Trigésimo segundo capítulo.

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Trigésimo segundo capítulo.

Krist siempre se caracterizó por ser alguien práctico. Priorizó una vida simple, sin complicaciones, con un oficio que le dio un medio para vivir.
Recibir la llamada de sus sobrinos hace seis años atrás le dio una nueva prioridad. Esos dos niños rápidamente se convirtieron en la familia que hace años atrás se había desintegrado.
Su existencia era tranquila, cómoda, sin ningún sobresalto más que las eventuales discusiones con su editor.
La primera vez que recibió flores en la puerta de atrás de Petit no les dio un segundo pensamiento. Las margaritas flagrantes habían sido entregadas sin mayores indicaciones más que ser dirigidas a él. Sólo días después quien las envió se adjudicó la responsabilidad de semejante ridiculez. Porque eso era lo que era, una tontería, una idea ridícula surgida de la mente de un trasnochado que le estaba jugando una broma, no había razón de pensar lo contrario.
Había sido una mañana movida como a las que estaba acostumbrado, corriendo de un lado al otro entre el frente del café y el espacio de la cocina. Se encontró de frente con el repartidor que venía cargando algunas bolsas de harina. El uniforme que lo vestía mostraba  manchas polvorientas que las bolsas que cargaba al hombro venían  despidiendo. Apenas lo saludó cuando el joven pasó al depósito y no le dedicó un segundo de su mente hasta que lo notó nuevamente frente a él.
-Hola -saludó demasiado cerca.
-Hola -respondió con la mirada haciendo un rápido repaso y volviendo a su trabajo. Al ver que el otro no se alejaba preguntó - ¿necesitas algo?
-Mmmmm si...¿Te gustaron las flores?
No supo que contestar, parecía un pez boqueando fuera del agua.
-¿Puedo tomarlo como un si? -su voz se sintió mucho más cerca e íntima, casi como un secreto.
Krist decidió mirarlo a los ojos para que este niño alfa no se hiciera una idea erronea y luego de un bufido prefirió ignorar la pregunta. Desde ese día, por lo menos dos veces a la semana recibía un pequeño ramo de flores sin tarjeta ni dedicatorias. Solía colocarlas en algún jarrón y ubicarlas dentro de la cafetería, nadie hizo preguntas y asumieron que eran compradas. Pocas veces coincidían con el repartidor, el omega había hecho de su rutina mantenerse en el frente evitando la cocina y depósito  los días en que sabía que existía una posibilidad de toparse con él.
-¿Puedes decirme por que me estas evitando?- inquirió a su espalda una vez que bajó la guardia confiándose de que no lo cruzaría.
-No tengo porque evitarte -respondió dando la vuelta para enfrentarlo- no entiendo a que viene la pregunta.
-¿No? -caminó un paso más cerca - entonces...¿Te gustaron las flores?
-Me dan lo mismo -su tono era indolente.
-Las vi en el frente...
-Las habrá colocado alguno de mis sobrinos -trató por todos los medios no mirarlo fingiendo ocuparse en algo más, y mucho menos aspirar el aroma que desprendía el cuerpo del alfa.
-Entonces no me estas evitando...
-No - fue firme y rápido al responder.
-Así que supongo que no tendrás problema en salir conmigo.
-¿Qué? -exclamó abriendo los ojos en desmesura- ¡No!
-¿Puedes decirme por qué no?
-No te conozco...
-Hola, soy Singto -estiró la mano para brindársela al omega pero no respondió- hey... así no podremos conocernos...
-Esto es una locura.
-Mmmm, no lo creo...- una sonrisa de dientes blancos apareció en el rostro apenas bronceado- pienso que es una excelente forma de conocernos.
-Mira, quiero ser claro y no dejar lugar a equivocaciones, no estoy interesado en nada que se te pueda ocurrir .
-Esta bien..- sus pestañas bajaron pero con rapidez volvió a la carga- ¿hay alguna razón en particular?
-Sólo porque no.
-Tal vez si me das una oportunidad puedo gustarte...
-No lo creo -necesitaba mostrarse firme en su decisión.
-Pero...
-Mira -trató de sonar convincente- me halagas pero no tengo interés en conocer a alguien.
-Es una pena...
El alfa salió con la mirada en el suelo y el omega se dijo a sí mismo que no sentía un hueco extraño en algún lugar de su pecho al verlo partir.
