Especial MeanPlan

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Especial MeanPlan

Cuando Pete corrió a abrir la puerta de su casa ante los golpes insistentes nunca esperó encontrarse con el rostro cubierto de lágrimas de su hermano del otro lado. Sus brazos fueron directo a tomarlo contra su pecho y retenerlo allí mientras el mayor balbuceaba palabras incoherentes.
-Me va a odiar por siempre Pete -la voz llegó congestionada.
-Shhhhh, noooo, eso es imposible -trató de calmarlo mientras las manos le recorrían la espalda- Mean nunca te odiaría.
-Si, esta vez si...-levantó los ojos y allí pudo ver el miedo- le mentí, lo engañé, nunca más me va a querer...
-Ven -lo guió dentro- quiero que te tranquilises, ya hablaremos y me lo aclaras todo.
Al final Pete lo llevó hasta una habitación para invitados y lo recostó para que lograra relajar el cuerpo. Cinco minutos después, pequeños hipidos salían de su cuerpo dormido. Envió un mensaje a Mean para evitar que se volviera loco. No podía imaginar la cabeza del alfa en este momento, conociéndo a su hermano, no tenía dudas de lo que habia hecho.

Plan abrió los ojos en una habitación que no era la que compartía con Mean hace mas de un año. Suspiró mientras la realidad caía sobre él.
Hace un tiempo habían comenzado las discusiones diarias.
El omega, a insistencia del alfa se había hecho los análisis que al final determinaron que era portador de la misma enfermedad que su madre. El temor había inundado su corazón, la idea de que sus pulmones dejaran de funcionar, de una muerte lenta y una agonía cruel lo llevaron a llorar aferrado a su pareja. Al día siguiente comenzaron el tratamiento, Mean administraba los inhibidores y llevaba un control exhaustivo de su condición.
Amaba la vida junto al mayor, por años se había negado esto y ahora estaba seguro que no podría vivir sin él. La primera vez compartiendo un celo fue maravilloso, sentir su cuerpo entrar en él cuando la necesidad estaba en el punto más alto fue exquisito, todos sus impulsos nerviosos lo llevaron a sentir de la manera que nunca antes había experimentado.
Los problemas empezaron unos meses después, en el primer celo había tomado los supresores para evitar un embarazo, pero ya no los necesitaba. Sentía que este era el momento, quería un hijo con Mean.
-No -fue la respuesta tajante al planteo- no lo vas a hacer.
Estaban en su cama luego de haber compartido unas horas de intimidad.
-¿Qué? -de seguro no era más que una broma. Siempre supo que Mean quería formar una familia.
-Adoptaremos -resolvió sin tenerlo en cuenta.
-Si, puede ser después -intentó razonar- no me opongo a adoptar...
-Entonces está resuelto -comenzó a levantarse de la cama hasta que Plan tironeó su mano para detenerlo.
-No, no está resuelto -no entendía que estaba pasando- Mean, te digo que quiero tener un hijo, uno nuestro.
-No Plan -lo miró desde arriba- yo no quiero.
Plan sintió que su corazón era anestesiado, cayó nuevamente sobre la cama y desde esa posición vio al alfa entrar al baño y cerra la puerta. Estaba aturdido. Sintió que un beso fue depositado en su frente antes de que los pasos se perdieran en el pasillo y él seguía en el mismo lugar sin entender nada. Trató de hacerse un bollito sobre la cama y dejó que la tristeza fuera saliendo como en olas, su cuerpo temblando al ritmo del llanto.
No entendía, su cerebro no podia procesar el porque de la negativa. Y él sentía un impulso, algo desde dentro que le decía que era ahora, algo que nunca se había planteado comenzaba a germinar en su pecho. Lloró por horas hasta que a fuerza de su voluntad logró levantarse. Llegó al baño y vio su imagen reflejada, los ojos hinchados y rojos, la cara llena de marcas. Apoyó las palmas en el lavatorio y con la cabeza gacha volvió a llorar hasta que se dijo que debía parar. Hablaría con Mean y él seguramente le daría sus razones. Sabía que no podía obligarlo, al principio de su relación él había contado que mil veces fantaseó con tener un hijo juntos,  por lo cual estaba seguro que podría hacerlo entender que era el momento.
Los días que siguieron fueron peores, ya ni siquiera podían estar en la misma habitación sin pelear, o mejor dicho, sin que Plan peleara con una pared, porque el alfa pocas veces respondía. Lo único que salía de su boca era un no definitivo.
La primer noche que durmió con la tristeza como única compañera pensó que su alma se desharía. Abrazó la almohada con el aroma de Mean y dejó que por unos segundos lo consolara. Años de su vida alejado del hombre que amaba para que ahora todo terminara así.
Se despertó y Mean estaba sentado a su lado, la ropa arrugada y el pelo en un maraña. Los ojos mostraban que por lo menos él no fue el único que sufrió durante la noche.
Los dedos del alfa acariciaron su pelo hasta llegar a las mejillas y se quedaron es esa posición, las respiraciones de los dos llenaban el silencio que reinaba entre los dos.
-Plan...-habló con suavidad- no podemos seguir así.
El omega se incorporó en la cama apoyando la espalda en los almohadones. Sus ojos se volvieron acuosos y las pestañas intentaban retener la humedad de ser liberada. No quería escuchar, porque si las palabras eran dichas significaba que este sería el final.
-No...no lo digas por favor...-rogó con un hilo de voz- haré lo que me pidas pero no lo digas.
-¿Qué? -sacudió la cabeza- tienes que escucharme.
-No -resolvió y ocultó su rostro para que no pudiera ver el dolor que lo estaba desgarrando- esta bien, olvida todo lo que dije por favor, pero no digas nada.
-Plan, tienes que escucharme, tienes que entender -intentó nuevamente.
-No -sacó los pies debajo de la manta que los cubría y los colocó en el suelo- olvida todo, fue una tontería.
Corrió al baño y se encerró dentro. Se sentó en el frío suelo con la espalda en la puerta, los brazos sosteniendo sus rodillas mientras la amargura salía entre lamentos que escapaban de su garganta. Trató de frenar con una mano sobre la boca los gritos de angustia que amenazaban con robarle la poca dignidad que conservaba.
-Plan...por favor -un golpe a la puerta- abre.
Quedó en el mismo lugar sin saber por cuanto tiempo, cuando en su cuerpo ya no quedaba más que llorar, se levantó, fue desnudándose de a poco y se metió en la ducha. El agua caía sobre él pero no podía sentir nada. Se miró a sí mismo, desde las puntas de los dedos de los pies pasando por sus pantorrillas, rodillas, muslos, pelvis, su pene, llegando al abdomen, el pecho, movió la cabeza y vio sus hombros, brazos y las falanges de sus dedos. ¿Cuál sería la parte de su cuerpo que dejó de amar primero?
-Plan...-la voz llegó desde un costado, seguidamente el agua ya no caía sobre él y no le importó. Percibió algo cálido a través de la piel y segundos después era levantado y colocado sobre la alfombra de la habitación.
Sus ojos hacían foco en un punto ciego mientras algo suave lo recorría sacando la humedad de su piel. Pronto estaba cubierto por la colcha que había abandonado tiempo atrás y cerró los ojos dejando que la oscuridad se llevara todo.

Una vez en la vida. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora