Décimo sexto capítulo (Parte tres)

396 60 33
                                    

Décimo sexto capítulo (Parte tres)

Lo despertó el sonido de una llamada entrante de su celular. El peso del cuerpo de Pete sobre su hombro le recordó como su presente y su futuro cambiaron drásticamente. Leyó el nombre de Lina en la pantalla y la hora, eran casi las 6 de la madrugada, se habían quedado dormidos más tiempo del debido. La insistencia en la llamada lo hizo contestar, era demasiado extraño una llamada a esta hora.
-Ae, escucha- ni siquiera llegó a saludar- está como loco.
-¿Qué?  - las pocas horas de sueño no le permitían razonar.
-Mirko! Ae, él los estaba vigilando, está como loco, me llamó hace un momento.- las palabras lo pusieron alerta, caminó hacia la ventana y trató de ver algo tras ella, las primeras luces del amanecer teñían el cielo de rosas y naranjas pero no había ningún movimiento evidente - escucha, está loco, es un enfermo. Gritaba sobre el omega que tienes ahora.
-Es mi pareja Lina, no es cualquier omega.- lo miró y vio que ya abría los ojos y comenzó a moverse frenéticamente- te tengo que dejar, gracias por avisar.
-Ae, voy para tu casa. Está loco...
-No es necesario- cuando lo dijo, la omega ya había colgado. Miró al menor y lo alcanzó cuando intentaba ponerse las zapatillas.
-Pete, para, yo te ayudo.
-No no no Ae - estaba en un estado de exaltación muy raro en él- nos dormimos. Va a matarme, va  matarme...
-No voy a dejar que te haga nada- tomó su cara entre sus manos para que fijara los ojos en los suyos - No te va a pasar nada, no puedes estar nervioso.
-Tu no entiendes, no puede encontrarme fuera de la habitación- las lágrimas comenzaron a caer.- va  a matarme.
-Por favor pequeño, tranquilo, lo resolveremos. - y debía ser así, la angustia y estrés era terrible para sobrellevar el embarazo.- vamos abajo, tomas un vaso de leche y te llevo a tu casa.
En la cocina lo sentó sobre una banqueta frente al desayunador y colocó delante de él un vaso de leche y unas tostadas, no demasiado, pero si lo suficiente para darle saciedad a su estómago, tampoco podía esperar que de un día al otro su cuerpo aceptara los alimentos. Compartieron en silencio, posiblemente era difícil para Pete asimilar lo que estaba sucediendo y las implicancias de un embarazo tan riesgoso.
Antes de salir buscó una campera para el omega, la mañana llegaba muy fresca, más si salían en la moto.
Aún con las advertencias de Lina, nunca imaginó ver a Mirko totalmente desencajado, vestido tan provocativo y vulgar como sólo el podría hacerlo. Estaba frente al portón, así que si o si se cruzarían con él al salir a menos que lograra que se fuero, lo que intuyó imposible.
Miró a Pete, este omega extraordinario, dulce y cariñoso, su pequeño, él que llevaba dentro del cuerpo a su bebé, pensó en la vez que fingió un encuentro casual para acercarse y conquistarlo, en el primer beso, en las caricias tímidas, en el amor que le entregó en su primer celo, en sus delicados dedos pasando entre su pelo. Quería abrazarlo, apretarlo y desaparecerlo de aquí para que no viera lo basura que había sido, lo mierda que fue al jugar con su corazón. Se arrepintió de cada maldad, de los engaños y el dolor que causó, el cual no era nada comparado con el que causaría ahora.
-Mírame Pete - se iban acercando cada vez más y no podían evitar toparse con Mirko- escuchame, te amo, te amo más que a nada.
-Lo sé -la sonrisa del omega, aún con el miedo que debía sentir, era luminosa- yo también te amo.
-Pete, por favor, tienes que entender- paró el avance y lo tomó por los hombros, sus palabras se agolpaban al salir -cometí muchos errores, hice cosas malas pero juro que cambié, te amo, no lo dudes.
-¡Heyyyyy! No me vas a abrir Ae?!- los gritos llegaban desde afuera, ese hijo de puta iba a arruinarle la vida- vamos! Te estoy esperando.
-¿Qué pasa Ae?- la voz suave de Pete era algo que escuchaba lejano aunque estuviera a su lado.
-Vamos Ae! ¡No tengo toda la noche! O ya metiste a otro a tu cama.- volvió a gritar la voz insoportable que venía de afuera.
-Por favor Pete, escucha, quédate aquí ¿si? Yo arreglo esto- el joven asintió y vio como el alfa caminaba hasta la entrada y abría enfrentándose a un omega que estaba del otro lado.
Ae avanzó dispuesto a sacarlo, luego hablaría con Pete y le diría toda la verdad, esta no era la forma de enterarse de todas las maldades que había hecho pero no podía escapar de lo cruel que fue tiempo atrás.
-Vete - estaba conteniendo el deseo de golpearlo, pero nunca ejerciría violencia física contra alguien más débil. - si no quieres que llame a la policía vete ahora.
-Pete, Pete ven!!- gritó tras la reja - ven Pete! Tenemos que hablar!!!
El alfa abrió el portón dispuesto a sacarlo a rastras hasta la calle. No contaba con lo escurridizo que fue para meterse adentro y llegar junto a su omega que lo miraba estupefacto.
-¿Ya trajiste otro omega de reemplazo?- la voz burlona frente a su pequeño -Pete ¿sabes que eres uno más en la larga lista?
-¡Cállate! - se interpuso entre los dos - te dije que te vayas!
-No...él tiene que saber -lo señaló con el dedo y con la otra mano sostuvo y desbloqueó el celular - ¿te acuerdas de su día romántico en la playa?
Pete se movió de detrás y se ubicó a su lado. No hubo forma de detenerlo.
En segundos estaba mirando fotos de  ellos dos el día de playa y seguido las fotos de Mirko en una habitación que sin duda era la suya. La imagen era lasciva y le revolvió el estómago, el omega desnudo el un claro momento previo al sexo masturbándose, en ella no aparecía el alfa, pero no era necesario.
-Lo hiciste esperar demasiado...- las palabras eran burlescas - así que yo tuve que ayudar a desahogarse, él siempre vuelve a mí...
Quedó paralizado hasta que notó un movimiento directo a la cara de Mirko, la cachetada resonó en el silencio del amanecer. No supo quien fue hasta que el pelo ondulado característico de Lina se coló en la imagen. Una tras otra cachetada se sucedieron sobre el omega que con maldad había expuesto algunos de sus pecados. Giró el rostro para ver Pete que estaba extremadamente pálido, hizo el ademán de acercarse pero no pudo, su pequeño caminó unos pasos para atrás.
-Amor...-hizo el intento de tocarlo y el otro le rehuyó - amor por favor...
El cuerpo de Pete empezó a convulsionar, las arcadas comenzaron hasta que dieron paso a los vómitos, ni siquiera alcanzó a agacharse, el contenido de su estómago cayó sobre su misma ropa, deslizándose por la remera y llegando hasta sus zapatillas, parecía no tener fin. Cayó de rodillas y las palmas sostuvieron su cuerpo de no terminar de cara contra el suelo.
-No no por favor Pete - intentó ayudarlo pero otra vez se apartó- amor, por favor...
Fue testigo de como trabajosamente se incorporó y dio los pasos que lo llevarían lejos de él. Trató de sujetarlo pero no se lo permitió.
- Déjame -no detuvo su caminar, su voz era un susurro- por favor déjame...
-No te puedes ir así...- otra ronda de arcadas y bilis saliendo de su boca - vamos, yo te llevo.
-No, no te me acerques.
Vio como se alejaba camino a la calle. A su alrededor, Mirko estaba en el suelo con la cara enrojecida y Lina a un lado con las facciones demudadas y llenas de rencor.
-Te vas o te mato.- se posicionó sobre él- nunca más aparezcas en nuestras vidas maldito hijo de puta.
-¿Porqué no me elegiste a mi?- la voz sonaba congestionada por sus estúpidas lágrimas.
-Solo lo amo a él, tu no eres nada.
Corrió tras su pequeño que avanzaba tambaleante por la calle.
-Vamos Pete, deja que te lleve - intentó colocarse frente a él para que lo mirara pero lo esquivó - hablemos, deja que te explique.
-No, no es necesario - tenía los ojos inyectados en sangre, la ropa manchada al igual que los bordes de su boca- puedo ir solo.
-No, por favor amor....
Pete detuvo su avance y lo miró fijo, el dolor reflejado en su semblante.
-No lo digas - hablaba con suavidad, como si le doliera pronunciar las palabras - ya no puedes decirme más así.
-Lo que tu quieras, voy a hacer lo que digas, pero yo te llevo -quería rogarle, implorarle y prometer lo que fuera solo para tener una oportunidad más- no puedes andar en este estado.
-Basta Ae, basta...déjame.
Sintió un auto frenar a metros de ellos y vio bajar a Lina.
-¿Pete? - con suavidad lo llamó y se animó a tocarle el hombro - ¿me dejas llevarte a un hospital?
Negó con la cabeza.
-Entonces te llevo a tu casa- lo ayudó a subir al auto y él no se negó.
-Lo voy a ensuciar - se miró a sí mismo- perdón.
-No hay problema.- observó la tristeza en ese cuerpo frágil - ¿me dices la dirección?
Pete le dio las indicaciones y bajó los párpados. Se cerró a cualquier sensación que viniera del exterior, sólo era consciente del aturdimiento que significaba ser tan tonto de creer todas las mentiras. Ni siquiera lo había negado, no dijo que era todo mentira. Él no había sido más que una broma, una burla cruel. Hace unas horas había pensado que todo era posible, se repondría, tendría un bebé sano junto a la persona que amaba y ahora estaba en camino a su casa sin la certeza de que pasaría de ahora en más. No se dio cuenta cuando llegaron, escuchó la ventanilla al ser golpeada y vio el rostro angustiado de Plan del otro lado. Abrió la puerta y sintió los brazos de su hermano rodearlo con fuerza, escuchó sus propios sollozos.
-Estoy muy sucio...
-Shhhh, no importa - le dijo al oído.- Tenemos que entrar antes de que se despierte.
No se despidió de la omega que lo ayudó y se dejó guiar hasta la entrada de la casa, la cabeza de Plan se asomó por la puerta para ver que su padre no estuviera fuera. Caminaron con sigilo y entró a la habitación. No esperaba que él estuviera del otro lado sentado sobre su cama, mucho menos que empujara al otro omega hacia fuera y y cerrara con llave dejándolos atrapados adentro. Buscó con la mirada un lugar por donde huir pero no había ninguno. Lo alcanzó en segundos, su cuerpo cayó en la cama con el primer golpe del cinto que atravesó la espalda y le siguieron varios más. No sabía si gritaba o no, el padre estaba en total silencio mientras el sonido del cintazo cortando el aire se sucedía rítmicamente destrozando su alma y su cuerpo. Los golpes y ruegos de Plan se escuchaban contra la puerta. Ya no podía moverse mientas los golpes caían sobre su cuerpo, estaba en posición fetal y esperaba que de esa manera su bebé se salvara de la peor parte. Su mente comenzó a disociarse, las lágrimas caían tibias y se ahogaba en el dolor hasta que cayó en la inconciencia.
Lo despertó una pusión aguda en el abdomen y gritó.
-Tranquilo Pete...- su hermano lo miró con preocupación grabada en sus rasgos- shhhhh, por favor tienes que hacer silencio...
-No puedo...me duele- trató de no gritar el dolor que estaba desgarrándolo pero se le estaba haciendo difícil. Miró su cuerpo apenas cubierto con una sábana, debajo estaba en ropa interior. Marcas rojas en distintas partes, moretones oscuros ya se habían formado.
No sabía cuanto tiempo había pasado, tal vez no demasiado pero el dolor era insoportable. Trató de controlar la respiración y llevó la mano a su vientre.
-Por favor aguanta...-las lágrimas inoportunas empezaron a salir -Nos puede escuchar.
-No aguanto más Plan...tengo que ir a un hospital.- comenzó a sollozar, el dolor agudo en su vientre apenas lo dejaba respirar.
-Sólo un poco más, ya se va y podremos salir...por favor Pete...-el omega comenzó a retorcerse en la cama fruto de los calambres. No quería decir nada, pero ambos sabían lo que estaba pasando y en este momento, hasta que el dueño de casa no saliera no podían escaparse, pobre de ellos si los encontraba fuera de su habitación.
Plan escuchó a su hermano llorar ahogando los gritos en una almohada. Quería sacarlo y correr lo más lejos posible, pero esa no era una opción, y si ahora el otro omega  estaba así fue justamente por eso,  salir sin permiso y ser descubierto. Cerraba los ojos y podía ver los cintazos sobre su cuerpo extenuado.
¿Cuándo se terminaría? No quería pensar así, permanecían en este infierno sólo para acompañar a su madre en los últimos meses de vida, pero lo que su padre hizo a Pete fue de una maldad inigualable. Y ya no podían más. Comenzó a rebuscar en sus cosas y las de su hermano, sacó varias mudas de ropa, un poco de plata que tenía escondida, algunos documentos y lo cargó en una mochila. Metió dentro algunas cosas de su madre, el libro de cuentos y el cuaderno de recetas que le había regalado a Pete y un diario que le había regalado a él.
Al terminar se sentó al lado de su hermano y acarició su afiebrada frente, apoyó la propia sobre él y lloró al verlo destrozado.
-Lo siento...lo siento....-quería gritar la injusticia que era su vida.
-Shhhh Plan, nada de esto es tu culpa- susurró con los ojos cerrados e hinchados.-yo lo hice solo.
-Pero no puedo ayudarte...- no quería moverse por miedo de que Pete se desmayara o algo peor.
-Shhhhh...Ya está...
Los hipidos de Pete y su llanto fue cada vez más lento y pausado, cayendo en el sueño de a poco.
No escuchaba movimientos en el comedor de su casa pero no podía confiarse, tendría que esperar un poco más para llevarlo al hospital.
Se metió en la cama junto a él otro omega y trató de no abrazarlo para no elevarle más la temperatura. Quería velar su sueño, quería dormir y despertar de una vez de esta pesadilla. No soportaba más y aún así no quedaba más remedio que seguir. Elevó una plegaria al cielo para llegar a tiempo para que alguien ayudara a su hermano. Ya era demasiado difícil su vida, las desilusiones se podían contar por centenas y aún así el se aferraba a lo último de esperanza que le quedaba.
Este bebé que cargaba Pete les había dado una pequeña esperanza que se escurría segundo a segundo. Él habría hecho todo por ellos dos, pero dudaba que todo tuviera un buen final.
Lo sintió removerse y vio abrir esos ojos dulces para mirarlo con una ilusión que solo él podia sentir.
-Plan...¿Ya viene Ae?
No pudo contestar, Ae, maldito hijo de puta, si un día volvía a aparecer le haría pagar por ser tan miserable.
Tocó la frente, estaba mucho más caliente, posiblemente deliraba.
Escuchó un golpe débil en la puerta y la entreabrió colocando su cuerpo detrás para no permitir ingresar a nadie.
La visión de su madre en un pijama hasta las rodillas, pálida, consumida, con la mirada agotada y triste fue más de lo que pudo soportar. Abrió la puerta y se lanzó a sus brazos como un niño pequeño. Ella lo besó en la frente y apenas lo apretó con la poca fuerza que poseía. Lo separó de ella y colocó un sobre en su mano.
-Es todo lo que tengo- la mirada tan parecida a la de su hermano era de resignación y a la vez amor absoluto - váyanse, llévatelo.
-Mamá...
-Déjame verlo...- caminó aferrándose a su hijo hasta adentrarse en la habitación y observó al más pequeño dormido en su cama, el ceño fruncido y pequeños espasmos en su cuerpo. Plan colocó sutilmente la sábana más arriba para cubrir todas sus marcas.
Ella sólo posó un beso imperceptible en su pelo y se apartó.
-Dile que lo amo, que recuerde siempre mis palabras, mi fuerza es la suya, necesito que sea felíz - la respiración volvía a fallar - te amo Plan, ustedes son mi vida, pero no pueden condenarse a esto. Pete es más tuyo que mío, perdón por darte esta responsabilidad, pero no puedo hacer otra cosa. Váyanse...
-No mamá...-trató de torcer la determinación de la omega.
-Váyanse y no vuelvan nunca - comenzó a agitarse- llama al número  del cuento y dile que son mis hijos.
Comenzó a arrastrar los pies para poder salir de la habitación, pero esta vez no fue a acostarse, sino que abrió la puerta de entrada y la dejó abierta.
-Rápido Plan- dijo con un hilo de voz- ahora.
Las lágrimas del omega dejaban surcos, despertó a Pete de golpe mientras le colocaba un pantalón y una remera, las zapatillas fueron metidas en otro bolso junto a otras pertenencias que tomó al azar. Lo tomó bajo el brazo y casi arrastró las mochilas con la otra mano, al pasar por el pequeño comedor arrebató un portarretrato con la fotos de ellos tres.
La besó en la frente al salir, y ella acarició el rostro de los dos, era muy probable que Pete no supiera que estaba pasando ni porque se movían de esa forma. Lo último que vio Plan al salir por la puerta de su casa de la imagen de la mujer mas hermosa que habia existido. El peso en su corazón pedía volver a ella, pero desde que nació su hermano no habia nada mas importante que él, ni siquiera la persona le había dado la vida. Su alma lloró al dejarla, pero era la única posiblidad si quería salvar al más pequeño. Cerró los ojos un segundo y luego siguió avanzando, la imagen de su madre se desvaneció como un suspiro pero ellos debian seguir adelante.

〰♥〰

 




Una vez en la vida. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora