Décimo sexto capítulo (Parte uno).
La rutina de la Universidad y sus horas en el hospital imposibilitaron a Ae de volver a buscar a Pete en el Instituto o pasar aunque sea unos minutos por el lago donde se veían con anterioridad. Dejó de insistir con los mensajes, existía la posibilidad de que Plan le hubiera sacado el celular a su hermano, porque se negaba a pensar que su omega ya no quería hablar con él, y ni siquiera consideraba cualquier otra cuestión.
Una vez pasado los veinte días cometió la mayor de las locuras. No aguantaba más, este silencio ensordecedor terminó por desquiciarlo y tomó la decisión de ver a Pete sin importar los medios. Era su primer día de descanso desde comenzadas las prácticas médicas y usaría el tiempo sabiamente. Esperó a las afueras del instituto y allí lo vio. La piel blanca, casi transparente con evidentes ojeras, su cuerpo más pequeños si eso era posible; llevan a su uniforme habitual y la mochila negra en los hombros. A la distancia pudo llenar sus retinas de la imagen que añoraba y se habría acercado si no fuera porque el guardián del omega ya estaba ahi. Pero hoy era el día y nada se interpondría. Esperó con el cuerpo vibrando ante la visión, el pelo castaño que escondían esos ojos que conocía tan bien y los labios rosados que adoraba besar. Una vez los hermanos emprendieron el camino el se encolumnó tras ellos. Había una cuadra de distancia pero nunca los perdió de vista. Los vio ingresar a un barrio de casas bajas y veredas amplias y transitar el trayecto con lentitud. No podía asegurarlo, pero creyó ver que hablaban y hasta divisó un pequeña sonrisa de su muchacho, Plan en un momento lo abrazó por los hombros.
Pararon frente a una pequeña casa de fachada desgastada, un jardín de plantas olvidadas en el frente. Los vio ingresar a la casa y se quedó allí esperando notar algún nuevo movimiento.
El celular vibró en su bolsillo y lo sacó para ver si era algo importante.
-Que quieres- inquirió con enojo al otro- te dije que ya no molestaras.
Mirko pasó a ser un real dolor de cabeza. Ese omega estaba loco y obsesionado. Gracias a las advertencias de Lina se dio cuenta de que era alguien sin control que no aceptaba un no como respuesta, pero él no estaba dispuesto a aguantarlo.
-No, no quiero nada- respondió a la sugerencia de encontrarse en su casa- no pienso volver a verte.
Siguió escuchando primero las quejas y luego las advertencias y amenazas veladas que profirió el otro.- Haz lo que quieras, no me importa.
Colgó cuando vio salir a Plan de la casa y alejarse caminando.
La decisión ya estaba tomada, golpeó la puerta sin importarle más nada que tener frente a él a su pequeño, cuando los segundos pasaron y no hubo respuesta volvió a golpear con mayor insistencia.
Los ruidos dentro advirtieron que alguien iba en camino y se preparó para enfrentar a quien sea. La hendija que se abrió fue suficiente para ver esos ojos que tanto había extrañado y que se le aparecían cada vez que cerraba los suyos. Lo que no espero era la mirada de terror que reflejaban. Sin una palabra metió la mano por la pequeña apertura y tironeó a Pete hasta que no le quedó otra que seguirlo. No dijo una palabra, sentía que el corazón saldría por la boca si intentaba hablar. Hizo unos metros llevando al omega con él hasta que encontró un pequeño callejón donde quedaron ocultos de la vista de quien pasara.
Colocó al joven sobre una pared y lo apresó contra ella, las manos al costado de su cabeza y los ojos fijos en los contrarios. Respiró con dificultad, inhalando con fuerza para soltar el aire sobre el cuerpo que tanto había añorado. Colocó la frente sobre el hombro del otro y la dejó ahí hasta que pudo reponerse los suficiente. Verlo de nuevo, tocar su piel, llenar los pulmones con su adictivo aroma era demasiado. Llevó la mano a una de sus mejillas, ya eran casi inexistentes, las manchas oscuras bajo sus ojos lo dominaban todo y la piel blanca tenía una tonalidad cenicienta que preocupó a Ae, y aún así pensó en que nunca antes había sido testigo de tanta belleza.
-Ae...- su voz en apenas un susurro- estas loco.
-Si, lo sé. -recorrió con un dedo los límites de su rostro.- pero necesitaba verte. ¿Porqué no respondiste mis mensajes? ¿Estas bien?
-Estoy bien - no respondió el porque nunca contestó- pero tengo que volver a casa.
-No, por favor Pete -quería tenerlo junto a él un poco más.-quédate conmigo.
-Plan va a volver...
-Por favor, te necesito- acercó su rostro un poco más, hablaba ya casi sobre sus labios- dime que tu también me necesitas.
-Sabes que si- no tenía sentido negarlo - pero debo volver.
-No, no puedo dejarte ir, necesitamos hablar.- estaba muy cerca de rogar, de implorar la posibilidad de estar un poco más junto a su pequeño.- ¿puedo buscarte más tarde?.
-¿Qué?
-En la noche, en la madrugada o cuando me lo digas. Por favor Pete. -la decisión de su omega estaba escrita en su rostro, iba a decir que no y no podía escucharlo.
Con delicadeza buscó sus labios con un beso suave y tierno. Las pestañas del omega cayeron y quedaron allí mientras le respondía con un movimiento sutil y los brazos llegando a sus hombros.
-Está bien...-dijo una vez que se separaron y por fin el alfa pudo respirar.
-Estaré esperando frente a tu casa el tiempo que sea necesario.
Luego de otro beso acordaron que Pete saldría una vez que Plan se durmiera y no hubiera movimiento en su casa. Él esperaría para poder hablar todo lo que estaba pendiente entre ellos. Y nunca más lo dejaría ir. Ya no podía vivir sin su omega.〰♥〰
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Una vez en la vida.
FanfictionUna vez, la ingenuidad de Pete lo llevó a creer cada palabra que salieron de la boca del alfa que no hizo más que destrozar sus esperanzas. Con el mundo sobre sus espaldas, dos hermanos luchan por sobrevivir y dejar atrás el infierno al que fueron...