Décimo noveno capítulo.

331 57 17
                                    

Décimo noveno capítulo.

Pete hizo su carrera diaria en el camino lindante a la playa. El sol todavía no hacía aparición y la brisa fresca proveniente del mar llenaba sus pulmones de aire salado mientras corría antes de ir a trabajar. Hoy sería uno de esos días largos a los que llegó a acostumbrarse y que en el fondo disfrutaba. En el descanso del departamento se sacó las zapatillas y las dejó cerca de la entrada. Al ingresar fue abriendo las cortinas y prendió la luz de la habitación de Plan.
-Pete...- la voz somnolienta llegó de debajo de las sábanas que lo tapaban hasta la cabeza - es necesario...?
-Pffff, vamos, arriba -se sentó a su lado y le quitó la sábana de la cara -se nos hace tarde.
-No, a ti se te hace tarde -dijo con los ojos entrecerrados- yo no soy necesario allí.
El menor se acostó sobre su  hermano e hizo presión sobre él. Las manos fueron a sus costados para hacer cosquillas de las cuales el otro no pudo escapar.
-Vamos vamos vamos que hoy nos toca abrir.
-Para por favor!- su hermano lo hizo - ¿no va Earth?
-Mm- negó con la boca- hoy está cursando, así que nosotros vamos ahora y él en la tarde.
-Voy, pero tu preparas el café.- lo apuntó con un dedo. - y algo dulce con crema.
-Hecho.
-Y báñate niño apestoso!- le gritó a su espalda cuando ya iba en camino de salida.
El café ya estaba preparado, Pete raramente lo hacía, y es que en verdad era un malenseñado. Desde hace 6 años su tío se encargaba de hacerles el desayuno sin importar la hora ni el lugar. Café negro con apenas un toque de leche para él, y un café con leche extra dulce para su hermano. Caminó y le depositó un beso en el pelo al omega mayor.
-¿No te deja demasiado cansado tanto ejercicio?- preguntó Krist cuando su sobrino se ubicó frente a él esperando que llegara Plan para desayunar.
-La verdad que no, realmente me llena de energía.- mientras, acomodaba unos bollos con crema en el plato de su hermano- y no tiene sentido que me quede mas tiempo en la cama si no puedo dormir.
-¿Necesitas ver a un médico, el terapeuta?¿Hablar con nosotros?- la preocupación escurría en su forma de hablar- ¿pasó algo?
-Tranquilo- lo tomó de la mano para poder calmarlo - son sólo los nervios por la próxima presentación, el editor realmente está presionándome.
-¿Quieres que hablé con él? Puedo hacer que deje de molestarte...
-Tío...-intervino la voz de Plan mientras entraba y repetía la rutina del beso a su tío- sabes que Pete puede solo.
-Lo sé -acordó - pero tal vez el editor está siendo demasiado pesado y se de lo que estoy hablando.
-Gracias tío - le sonrió -pero es esa misma presión me ayuda a mejorar.
-¿Estás seguro?
-Sabes que te lo diría si no fuera así.- comenzó a tomar su café y dio por terminado el tema y lo cambió para preguntarle al recién levantando si demoraría mucho más.
-Pero tengo hambre! -fue su respuesta.
-Te hubieras levantado antes, ya tenemos que salir.
-Y vas a ir todo así, sucio? - lo señaló con la cuchara- a los clientes no creo que le guste mucho.
-Tonto, en 5 minutos estoy listo.
-Si, claro, como si eso fuera a pasar.
Pasaron más de 20 minutos para que los dos estuvieran listos, su tío los alcanzaría más tarde, en el momento de mayor afluencia de personas.
Realmente, en la pequeña ciudad costera, su pequeño café era muy popular. Tenían una clientela regular  muy fiel que hacían cola para deleitarse con la pastelería que Pete creaba. El espacio para apenas 15 mesas se convirtió rápido en un punto de reunión obligada para los amantes del buen café y la pastelería artesanal.
Al llegar cada uno automáticamente realizó la tarea que desde hace 4 años atrás venían realizando. Colocaron algunas creaciones en las vitrinas y otras quedaban a su alcance para que ante un pedido, Pete le diera el toque final y personal, cosa que sus clientes amaban.
Generalmente Earth era quien se encargaba de organizar las vitrinas y mostradores, pero hoy les correspondía a los dos omegas mientras el otro joven asistía a uno de sus cursos.
A las 7 en punto abrieron a los primeros clientes, a las 9 estaba completamente lleno, Krist y Plan colaborabando detrás del mostrador y en la limpieza de las mesas cuando alguien se retiraba. Por tres horas al menos no tenían un minuto de descanso, los tres funcionaban como una unidad dándole vida al lugar.
Cerca de la 1 del medio día se daban un descanso, almorzaban allí a puertas cerradas y preparaba todo para el turno de la tarde.
Pete caminó a la pequeña oficina oculta a la vista de todos, se sentó en su escritorio y desde allí miró la foto que Plan había tomado el día que huyeron. Su madre, de la que nunca más había vuelto a ver ni saber de ella sonreía junto a sus dos hijos. Trataba de pensar poco en el pasado y lo recordaba como algo borroso y lejano. 
Pero si estaba aquí cumpliendo este pequeño sueño ajeno era por ella. Habían sido sus recetas la que lo reconfortaron e hicieron sentirla junto a él. Nunca imaginó que se convertirían en su medio de vida, algo de lo que sentirse orgulloso. Cerró los ojos al dolor del cinto en su espalda, aunque no lo dijera en voz alta, a veces todavía podía sentir el corte provocado por el cuero al golpear su piel. Sacudió la cabeza "Ahora no" se reprendió a si mismo, cantó una corta melodía en su cabeza para volver a centrarse y continuar con lo que amaba. Había empezado como una forma de terapia y terminó siendo su pasión. Sacó los bocetos del cajón del escritorio y los iluminó con una gran luz. Los diseños cobraron vida, los dibujos de líneas simples y colores suaves contaban una historia. De la mano de su tío Krist había aprendido a realizar sus primeros dibujos y luego los convirtió en historias de libros para niños se rápidamente cobraron popularidad. Tenía poco tiempo para terminar su quinto cuento y el editor no le perdía pisada. Ya estaba casi todo, pero el final del relato le era esquivo y estaba convirtiéndose en un dolor de cabeza. Fijó sus ojos en las escenas ya creadas y visualizó lo que quería transmitir con ellas, se había inspirado en el cuento "Dos conejitos salen de paseo" para crear su historia, pero aún no sabía como iba a terminar. Suspiró. Tal vez debería  dejarlo por ahora y centrarse más tarde,  posiblemente en las horas de la madrugada, aunque prefería no hacerlo. El sonido de la puerta al ser abierta llamó su atención y al levantar la vista vio a Plan aparecer.
-¿Estas bien? - la voz preocupada de su hermano llenó el lugar.- No quería decirlo delante del tío, pero me preocupa que te estés sobreexigiendo.
-Plan, te aseguro que estoy bien. - observó a su hermano sentarse frente a él - sólo necesito darle un final a este cuento.
-Pero duermes poco...
-Es porque mi cuerpo se acostumbró así - y agregó - tal vez tu deberías hacer lo mismo.
-No veo la necesidad -entrecerró sus ojos oscuros- uno de nosotros medio zombie está más que bien.
-¿Y si lo haces para retomar tus estudios? -el tono de voz bajó al hablar- ya no tienes que estar todo el tiempo pendiente de mí...
-Siempre voy a estar pendiente de ti, eres mi hermanito... Y por ahora prefiero seguir trabajando a tu lado.
-Podría contratar a alguien más - argumentó - no quiero que sigas postergado tu vida por mi culpa.
-No estoy postergando nada.
-¿No?- lo miró con los ojos tristes - dejaste todo por mi...
-Lo dejé todo por nosotros dos y no me arrepiento - le tomó la mano - además,  te imaginas lo que sería este lugar sin mi?
-Tal vez no se llenaría de alfas que vienen a mirarte...
-Pero que eres tonto!
-Me prometes que lo pensarás al menos? -retomó el tema porque no quería que la vida de Plan se pasara mientras lo cuidaba.
-Prometo que voy a pensarlo, pero no creo cambiar de idea por ahora.
Pete no volvió a concentrarse en las ideas para el final del cuento, pensar en su hermano lo llenaba de melancolía. Con años de terapia había entendido de que nada de lo que ocurrió en el pasado era su culpa, pero a veces aparecía una voz que le recordaba que el omega mayor había dejado su vida por él. Esa misma voz era la que a veces en sus pesadillas  se llevaba a su bebé, un bebé que nunca llegó a conocer pero que permanecía anclado en su alma.
Sacudió la cabeza. No podía volver a esto, volver al pasado no era una opción. Cuando su tío los buscó en el hospital y llevó a una clínica para alejarlos para siempre de esa vida, empezó un camino de recuperación que le llevó años, miles de lágrimas y angustia. Su cuerpo estaba demasiado dañado, pero no más que su mente y corazón.  
El proceso fue cruento, y a su lado siempre estuvieron Plan y su tío. Ese hombre maravilloso que llegó a sus vidas y se hizo cargo de todo, les dio un hogar lejos de todo donde recuperarse de sus heridas, lloró con ellos ante el horror de la vida que habían llevado. Sabía que buscó a su madre pero nunca les contó el resultado de esa búsqueda, de seguro no quiso hablar del final de su existencia en este mundo. Todavía sentía su ausencia, pero como con su pequeño, había aprendido a sobrellevarlo.
Después de repensar y darse cuenta de que no progresaría  en su trabajo decidió que era hora de volver a la cocina y preparar todo para el turno de la tarde, el cual era el más complicado, no existían minutos de tranquilidad hasta el momento de cierre. Este turno los tenía a los cuatro corriendo y eso lo llenaba de una energía que permitía liberarse de los pensamientos que a veces lograban superar sus barreras y colarse en sus pensamientos.
Caminó al frente, volvió a crear sus delicias y puso todo su empeño en ello.
Un día a la vez, esta era su vida ahora.  

 〰♥〰

Una vez en la vida. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora