Décimo octavo capítulo.

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Décimo octavo capítulo.

-Hola- la voz tan conocida respondió  del otro lado pero él no podía ni hablar. -Hola? Ae? ¿Me escuchas?
De su boca no salía una palabra, sentía que se estaba ahogando, el aire se negaba a entrar a sus pulmones.
-Ae? Por los dioses niño, responde, me estas preocupando...
-Fluke...¿mi papá? - las palabras salían amortiguadas por su llanto.
-Cariño...tranquilizate- el tono denotaba la preocupación del secretario de su padre- dime donde estas?
-No se, no se...- aún sin darse cuenta había conducido como un loco luego que salió del hospital y estaba frente a la casa de Pete - ya va a llegar...
-Escúchame Ae, por favor escúchame, dime donde estas por favor.
-Necesito a mi papá...
-Lo sé, ya lo busco para tí, tiene que estar llegando en cualquier momento.- su voz llegaba suave, como quien quiere calmar a un animal herido - pero dime donde estás.
-Me va a venir a buscar?
-Si cariño, tu te quedas ahí y yo lo llevo para tí.
-Está bien - cortó la llamada sin dar ninguna dirección  e inmediatamente el nombre de la empresa de su padre y luego el teléfono personal de su secretario apareció en su pantalla.
Se quedó enfrente, casi en paralelo a la puerta de entrada, y estaría en el mismo lugar hasta que lo viera entrar a la casa, había golpeado y no hubo respuesta del otro lado, así que no quedaba más que esperar.
No supo cuanto tiempo pasó, las llamadas entrantes se sucedían y él ya no podía hablar así que no respondió.
Cerró los ojos y vio a su Pete acostado con la espalda marcada al rojo vivo, los surcos se superponían y no podía imaginar el dolor que había experimentado en ese momento, mucho menos, el que estaba pasando ahora.
Tenía tanto odio en su pecho, tanto desprecio hacia si mismo, si tan sólo no hubiera sido un cobarde, un miserable que prefirió no decirle la verdad antes...seguramente Pete lo habría odiado, pero él se habría arrodillado, implorando perdón hasta que su omega lo escuchara.
O mejor aún, si nunca se hubiera metido en su camino, buscado con mentiras para luego jugar con él.
Pero lo amaba, nada podía cambiar eso, como nada podía cambiar el hecho de que ahora su pequeño estaba en una cama de hospital, y habían perdido su bebé.
Evocó la mirada soñadora de su omega, la ilusión pintada en su cara. Su imaginación lo llevó a un futuro que ya no existía, Pete con el vientre redondo, las mejillas llenas, su piel blanca luminosa con el brillo que venía desde su interior. Los pensó a los dos con un bebé en brazos, cantando alguna canción de cuna, leyendo algún cuento.
El dolor en su centro, el calor de la ira lo consumía y necesitaba destrozar a quien había robado todo de su pequeño.
Nunca supo cuanto tiempo pasó, siguió a la espera, ya no quedaban lágrimas para derramar pero la furia fue incrementándose llegando a su punto máximo cuando vio a un tipo corpulento de más de un metro ochenta buscar unas llaves frente a la puerta de la pequeña casa. Corrió dejando atrás la moto y el celular tirado en la vereda.
-¿Eres el padre de Pete?- el alfa se dio vuelta ante la mención y no llegó a asentir ni responder. Empezó con un puñetazo en la cara del cual el otro no pudo atajarse. Y le siguieron uno tras otro, la furia y el dolor le dieron la fuerza para seguir golpeando al alfa de mayor tamaño. Hizo brotar sangre de los cortes que fue haciendo al otro que apenas se defendía. Escuchaba gritos que surgían de su boca pero no podía entender, su cerebro e instinto pedían destruir al hijo de puta que puso a su omega en la cama de un hospital. Lo golpeó por cada lágrima, por el dolor de su pérdida, cada puñetazo era por las veces que lastimó a Pete, por la vez que dejó marcas rojas en su cara, por la tristeza en sus ojos al contarle sobre el sentimiento de culpa por la enfermedad de su madre que este malnacido le había inculcado.
Cuando el otro ya en el suelo no se movía siguió con las patadas en sus costillas hasta que unos brazos los tiraron hacia atrás.
-¡Basta Ae!- la voz llegaba amortiguada por la sangre que rugía en sus oídos - hijo por favor...
-Papá...-lloró una vez que pudo emitir alguna palabra - mató a nuestro bebé....mató a nuestro bebé...
El alfa mayor lo llevó al suelo y allí lo acunó.
-Shhhhh, amor tranquilo...-las manos acariciaban su rostro y sintió un beso en su pelo.
-No papá...él mató a nuestro bebé...
-Escucha hijo, por favor necesito que te calmes, tengo que llamar una ambulancia, está muy herido.- Ae empezó a forcejear.
-No! Déjalo, déjalo que se muera - intentó pararse nuevamente para poder terminar lo que había comenzado.- papá déjame!
-No amor, basta.- lo contuvo en sus brazos y le indicó a Fluke que llamara una ambulancia.
