Vigésimo quinto capítulo.

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Vigésimo quinto capítulo.

-Earth, puedes retirarte por hoy, yo voy a cerrar.- lo dijo sin mirar al omega mientras limpiaban las mesas.
-¿Estás seguro? No te ves muy bien...- el joven observó el semblante pálido de reojo.
-Si, es solo cansancio- impostó una sonrisa- voy a terminar algunas cosas en la oficina y voy a casa.
-Esta bien, gracias.- dejó un trapo y el rociado sobre un mostrador.
-No, gracias a ti, cuídate en el camino ¿si?- le dio un pequeño abrazo antes de que el omega saliera al hogar que compartía con otros omegas. Lo habían contratado hace tres años, un adolescente problemático que por los azares de la vida se sumó a esta pequeña familia. Earth había sido echado de su casa a los 16 años y por un año vagó en las calles hasta casi llegar a prostituirse antes de que Plan lo encontrará durmiendo en la entrada del café. Su camino juntos había empezado allí, su tío movió cielo y tierra para encontrarle un lugar en un hogar y luego de reiniciar la escuela, ellos le dieron un empleo para poder ganarse en porvenir con un trabajo honesto. Estaba orgulloso de "bebé Earth" como a veces lo llamaban. Hoy, con 20 años, tenía su camino pensado y una meta a conseguir y él daría todo para ayudarlo.
Una vez cerrado con llave caminó a su oficina sin dejar nada en el frente sin revisar. Fue repasando todo para no pensar en lo que estaba atormentándolo, revisó sus cajones y sacó los bocetos del cuento que debía terminar. Las líneas simples de los conejos pintados con acuarelas comenzaron a desdibujarse cuado las lágrimas brotaron sin control. Llevó las manos a los ojos para detener el flujo constantes de agua salada pero fue imposible. Se levantó de un salto y corrió al baño. Se encerró y pensó en lo fácil que era caer en los viejos hábitos, bulimia nerviosa lo había llamado su psicólogo, una condición de la que le costó salir y que era un lugar seguro al que volver. Inspiró con fuerza y soltó el aire lentamente. Hizo una cuenta regresiva y en su mente buscó un momento del pasado en el que se sintió feliz. Y lo que encontró lo asustó, porque se vio de nuevo en un banco bajo unos sauces que rodeaban un lago, si se esforzaba un poco mas podia llegar a sentir el aroma que acompañaba el recuerdo. Abrió los ojos, no volvería a esto, no vería a nadie más sufrir por su culpa, él ya no era ese chiquillo enamorado que no podía ver el elefante frente a sus ojos. Caminó de nuevo al escritorio y sentado en su silla observó sin ver más las paredes con algunas fotos de la familia que tenía ahora. Había hecho un recorrido angustioso hasta encontrarse aquí. Pero Ae vino a recordarle que un día fue un niño tonto que dejó que lo engañaran sin que él pusiera resistencia. En sus sesiones, el terapeuta le había dejado en claro que nada había sido su culpa, ni la enfermedad de su madre, la crueldad de su padre ni las decisiones de Plan que lo ataban a su lado, mucho menos el engaño o la muerte de su pequeño. Y casi se había convencido de ello, pero aún estaba allí, viendo a un omega mofarse de la inocencia que lo hizo creer cada palabra del alfa, sintiendo el dolor que destrozó su corazón cuando él había creído ciegamente. Todavía estaba en su habitación, sangrando mientras su padre desgarraba su carne con cada cintazo. Volvía al momento que su cuerpo abandonó a su pequeñito y lo dejó morir. Sacudió la cabeza, "No, yo no lo dejé morir" se dijo, "yo lo amaba, lo quería conmigo".
Quería dejar de pensar, todo estaba en el pasado, no importaba la aparición de Ae, no importaba que hoy tuviera una hija de la misma edad que tendría su bebé, que hubiera seguido su vida como si nada, que eligiera a otra persona para vivir con ella todo lo que a él se le fue arrebatado.
Volvió a guardar todo en el cajón, hoy no haría progresos. Quería volver a su casa, meterse en la cama y dejar que por unas horas el olvido se llevara todo. Un paso a la vez, no dejaría que la depresión lo arrinconara de nuevo, no haría llorar a Plan o angustiar a Krist.
Se levantó del escritorio y avanzó unos pasos. Fue girando lentamente para ver su espacio, el símbolo de sus logros, y de cada batalla ganada.
El grito surgió desde su centro, dejó al rojo vivo su garganta. Cayó de rodillas y se cubrió la cara con las manos, no podía ser fuerte como quería, no podía fingir que el dolor no estaba derrumbado las defensas que creyó indestructibles. Ante sus ojos aparecieron las imágenes de esa noche, de las horas compartidas, de las promesas hechas. Quería hacer de cuenta de que no dolía tanto el haber creído todas las mentiras, que no dolía el amor pisoteado, el ser destinatario de una broma cruel y absurda que tuvo como consecuencia el arrebatarle un pedacito de si.
Terminó en un montón sin huesos en el suelo y permaneció ahí hasta que el sonido del celular lo trajo de nuevo al presente.
-Ohhhh dioses Pete! - la voz de Plan llenó su oido al contestar- ¿tienes idea de que hora es?
-Perdón perdón - trató de sonar lo menos lloroso posible- me quedé con los bocetos.
-¿Estas bien?- hacia aparición el hermano sobreprotector - quieres que te busque.
-Plan, puedo ir solo, no te preocupes.- trató de calmarlo.- tu ve a dormir que mañana eres imposible.
-Okey, pero el tío te espera. 
-Esta bien, gracias.- no podía zafar de esto - te amo, ¿lo sabes?
-Yo también tonto- ya agregó antes de cortar- no me despiertes.
-Pffff, ya veremos mañana temprano.
Salió por una puerta lateral, colocó la alarma y cerró con llave. Haría a pie las cuadras que lo separaban de casa, dejaría que el aroma a sal proveniente del mar lo colmara y arrastrara por unos instantes las penas de su alma.
La mañana lo encontró otra vez detrás del mostrador. Hoy era el turno de Krist de abrir y Earth se quedaría a su lado para continuar aprendiendo a hacer las coberturas y pedidos especiales. Dos manos no eran suficientes en momentos de que la popularidad del café seguía creciendo. El terror por otro encuentro con Ae no lo dejó dormir y su rostro mostraba signo de ello, su cuerpo preso del cansancio.
-Pete!- la voz que facilmente reconoció lo sacó del trance, puso una sonrisa en sus labios- ¡Hola Pete!
-Hola...
-Me imagino que conoces a mi nieta Cami -el tono potente resonó al otro lado del mostrador -Pete, ¿verdad?
No supo que contestar, quedó paralizado.
-Pete, tero otitos de totolate.- esperaba una nueva galleta para el dia de hoy.
-Okey Cami muchos ositos para tí.
-Gratias- miró a su abuelo y volvió la vista al frente- y bollos para Fluke.
-Los bollos ya están en camino- intentó no mirarla, no buscar en su rostro el parecido con Ae.
-Pete - otra vez el alfa lo llamó- se que es mucho pedir, pero ¿podrías darme algo de tu tiempo?
-Lo siento...-no levantó la cabeza más que lo necesario- estoy trabajando.
-Puedo esperar o venir más tarde.
-Toma hermosa - le entregó el plato con su dulce obra y luego habló al mayor - No creo que haya nada de que hablar.
-Por favor, serán sólo unos minutos.
-Igualmente - No quería ceder a algo que terminaría por lastimarlo, notó que Earth miraba con interés el intercambio.- no puedo.
-Esperaré lo que sea necesario 
-Señor...
-Ohm, dime Ohm.
-Señor- repitió sin importar el pedido- no hay nada de que hablar.
-Espera a escucharme.- la mirada penetrante no lo dejaba.
-Hoy no...tal vez en otro momento - o nunca pensó.
-Esta bien, en otro momento- aceptó el mayor y se despidió al notar que una pequeña cola comenzaba a formarse detrás de él.
Vio a la pequeña con dos colitas castañas caminar hablando sin parar a su abuelo. Se permitió pensar que era muy bonita pero no encontró el parecido con Ae, tal vez tenía los rasgos de su madre omega. Continuó con su trabajo, no podía permitirse otro día de autocompación, una sola noche ya fue suficiente.
Al cierre del medio día decidió salir y dirigirse al mar, necesitaba que la energía de las olas golpeando lo renovaran e hicieran centrarse en el aquí y ahora. Caminó descalzo por la arena húmeda, enterró sus dedos y los movió para sentir una conexión que extendiera un cable a tierra.
En un espacio apartado de los turistas se sentó a contemplar el contínuo devenir del agua salada. Dejó que su mente se despejara para poder llegar a su centro y encontrar la paz que había perdido el día anterior.
La presencia detrás de él lo puso alerta hasta que la voz de la niña le dijo que no se había equivocado.
-¿Entienden que está mal lo que están haciendo? - dijo de mala manera enojado con toda la situación- ¿Pueden dejarme en paz?
-Lo siento- la voz dulce apenas fue audible - Cami te vio y quiso acercarse a saludar.
Miró al frente y la pequeña estaba a unos metros tratando de equilibrar. juguetes para la playa.
-Perdón, fui grosero. - se sintió un tanto culpable.
-Pete! - lo llamó la pequeña y saludó con su manito.
-¿Puedo presentarme?- la calidez llenaba su forma de hablar- soy Fluke.
-Hola, eres el Fluke de los bollos de crema ¿no?- el omega sonrió y por un segundo tuvo terror de que este joven dulce y bello fuera el padre de la niña, hasta que racionalizó de que no era su problema.
-Soy ese mismo, y es que realmente son una delicia- y señalando a la otra presente añadió- esta princesa ya es adicta a tus galletas con cobertura.
-Sospecho que le gustan los ositos de chocolate.- le daba ternura cada vez que le pedía las galletas con "otitis de totolate".
-¿Podemos sentarnos aquí?
-Ya me voy, tengo que volver al café.- realmente no quería compartir nada con ellos.
-Esta bien, nosotros nos quedaremos a jugar, ¿no es cierto preciosa?
La vio colocar todos sus juguetes en un montón para luego elegir. Quería hacer un castillo, y a medida de que tomaba los elementos no paraba de hablar en su media lengua de letras cambiadas y faltantes.
Pete no podía moverse, veía sus pequeñas manos hundirse en la arena para levantarla y dejarla caer a modo de lluvia. Llenó pequeños baldes con arena y corrió hasta el mar para buscar agua. Pete sintió nervios en la boca de su estómago, ¿las olas podrían alcanzarla? ¿ y si alguna la golpeaba y terminaba arrastrada por el agua? Comenzó a pararse para buscarla cuando la vio volver cargando agua que se caía en su bamboleo.
No salían palabras de su boca, se dedicó a observarla y por un momento se colaron en su cabeza los anhelos que guardaba en el fondo de su corazón. Sacudió la cabeza, no era el momento de pensar en las pérdidas de su vida. Se paró para volver a su lugar de trabajo, primero pasaría a darse una ducha para sacar la arena que el viento pegó a su cuerpo.
-Pete, ¿no vas a tugar?- la voz lo llamó.
-No puedo, tengo que volver a trabajar.- le contestó con una pequeña sonrisa.
-Tío Fluke ¿podemos ir?- se dirigió al omega.
-Puede ser más tarde -miró a Pete y sin más le preguntó - ¿no te molesta? Si crees que ya no deberíamos ir...
-No, está bien. -respondió automáticamente.
-Pete, escucha -dijo antes de que él  comenzara a alejarse- te pido perdón en nombre de Ohm...
-No tiene importancia.
-Si la tiene, no tenía por que presentarse así.
-Pero tú también lo estás haciendo ¿no?- lo vio ponerse colorado y le pareció mucho más tierno- lo siento...No debí decir eso.
-No, aunque fue involuntario, tienes razón, pero juro que no hay mala intención de nuestra parte - se defendió.
-Entonces podrían parar con esto -lo miró a los ojos- nada bueno puede salir.
-Pete, se todo lo que sucedió - miró a Cami para ver que no estuviera prestando atención- se que mucho de lo que hizo no tiene perdón, pero tal vez podrías escucharlo...
-Si lo escucho, ¿va a devolverme lo que perdí? - vio la cara de tristeza de Fluke, lo estaba atacando injustamente- mira, es una pena habernos conocido en estas circunstancias, pareces una persona agradable, pero remover el pasado es más de lo que puedo soportar.
-Lo entiendo...
-¿Lo haces? No hace tres dias que aparecieron en el café y ya estan tratando de desbaratar mi estabilidad emocional.
-Esa no es nuestra intención.
-Entonces no lo hagas- quería dejar esta conversación atrás y seguir con su día- él siguió con su vida, yo debo hacer lo mismo con la mía.
-Pete...
-Doy esta conversación por terminada.-miró a la niña y la saludó con la mano. No esperaba que ella se levantara de un salto y se abrazara a sus piernas.
-Otro día vamos a tugar, ¿ti?- sus dientes hicieron aparición al sonreír y él sonrió en respuesta.
-Okey, vamos a jugar, pero yo tengo que trabajar ahora -comenzó a alejarse- adiós Fluke.
-Adiós...
Se alejó con el paso lento tratando de ordenar sus pensamientos. Dos encuentros de este tipo dejaron una sensación extraña, tal vez él también podría cerrar para siempre ese capítulo de su vida. Porque aún cuando su vida era otra, todavía seguía atado al pasado. Posiblemente era momento de dejar ir lo que nunca tuvo. Su duelo se había prolongado demasiado. Respiró con fuerza, llenó sus pulmones con aire salado proveniente del mar.
Era el momento de liberarse de su prisión autoimpuesta.

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