Vigésimo segundo capítulo.

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Vigésimo segundo capítulo.

Ae recibió a su niña con un abrazo, ella corrió hacia él y se metió contra su pecho. No importó las manos llenas de chocolate o su carita sucia. La sostuvo unos segundos y aspiró su aroma, ese que adoraba y llenaba su alma de calidez.
-Así me gustan los abrazos...- le dijo con una sonrisa y la alzó para llevarla directo a bañarse.-¿te divertiste con Fluke?
-Tiiii, me compró totolate.
-Si, ya me di cuenta.¿Te gustó el paseo?
-Tiiiii, quiero volver.
-Tendremos tiempos para eso - miró a Fluke y le dedicó un gracias mientras subía las escaleras.
El omega se había convertido en una persona esencial en su vida. Desde el maldito día en el que había perdido para siempre a la persona que amaba, el secretario fue una presencia constante para su familia. Silencioso y eficiente, este omega demostró, como lo había demostrado Pete, que los omegas no eran lo que él alguna vez pensó. Su dulzura pronto ganó un lugar en su corazón y se preguntaba como hasta ahora su padre no había notado lo que el joven sentía por él. Porque Fluke podía fingir cuanto quisiera pero no se le escapaba la mirada soñadora cada vez que observaba al alfa mayor.
Llenó la bañera y ayudó a su niña a sacar la ropa con manchas de chocolate y otras cosas irreconocibles. La ayudó a entrar y se sentó a un lado, metió la mano en el agua y la arrastró con pereza sobre su superficie generando un leve movimiento mientras Cami parloteaba y jugaba con algunos juguetes que tenía allí. Miró el pelo castaño con los rulos desarmados por la humedad. Le sonrió mientras recordaba el día que la vio por primera vez. Él hacia sus rondas en el hospital por los pasillos destinados a los omegas con enfermedades raras, como especialidad había decidido que su destino era ayudar a dar calidad de vida a aquellos omegas de bajos recursos que necesitaban algunos tratamientos y estudios específicos.
Cami estaba sentada a los pies de su madre. La ropa dealineada, dos colitas en el pelo enmarañado. La omega mayor se esforzaba por respirar pero aún así no quitaba la mirada atenta de su pequeña. Ae había hecho un repaso por el historial médico de la mujer, coincidentemente la enfermedad era igual a la que tenía la madre de Pete.
Trató de ser desapegado con ella, observarla como médico, pero muy pronto le fue imposible, porque indefectiblemente volvía a visitarlas todos los días. Mica había sido una omega fuerte y decidida que había huido del maltrato de un alfa con su hija apenas nacida. Al poco tiempo, la mala calidad de vida y su deficiente alimentación habían dado lugar a que se acelerara su enfermedad. Había llegado al hospital unos días atrás con una chiquita de dos años prendida en sus brazos y quedó internada con un cuadro irreversible.
La amistad surgió en las noches que el prefería quedarse en el hospital a ir a mirar el techo de su habitación sin poder dormir.
En algún punto Mica y Pete se parecían, los dos habían sido soñadores que fueron traicionados por sus alfas. La diferencia es que él nunca había golpeado a Pete, pero ¿que diferencia habia si él lo habia llevado a perder lo mas preciado en la vida?. En esos momentos, cuando la tristeza lo abrumaba, era ella quien lo consolaba y le daba ánimos. Siempre optimista, le decía que un día tendría una nueva oportunidad con el omega. Quería creerle, quería pensar que un día lo volvería a ver y podría hacer las cosas bien.
Cami siempre estuvo presente, muy pronto Ae llevaba cuentos para leerle, algunas golosinas para compartir. Ante la mirada atenta de su madre, el alfa aprendió a peinarla con cuidado, a reconocer sus estados de ánimo, no era sano que se criara al lado de una cama de hospital viendo a su madre apagarse.
Que el alfa pasara a ser el tutor legal de la niña fue un paso lógico. Él aprendió a amarla, a cuidarla. Sabía peinarla, cuales eran sus alimentos preferidos y los que odiaba. Cuando el final de Mica era ya inminente, Ohm y Fluke también entraron en su vida. De a poco las fueron acompañando para hacer menos tortuoso el final. Mica sufría al saber que el tiempo junto a su niña amada se iba terminando, su alma lloraba al pensar en todo lo que nunca viviría junto a ella. Pero saber que Cami tendría una familia que le daría la posibilidad de ser feliz, de crecer libre de violencia, con su pancita llena y un lugar tibio y amoroso para dormir le daba paz para poder descansar de una vez.
La omega se fue apagando de a poco, la respiración cada vez más trabajosa, el corazón dominaba su pecho y no dejaba que el aire entrara. Antes de dormir besó a su pequeña en la frente, con determinación le hizo dos colitas y las decoró con unos moños que el alfa les habia comprado. La despidió sentada en la cama, la sonrisa impostada mientras Fluke y Ohm la llevaban entre sus manos. Ae se quedó a su lado, sostuvo su mano en el final.
-Prometeme que serás felíz.- dijo entre jadeos, el aire se negaba a entrar aún con ayuda, su corazón bombeaba demasiado fuerte -y no dejes que Cami me olvide...
-Lo prometo...- lloró con la frente en su mano- ella siempre te va recordar.
-Gracias por todo Ae - inhalar...exhalar - gracias por ser mi amigo...
La omega fue quedando dormida, pronto le colocaron un respirador pero su corazón ya no tuvo fuerza para latir.
-Papá! Papá! - la exclamación de su hija lo sacó de sus recuerdos- ta toy limpia.
-Okey, ya te saco- buscó una toalla mullida y la envolvió en ella para secarla y cambiarla.
-¿Que hacemos ahora?- estos días eran para compartir todo, generalmente tenía días muy ajetreados en el hospital y quería olvidarse por un tiempo del trabajo.
-Vamos a tomprar otra galleta de totolate!
-Otra más?- comenzó a peinarla-¿tan rica es?
-Tiiiiii.- mostró una sonrisa completa - me la hizo Pete.
-¿Qué? - ese nombre saliendo de la boca de su hija fue un impacto. Era imposible que fuera el mismo, existían millones de personas con ese nombre, aún así su pecho se apretó.
-Pete me la hizo, ¿vamos?
No lo dudo, algo dentro de él decía que debía seguir a su pequeña.

〰♥〰

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