Perfeccionó el acto de simular que su aroma a sudor limpio y terroso no alteraba sus sentidos, que no esperaba la llegada de las flores dos veces por semana y que no estaba atento a su entrada aún cuando permanecia en la zona delantera del café.
Nunca esperó encontrarlo una noche cuando salía del local. Estaba a horcajadas en una moto, y verlo en esa posición no hizo más que llenar su cabeza de ideas absurdas y demasiado tentadoras.
-¿No estarás acosándome?
-No...no lo llamaría acoso- respondió mientras bajaba de la moto estacionada a una cuadra del café.
-No lo se, es sospechoso.
-¿Lo dices porque estoy justo a la hora de tu salida de trabajar en el camino que lleva a tu casa?- los pasos lo llevaron cada vez más cerca.
-Si...me parece algo así como que estas siguiéndome.
-No...digamos que estoy generando la oportunidad de encontrarte...- la sonrisa dominaba toda su cara.
-Singto...ya te lo dije...
-Lo sé, pero creo que yo no lo dejé claro - afirmó con seriedad.
-¿Qué cosa?- no entendía a que se refería.
-Que me gustas, me gustas mucho Krist...- dio un paso más cerca, casi podía sentir su respiración- demasiado...
-No creo que sea así.
-¿Por qué?
-Mira niño -la forma de hablar fue despectiva- ¿Cuantos años crees que tengo? No soy un niño ni un tonto.
-Yo nunca dije que lo fueras...
-¿Cuantos años tienes? -continuó sin importarle lo que el otro tuviera que decir- ¿26, 27? Yo soy un hombre, no estoy para rollos con un niño.
-No soy un niño -sólo atinó a decir.
-Entonces termina con tu juegos, no estoy interesado y tampoco me importan.
-No son juegos...
-No me importa, solo vete y desaparece de mi vida.
-¿Tanto te desagrado?- su voz bajó unas décimas.
-No te conozco para que me desagrades y tampoco tengo interés en hacerlo.-se cruzó de brazos.
-¿Me puedas dar una razón?
-Realmente no tengo que hacerlo, ¿Sabes? No tengo que explicarte nada.
-Pero me estas rechazando sin siquiera escucharme.
-Es que no hay mucho que decir...así que por favor, vete.
-Esta bien -dio un paso atrás y levantó las palmas en señal de rendición- pero ¿puedes darme aunque sea un motivo valedero que no suene a excusas?
-¿Excusas? No me interesas -puntuó cada palabra- y estas molestando. Vete.
-Esta bien...- dijo alejándose más- perdón por mi estúpida insistencia.
Lo vio subir a la moto, el jeans oscuro se ajustó a sus muslos y trató de no fijar la vista en ese detalle, ni en la remera que apretaba un torso bien trabajado. Comenzó a caminar, muy pronto sintió el sonido del motor en marcha y vio al joven alfa alejarse.
Intentó pensar lo menos posible en la situación, se mintió para no admitir que había una pequeña parte de su mente quería darle una oportunidad.
La situación con sus sobrinos, la desaparición de Pete y la posterior necesidad de hablar y sacar los secretos a la luz permitió que por unos días su cabeza se ocupara de otra cosa. Pero ahora, con el bocón de Earth metiéndose donde no lo llamaban, tenía otra vez el rostro de Singto en sus pensamientos. Y se negaba a ello, a involucrarse con un alfa que no tenía nada en común con él,  que apenas había dejado de ser un niño. Miró las flores, no quería tirarlas pero ya habían comenzado a marchitarse y no había recibido otras. Una vez cerrado al mediodía, enojado por el curso que le estaba dando su cerebro a toda la situación, sacó las estúpidas flores del jarrón y las arrojó al cesto de basura. Los ojos de el omega más joven de Petit siguieron todo el movimiento.
-Woooaaa- se acercó y miró las flores descartadas- es una pena que ya no lleguen más...
-Mejor - fue la escueta respuesta.
-Si...supongo que si... -comenzó a alejarse- igual ya no vi al repartidor volver.
-Espera -lo detuvo- ¿tu sabías quien las enviaba?
-Mjmmm- respondió- conozco a Singto hace años.
-Earth...- no podía creer lo traidor que resultó este niño.
-¿Qué...?
-Nada -quería dejar pasar el tema- ya no importa.
-Okey...- siguió acomodando detrás del mostrador- pero si quieres saber algo...
-Nada de nada.
No quería saber nada, quería olvidarse de su existencia, fingir que ese joven no había revolucionado sus hormonas ni despertado algo que hace años había decidido no sentir.
-Me voy -anunció a Earth- dile a Plan y Pete que tengo reunión con mi editor.
Caminó por las calles sin rumbo fijo, pensó en volver a su casa y terminar sus pendientes pero no tenía ánimo para hacerlo. No podía creer que esa sonrisa estuviera alterando su vida y para peor, que él fuera quien lo permitiera dándole sus pensamientos a algo imposible.
Los pasos lo llevaron a la avenida que conectaba al mar y terminó por descalzarse y caminar en la arena.
-Juro que no estoy siguiéndote -la voz llegó desde un costado una vez que había elegido un lugar donde sentarse.
-Permíteme dudarlo...-respondió sin mirarlo.
-Entonces...sólo voy a decir hola y seguir mi camino.
Se atrevió a observarlo, llevaba un pantalón claro arremangado en los tobillos y los pies descalzos, la remera se ajustaba en los lugares correctos, el color caramelo de su piel resaltada por los rayos de sol.
-Oye! Yo te conozco -una voz femenina y estridente se coló entre los dos, un cuerpo colgado del hombro de Singto- trabajas en el café.
-Si...-no le gustó la sensación horrible en la boca del estómago ni en la base de su nuca- soy Krist.
-Hola, soy Sammy -no quitó su brazo del alfa y su boca siguió parloteando- ohhh amo ese lugar, todo allí es delicioso, los bollos de crema son los mejores y..
-Por favor Sammy -la cortó el joven y palmeó su mano- supongo que él ya sabe todo eso, además estamos molestando.
-Ayyy, pero es que me gusta tanto- hizo un puchero- ¿podemos ir después?
-No creo que sea posible.
-Buuuu -fijó los ojos en Krist- ¿Qué dices tú?
-Ehhhh si...no sé -no sabía que responder, la verdad prefería verla desaparecer.
-Basta Sammy -sacó el brazo que lo sostenía por el hombro- vamos.
-Nos vemos Krist, ya iré al café -saludó ella y él sólo asintió con la cabeza.
-Adiós Krist -el tono fue suave cuando llegó a su oido- un gusto verte una vez más.
-Adiós- se despidió con un sabor amargo en los labios. Trató de no llevar su imaginación por escenarios donde ingenuamente caía en las mentiras de esa boca sensual. Era obvia la cercanía entre el alfa y la omega, no quería pensar lo cerca que estuvo de sucumbir a la tentación.
-Ya se...ya se...-unos minutos después, las palabras lo sacaron de sus propias cavilaciones- vas a decirme que me vaya, me vas a apartar sin darme la posibilidad de hablar.
A su pesar sonrió, la insistencia de este niño no tenía límites.
-Eres un poco intenso ¿lo sabías?- entrecerró los ojos mientras el otro se sentaba a su lado- más que un poco...
-Si, puede ser...
-¿Qué quieres? ¿No tienes nada que hacer?
-Hoy no, así que voy a quedarme aquí, y voy a darte razones de porque es una buena idea salir conmigo - la confianza goteaba en su voz.
-Creo que no...
-Mi hermana Sammy piensa que es la mejor idea, y aunque sea pequeña, a veces es mejor seguir sus consejos.
Suspiró, la sensación incómoda que sintió al ver a la joven retrocedió al escuchar esas palabras -así que...voy a empezar preguntando de nuevo ¿Te gustaron las flores? Se que eran sencillas y tal vez hubieras preferido otras pero...
-No no- lo detuvo- eran hermosas...
-No creas que no iba a enviarte de nuevo, solo que esta semana fue un tanto complicada.
-Está bien.
-No -argumentó- porque tal vez te hiciste la idea equivocada de que ya no lo haría, pero independientemente de que si me aceptas o no, yo las seguiría enviando. 
-Pero no son necesarias.
-¿Te gustaron?
La sonrisa del omega lo dijo todo.
-Sólo por esa sonrisa vale la pena seguir enviándolas.
-Gracias...- el rubor en las mejillas de Krist motivaron a que bajará la mirada a la arena entre sus pies -Singto...no quiero que te hagas ideas de algo imposible.
-¿Por qué es imposible?
-Porque eres un niño! ¿Cuantos años tienes? Yo tengo 42, una vida adulta construida, una familia, todo lo que necesito.
-Puedes decirme cual de todas excusas eliges para rechazarme?
-No son excusas -posó los ojos en los oscuros del otro- tengo una vida hecha, la que yo elegí vivir.
-Nunca te pediría que cambies algo por mí.
-¿Por qué no entiendes?- lo exasperaba tanta insistencia- ¿ves? No eres mas que un niño.
-No, no lo soy -repuso- hace años que dejé de serlo.
-Por los dioses...-rió entre dientes- si parece que recién saliste de la adolescencia.
-¿Tanto te preocupa?- contestó - tengo 28 años, no veo que tiene que ver con todo esto.
-No lo ves porque eres infantil.
-¿Soy infantil? -elevó las cejas
-Insistes con un capricho tal cual lo haría un infante.
-Esta bien -la resignación se mostró en los hombros caídos- es evidente que no tienes ganas de escuchar nada de lo que sale de mi boca.
-Por fin te das cuenta.
-¿Sabes que? Voy a decir esto de todos modos -enunció con seriedad mirándolo fijo- me juzgas mal, piensas que porque soy un poco más joven no se lo que quiero.
-Bueno...por lo menos entendiste algo -asintió de manera cínica.
-Puedes reírte, puedes burlarte lo que quieras, pero que intentes pisotearme demuestra quien de los dos es el infantil. -la cara de Krist dio cuenta de que no esperaba un contraataque- quieres encasillarme en tus prejuicios cuando no sabes nada de mi vida. 
-Tampoco lo quiero.
-Si, ya entendí, lo dejaste más que claro -comenzó a pararse- no puedo creer que fui tan estúpido de enamorarme de alguien que no existe.
-¡Enamorarte! -exclamó en forma risueña- ¿Te escuchas?
-Si, se lo que sale de mi boca y no me arrepiento -unió las manos en el frente como si de allí sacara fuerzas- porque lo que hay dentro mío no es un capricho ni una idea de último momento.
"Que tú no me hayas visto, que no me hayas notado, no significa que para mi sea igual. Y aunque tú no, yo si te conozco, y admiro todo lo que se de ti. Búrlate todo lo que quieras, ríete de mi, de mis sentimientos, pero no los menosprecies, porque esto que siento no lo siente un niño. Soy un hombre, un alfa enamorado de un omega, y por lo menos tuve el valor de arriesgarme."
-No creo que sepas mucho de mí -no entendía porque seguía con esta conversación absurda.
-Te sorprenderías -apenas sonrió- empezó como admiración y se convirtió en algo más profundo.
-Estas confundido -trató de torcer porque algo dentro de su alma quería creer en esas palabras.
-No, no lo estoy...-en algún momento Singto estiró su mano y por inercia la propia lo tomó y permitió ser jalado, quedaron parados uno frente al otro. -sólo una oportunidad...
-Puede ser un error...-los dedos del alfa provocaron una corriente eléctrica cuando tocaron la mejilla del mayor.
-Puedo asegurarte que no -se acercó un poco más, casi se tocaban desde los pies hasta la frente- puedes arriesgarte conmigo.
-Singto...-no hubo más palabras, los labios del joven cubrieron los suyos y tuvo que tragar la nueva negativa. Porque era imposible negarse al calor que sintió subir desde los dedos y extenderse a todo el cuerpo, a la energía que crepitaba bajo su piel al ser envuelto por los brazos del otro.
Allí, en medio de la playa, donde no eran más que dos personas entre otras tantas, iniciaron algo que se venía gestando hace tiempo, un sinnúmero de coincidencias que los llevaron al aquí y ahora, uno con miedo a lo desconocido, el otro con la certeza de tener a su destino en las manos. Los besos tiernos, apenas perceptibles, provándose para reconocerse dejaron la necesidad de más.
-Ven conmigo...-susurró sobre los labios hinchados del omega- por favor, no te niegues...
-No no, está bien...-alcanzó a responder antes de unos dientes apresaran la tierna carne enrojecida.
Las manos del alfa no lo soltaron cuando lo guiaron a la moto estacionada metros más adelante sobre la avenida.
-No voy a subirme!- dijo una vez que el otro le dio un casco seguido de un nuevo beso.
-¿Vas a pelear por esto también?- se montó a horcajadas en el aciento y tironeó al mayor hasta tenerlo casi sobre su cuerpo- sube...puedes  apretarme todo el camino.
-Y luego dices que no eres infantil- masculló a la vez que hacia lo que le había indicado.
El trayecto a la pequeña casa de los suburbios fue rápido. El joven no dio tiempo nada, comenzó sacando el casco al mayor y terminó arrinconándolo contra una pared mientras mordía con premura la piel suave de las orejas. Los gemidos eran incontrolables mientras trataba de sacar alguna palabra coherente de su garganta.
-Espera...espera...-trató de poner algún tipo de freno- alguien puede vernos...
-Mmmm- recorrió con la lengua el cuello- no hay nadie más...mi hermana hoy es voluntaria en el hogar.
-¿Qué? - lo separó unos centímetros- ¿hogar? ¿Qué hogar?
-No importa ahora -volvió a donde lo había dejado.
-No no...Earth! -exclamó al darse cuenta de la relación- ¡Ese niño escuálido!
-Shhhhh- empezó a tironear la remera oscura del omega para colar la mano sobre la piel - no pienses en él...
Su mente dejó de ser racional, los pasos tambaleántes lo llevaron an una habitación pequeña con una cama no muy grande. Todo pensamiento racional fue imposible en el momento que sintió la lengua del alfa queriendo prepararlo para la penetración. Los nervios de esa zona del cuerpo parecían estar prendidos fuego, los mordiscos los elevaban a nuevos niveles de excitación, dejando surcos calientes que imploraban por ser calmados.
Sentir el cuerpo del alfa sobre el suyo, el calor inundándolo, el vaivén rítmico, lo llevó a un clímax exquisito que saboreó como ninguno otro.
Poco después, mientras se apretaban en la cama, los dedos del alfa recorrían con pereza la piel blanca del omega y la boca volvía a encender algunas zonas que nunca pensó como erógenas. Por las cortinas se filtraban los últimos rayos de sol, pero no encontraba fuerza de voluntad para levantarse.
-No pienses que soy un acosador...- habló en un tono íntimo mientras alternaba besos en distintas partes del cuerpo- pero hace más de 2 años me gustas...
Los ojos del omega se cerraron para sólo escuchar la voz y sentir los labios sobre su piel.
-Conocí a Earth en el hogar, mi hermana estaba allí...nuestros padres nos dejaron hace muchos años, crecimos pasando de hogar en hogar...-enlazó sus dedos juntos- cuando lo conocí yo ya era voluntario, voy a ayudar una o dos veces por semana. Él hablaba mucho de ustedes, se sentía parte de una familia, y no se...cada vez que hablaba de tí...
-Ese niño...
-Empecé a admirar todo de tí, cuando me di cuenta que podía hacer los repartos en el café y verte aunque sea de pasada sin que tu me notaras...tenía miedo a hablarte, que me conocieras y pensaras que yo era demasiado poco...
-Espera -lo cortó- sabes que mi negativa no tenía nada que ver con pensar algo así, tienes que admitir que hay mucha diferencia de edad, tu todavía eres joven y puedes querer más de la vida.
-Hace años se lo que quiero -se sentó en la cama para mirar mejor a Krist y que el viera la verdad en sus ojos- no es mucho lo que tengo, pero lo logré con esfuerzo, tal vez no puedo ofrecer nada que necesites, pero quiero la oportunidad de demostrarte que puedo hacerte feliz.
-Ohhh dioses...lo dices enserio...-afirmó.
-Muy enserio -volvió a juntar los labios y luego preguntó- ¿Me lo permites?
La sonrisa del mayor dominó sus rasgos.
Afuera, la noche comenzó a hacerse más oscura y cerrada. Adentro, los amantes se perdieron una vez más en el cuerpo del otro.
Más tarde, Krist creyó que podía pasar con impunidad por las escaleras que subían a su habitación. No esperó a su sobrino bromeando sobre la situación en la que él se había colocado. Pero por dentro sintió la calidez que no había experimentado desde su juventud. Confió porque quería confiar, quería sentir de nuevo la sensación de ser amado, de ser adorado. Sonrió mientras dejaba tras de sí a Plan boquiabierto. Mañana les contaría todo, pero esta noche se lo guardaría y lo recrearía en la soledad de la habitación hasta caer rendido como no lo hacía en años.

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