El cuerpo del alfa golpeado permanecía en el suelo, la sangre fluía por sus heridas creando una mancha que se expandía bajo él. En algún momento la puerta frente a ellos se abrió. Ae y su padre levantaron la vista a la imagen casi etérea delante de ellos. Los ojos eran iguales a los de su amor, la misma forma y color, así como la misma tristeza. Avanzó con pasos mínimos y se agachó al lado de su alfa, con una mano temblorosa apartó el pelo ensangrentado del rostro y dejó la mano allí.
-Por favor...váyanse- la respiración salía con dificultad y las palabras apenas eran audibles- váyanse.
-No -el alfa menor necesitaba matar a esa basura y no importaban las consecuencias.- no me voy a ir, el mató a nuestro bebé...
La omega pareció encongerse más ante las palabras y lágrimas comenzaron brotar y caer sin que pudiera evitarlo, su mano nunca abandonó el rostro de su marido.
-Váyanse- volvió a repetir- va a venir la policía, y eso no es lo que necesita Pete...
Escuchar su nombre fue la unica razón por la que dejó que su padre lo ayudara a levantarse y lo llevara a su auto, Fluke se encargaría de llevar la moto.
No vio ni escuchó nada en todo el camino, se sentó al lado de su padre mientras él lo llevaba y dejó que su mente vagara en todo y nada.
Sentía que la oscuridad se apoderan de todo, su alma era arrastrada y nada podría repararlo. Ya dentro de su casa, Ohm se ubicó a su lado en el sofá y lo sostuvo como al niño pequeño que era en este momento. Lo había perdido todo, el amor de su vida y al pequeñito que crecía dentro él.
El secretario de su padre se quedó al margen, caminó por la cocina y terminó preparando un te para su jefe y su hijo. Con sigilo se acercó a ellos y colocó una bandeja en la mesa ratona en medio del living.
-¿Quieren que me retire?- preguntó mas para el alfa mayor, pero fue Ae quien terminó negando con la cabeza.
-No, está bien...puedes quedarte- habló el joven con la voz congestionada- gracias Fluke.
-No tienes nada que agradecer Ae.
-No realmente - fue el turno del mayor- nunca podré pagarte lo que hiciste hoy, si no fuera por ti, estaría dando vueltas por la ciudad tratando de encontrarlo.
Fluke se sonrojó, aún con los años, todavía no podía manejar los halagos de su jefe y esta vez no podía disfrazar la reacción con una hostilidad fingida como hacia siempre.
-Por favor, si no te incomoda, quédate con nosotros.
Luego de unos minutos de tranquilidad, Ae dio rienda suelta a todo su dolor, no ocultó nada. Su corazón se quemaba al relatar como su propia maldad había llevado a un inocente a una cama de hospital. Lloró mientras su padre lo sostenía y escuchaba como los ojos de su amor habían brillado con la esperanza de tener un bebé al que no habían buscado pero que resultó ser algo hermoso con lo que soñar. Esos mismos ojos que no tenían vida la última vez que pudo enfrentarse a ellos. Le habló de su amor por él, de su necesidad de cuidarlo, de como ese pequeño omega había sufrido en manos de su padre y como la violencia había matado a la pequeña vida que existía dentro de él.
-Papá...yo lo quería, te juro que lo quería - se limpió con la mano el agua que todavía escurría de su nariz- yo los iba a cuidar a los dos...
-Lo sé amor...-el alfa mayor a esta altura del relato también dejó salir la tristeza- no dudo de que lo hayas amado.
-¿Por qué le hizo eso?- hablaba ausente de todo- tienes que verlo papá, él es tan inocente...yo prometí que lo cuidaría, le dije que todo iba a estar bien..
-Está bien cielo, haremos lo necesario para ayudarlo.
-¿Si?
-Si amor. Ahora, es el momento que te bañes, comas y descanses. Yo haré unas llamadas.
-¿Crees que me buscará la policía?- si eso sucedía, no sólo no vería a su omega, sino que seguramente lo expulsarían de la práctica médica.
-Eso voy a averiguar.- subió dejando al alfa y el secretario abajo, ni siquiera se puso a pensar como fue que lo localizó pero poco le importaba.
Las pesadillas no lo dejaron dormir, sólo veía a su pequeño con el cuerpo destrozado. Soñó con un niño al que nunca llegó a conocer, el pelo castaño era igual al del omega, la piel de porcelana, sus mejillas...
Lloró cada vez que despertó y rogó a los dioses que le dieran la oportunidad de hacer las cosas bien. La mañana llegó y los ojos inflamados evidenciaban el estado en  que se encontraba. Un rápido desayuno y salió con su padre al hospital, tal vez su presencia ayudaría a que Pete hablará con él.
No esperó ser frenado antes de ingresar a la sala, no esperó correr como enloquecido a la habitación vacía. Nunca sintió tanto terror como el que experimentó al darse cuenta de que su pequeño había desaparecido de su vida.

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Una vez en la vida. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora