- ¿estas calentito allí? No veo la hora de abrazarte...no sabes la cantidad de gente que te está esperando.

Una vez en la vida. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora