Décimo tercer capítulo.

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Décimo tercer capítulo.

Plan caminó apesadumbrado, el peso de las acciones de otros en sus hombros. No culpaba a Pete, siempre supo que su hermano era ingenuo, posiblemente consecuencia de su esfuerzo de no sumarle tristezas a la ya de por sí vida miresable que llevaban y pintarle las injusticias  para que no las viera. Y ahora estaban en esta situación, su hermano negándose a hablar o creer algo negativo sobre el estúpido alfa por el que había caído. Lo dejó en la casa, con órdenes de que no saliera de la habitación a menos que fuera de extrema urgencia, un sándwich y un vaso de leche a su alcance por si en algún momento quería alimentarse. Suspiró, ese era uno de los mayores problemas, el pequeño se consumía día a día, un día abriría los ojos y ese cuerpo desgastado se esfumaría. Sabía que no podía controlarlo, los vómitos aparecían a cada momento del día, al principio fueron cada vez que su padre ejercía violencia sobre ellos, ahora cualquier situación desatada una ronda más de su estómago expulsando lo poco que podía llegar a entrar en él. Lo que pasó con Ae no era la excepción; es verdad que lo había visto un poco más sonriente, pero la confrontación fue demasiado. No quería imaginar las consecuencias que podría traer este sorpresivo celo en el cuerpo desnutrido del omega. Eso lo llevó a pensar en las palabras de Ae pronunciadas hace unos minutos y sus acciones. No podia confiar en él y de ahora en mas tendria que estar mas atento, bajar la guardia ya le había costado caro.  Queria borrar a ese imbecil del todo, desaparecerlo y no dejar rastro de él.  
Cerró los ojos y se apoyó contra las paredes del edificio donde debía asistir a clases. Sólo su necesidad de estudiar y recibirse lo antes posible para llevar lejos a su hermano, lo hizo salir de casa. Sabía que el único  futuro posible era conseguir un buen trabajo que pagara techo y comida para los dos. Soñaba con arrancarlo de esa vida espantosa y darle un lugar donde ser feliz una vez que el camino de su madre llegara a su fin...
La voz de Mean a pocos metros de él lo sacó de sus pensamientos. Abrió los ojos y los fijó en él. Quería abrazarse a su cuerpo, buscar refugio y dejar de ser fuerte por un rato. Pero los dioses habían decidido algo distinto para él.
-Plan...- su nombre pronunciado con pesar en la boca del otro lo llevó a tensar su cuerpo. Le dolía no poder dar ni recibir nada.
-Mean...mejor no...- si hablaba se quebraría en dos, quería enojarse, encontrar fuerza en la bronca por las acciones de otros.
-Por favor Plan...-estaba a centímetros de su cuerpo y el calor le llegaba como en oleadas. De a poco la tensión se fue disipando, el cuerpo fue cediendo hasta que no pudo más, se derrumbó porque el peso de todo ya era insoportable. La enfermedad de su madre, la violencia de su padre, Pete, sus problemas, el celo. Todo se había juntado como una roca que lo hundía sin que el pudiera hacer nada por mantenerse en pie.
Los brazos del alfa lo sostuvieron y apretaron tal como necesitaba. Sintió la suavidad de un beso en su pelo y eso desató las primeras lágrimas que intentó esconder en el amplio pecho de quien lo sostenía.
-Está bien Plan... -apenas un susurro en su oído.
-No, no esta bien...Pete...-la voz salía amortiguada.
-Shhhh, lo resolveremos...
Levantó la mirada que mostraba el rastro de su incipiente llanto y la humedad colgando de las pestañas.
-No es tu problema- su orgullo mostraba la cabeza.
-Siempre lo que te haga triste o feliz va a ser mi problema...-su tono mostraba la seriedad tras sus palabras.
-No somos nada- seguía buscando excusas para alejar el sentimiento al que consideraba no tener derecho.
-Lo sé y eso no cambia nada.- tomó con delicadeza sus manos y recorrió sus dedos con parsimonia sin retirar la mirada de los ojos que lo tenían atrapado- si quieres, sólo voy a estar aquí, a tu lado apoyándote, ayudando en lo que pueda.
Le creyó porque quiso creerle, porque necesitaba por una vez en la vida dejar de ser fuerte, quería que por unos segundos el peso se transfiriera,  que las decisiones buenas o malas fueran tomadas por otro. Quería sentirse por una vez protegido y no al revés.
Colocó la frente en un hombro y la dejó ahí mientras el otro pasaba las manos sobre su pelo, rastrillándolo con suavidad, generando una electricidad que se disipaba por todo el cuerpo.
Permanecieron de esa manera, Plan deleitándose en la sensación de abandono y Mean, llenando su alma e instinto alfa con el poder que daba saber que era capaz de proteger, aunque sea por estos minutos, al ser que amaba.
-Plan...perdóname...-estaba decidido a asumir la parte de culpa y sus consecuencias.-yo sabía que Ae estaba tras Pete, pero nunca pensé que sería capaz de todo esto, tendría que haber hablado contigo y advertirte.
Percibió la tensión del omega y poco después relajarse en sus brazos.
-¿Sabes? No confío en los alfas...- la voz era queda, casi como perdida - pero estoy decidiendo confiar en tí.
Mean no pudo detener las primeras lágrimas ni el suspiro tembloroso que escapó de sus labios.
-Voy a estar aquí, lo juro.- una nueva caricia llevó los dedos del alfa a levantar el mentón de Plan para que no esquivara la mirada - no voy a dejarte a mitad de camino, de ahora en más voy a intentar merecerme esa confianza. Y cuando todo lo que te hace mal, lo que nunca dices termine, yo también estaré allí. Tu vas decidir en calidad de que, porque lo que yo siento no va a cambiar.
Un beso casto y dulce fue colocado en la comisura de los labios de Plan para luego ser soltado.
-Vamos, tienes que ir a clases. Cuando salgas te estaré esperando.
Caminaron a la par, casi sin rozarse hasta que llegó el momento de separarse.
El omega sonrió, la primera sonrisa genuina después del horror de ver a su hermano engañado. Se despidió con un movimiento de manos y caminó con el corazón un poco más liviano. Por primera vez en años sentía que podía respirar de forma más ligera, la piedra que se incrustó en sus pulmones tantos años atrás era un poco más fácil de llevar.

〰♥〰

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