Vigésimo capítulo.

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Vigésimo capítulo.

Plan miró su celular preguntándose si debía hacer la llamada o no. Sabía que todo dependía de él. Mean había cumplido su palabra, siempre había estado de una forma u otra. El día que el mundo se vino abajo sobre Pete y él, el alfa fue su soporte. Una casualidad los encontró en la sala de espera del hospital, y mientras su cuerpo temblaba producto de un llanto descontrolado, el tomó las riendas de la situación y se hizo cargo. La llamada a su tío Krist la realizó desde su celular, ya que él no podía siquiera hablar sin que la voz se le quebrara. Sabía que su padre era violento y posiblemente estaba loco, nunca imaginó cuanto.
Su pequeño hermano estaba en una cama tratando de sobrevivir a la tortura que el mayor lo había sometido y él no podía hacer otra cosa que llorar. Por eso, si alguna vez tuvo dudas del amor que Mean le prodigaba, en ese momento se esfumaron, porque nadie puede sostener y acompañar de una manera tan desinteresada si no era por amor.
Una vez recuperado Pete de sus heridas físicas, supieron que era necesario dejar todo atrás y eso significaba que era el final de su historia.
Recordó lo que siempre repetía el alfa "Siempre estaré para ti, no importa como sea". Y lo había cumplido, Mean siempre estaba a una llamada de distancia. Cada algunos meses, cuando la necesidad de verlo se hacía insoportable realizaba la llamada. Unas horas robadas en algún hotel de algún camino, una cena, un pequeño paseo. Él nunca pidió más, pero en sus ojos siempre estaba la promesa de esperarlo, esa que hizo mientras se aferraba a su cuerpo cuando se dieron el adiós.
Y lo necesitaba tanto...
No pensó que sería así, que esa atracción juvenil se convertiría en algo tan fuerte que a veces lo ahogaba en su intensidad.
Se decidió por enviar el mensaje, segundos bastaron para la respuesta. Se tomaría una noche en la próxima semana, lo vería, se perdería en su piel, en sus brazos, llenaría los pulmones de su aroma y sus labios se deleitarían con su sabor. Pero como un adicto, cada vez necesitaba más y le dolía no poder actuar en consecuencia. Porque darle una oportunidad significaba dejar el lado de Pete, y eso era impensado para él, el amor por su hermano lo superaba todo. Una vez decidió darle fin a la vida que llevaban para poder salvarlo, no sabía ser de otra manera, no podía dejarlo, por lo cual su extraña relación con Mean se limitaba a unas noches de placer en algún lugar donde podía ser él mismo y se entregaba sin reservas al hombre que logró conquistarla a pesar de todas sus reservas.
Se encontraron la noche del lunes, el martes el café permanecía cerrado y podría tener todo ese día para los dos.
Se besaron con la pasión de los amantes que pasan separados demasiado tiempo. Mean lo apresó entre sus brazos y demandó una respuesta sumisa de sus labios. Plan respondió entregando todo de sí, eso era lo que necesitaba, lo que tanto esperaba. Quería que el alfa se hiciera cargo, que por una noche quitara todas las decisiones de sus manos y poder rendirse sin inhibiciones al placer que el otro era capaz de despertar en él.
Camino a la habitación del hotel las manos del mayor fueron marcando a fuego sus muslos mientras lo apretaba sin contemplaciones, dentro lo posicionó sobre la cama y sin palabras de por medio le indicó que colocara las manos en el cabezal de madera labrada. Habían jugado varias veces este juego. Plan no se soltaría hasta que el primer orgasmo fuera arrancado de su cuerpo, no importaba de la manera que lo hiciera ni cuanto tiempo le llevara. Cerró los ojos y se abandonó a las manos que iniciaron en suave masaje en la planta de los pies luego de sacarle el calzado y dejarlo abandonado. Suspiró, cada movimiento lo llenaba a un nuevo plano donde ya no era él, donde ya no era hermano, hijo o sobrino, sino que era un omega con el deseo insatisfecho que imperaba ser cubierto. La lengua de Mean comenzó a arrastrarse desde los tobillos y subir lentamente, sobre las rodillas las lamidas generaron cosquillas.
-Shhhh- apenas le indicó- tranquilo...
Una vez cerca de su ingle, Plan se movía inquieto con el deseo pulsando a través de todo su cuerpo.
-Por favor...-rogó ante el placer negado.
-Fue mucho tiempo pero tienes que aguantar...- lamió demasiado cerca de su pene.
-No....- mordió sus labios con fuerza, las manos apretaron más el cabezal.
-Shhh- colocó una palma sobre el abdomen para impedirle que siguiera empujando hacia arriba, se acercó al oído y bajó el tono- ¿Sabes que creo?...Creo que quieres un castigo.
Como toda respuesta emitió un gemido largo ante la anticipación de lo que esas palabras podían significar.
Las manos recorrieron sus brazos hasta llegar a los dedos y allí los sostuvo para luego poder dar vuelta el cuerpo del omega.
-Ohhh dioses Plan...eres perfecto...
Comenzó a morder la nuca y siguió con la espalda y hombros donde era extremadamente sensible. Fue marcando sus dientes en la piel y eso estaba volvía de gelatina al menor. Continuó la tortura hasta llegar a los glúteos y se dedicó a molestarlo con sus dientes mientras el otro se retorcía, rogando, implorando por más pero a la vez deseando alargar el momento todo lo posible. Hace tiempo atrás habían descubierto que el placer que alcanzaba al ser mordido en esa zona era incalculable, su nivel de excitación lo llevaba al borde una y otra vez.
-Necesitas más amor?
-Mjmmm- fue todo lo que pudo decir.
-No entiendo...¿Quieres que pare?
-No, no...- arrastró las palabras- maaaasss.
-¿Y si meto un dedo?-los dichos fueron acompañadas con un movimiento certero dentro de su cuerpo.
El orgasmo llegó mientras se despegaba de la cama y volvía a caer sobre ellas refregándose contra las sábanas.
Cuando bajó de su nube de placer, sintió como el escozor de las mordidas era calmado con el paso de la lengua húmeda y tibia del alfa. Enterró la cara en la almohada mientras una sonrisa se dibujaba en su boca.
-Chchch - le chistó entre los besos y láminas que dejaba sobre su piel.- nada de dormir.
Le dio la vuelta de golpe y una vez boca arriba demandó la respuesta de su boca al saquearla con vigor mientras volvía a colocarle las manos sobre la cabeza.
-¿Sabes lo que voy a hacer?- negó con una mirada somnolienta- ¿Sabes cuanto me gusta tu boca?.
El alfa se colocó a horcajadas sobre el cuerpo del menor, a la altura de su cara.
-Vamos...abre esa bonita boca- obedeció al segundo, adoraba esto, el peso de su pene entre los labios, su sabor en la lengua, la sensación de asfixia cada vez que empujaba sin contemplaciones dentro de él. Lo volvía loco encontrarse a su merced.
Los movimientos comenzaron rítmicos, las miradas conectadas mientras uno buscaba su placer y el otro hacia todo para complacerlo. Cada vez fue tomando más velocidad hasta que se salió de control y un grito ronco llenó la habitación.
Una vez sin fuerza para mantenerse erguido se colocó a un lado del más pequeño y acarició su rostro.
-¿Estas bien?- a veces este juego podia irse de manos aunque el omega se volvia loco con él.
-Si...pero necesito dormir antes de seguir.- se colocó dentro de sus brazos y dejó un pequeño beso en su pecho.
-Tenemos que limpiarte un poco.
-No...después -el sueño intentaba llevarlo.
Mean sonrió con su rostro escondido en el pelo del joven. La respuesta del omega siempre había sido apasionada, desde el primer encuentro, hace ya 6 años, un tiempo antes de que cambiara de ciudad, respondía con total entrega en la cama. El problema es que no era igual en su vida. Mean siempre estaba al margen, acompañaba, lo escuchaba y estaba siempre esperando un mensaje, una llamada...
Pero a veces soñaba con más, y tenía terror de decirlo porque lo más seguro es que terminara huyendo.
-¿En que piensas?- lo miró a los ojos mientras lo interrogaba.
-Nada nada...- no podía pronunciar las palabras que seguramente lo alejarían.
-¿Seguro?- los dedos recorrían con pereza el abdomen desnudo del mayor- tienes el ceño un tanto fruncido.
-No es nada...-prefería que no le preguntara, porque tal vez cometería la estupidez de hablar de más.
-Puedes decirme lo que sea- se sentó a su lado para que viera en su rostro que estaba dispuesto a escucharlo.
Mean se acomodó incorporándose contra el respaldar se la cama.
-Mejor no.
-¿Tan malo es?
-No es eso...
-Entonces?- algo dentro del omega lo impulsaba a presionarlo, a obligarlo a que dijera lo que en este momento lo tenía taciturno.
-Déjalo Plan...
-No, quiero que me lo digas, algo te molesta.
El suspiro del alfa retumbó en su pecho, sabía que era un error hablar, él había aceptado las reglas tácitas de sus encuentros esporádicos pero eso no quitaba las ansias de tener de forma permanente al omega en su vida.
-Es que...¿alguna vez pensaste en algo más para nosotros?
-¿Qué quieres decir? -de golpe las paredes comenzaron a comprimir el espacio.
-¿Alguna vez te imaginaste otra forma de estar juntos?
-No entiendo -o mejor dicho, no quería entender.
-Nunca imaginaste tiempo juntos- soltó el aire de sus pulmones- permanentemente.
-Mean...
-Si, ya se que me vas a decir y por favor no lo digas.
-Sabes que es imposible...- él tenía que entender.
-¿Porqué? ¿No sientes lo mismo que yo?
-No es eso.- se removió en la cama y bajó los pies al suelo.
-¿Entonces?- era el momento de decirlo todo - no quieres lo mismo? Compartir nuestro tiempo, nuestras vidas. Por los dioses Plan, compartir aunque sea un celo, vivirlo a tu lado...
El omega comenzó a buscar su ropa abandonada al costado de la cama.
-Es imposible.
-¿Porqué no lo piensas siquiera?- se acercó a su lado y le tomó las manos para detenerlo de su obvio intento de huida.
-Por que no- lo miró a los ojos- lo sabes.
-No se nada- replicó- nunca me dices nada.
-Entonces esto no tiene un sentido.- se colocó la remera luego de la ropa interior.
Mean lo tomó por la cintura y lo abrazó, apoyó la frente en el vientre plano, el menor cesó todo movimiento.
-Lo siento, lo siento -no lo miró a los ojos- fue una tonteria Plan.
-No no....
-Si, fue una tontería, una idea estúpida de mi parte.
Se quedó allí, no podía dejarlo ir. Mil veces soñó con una vida a su lado, creía que ya se había resignado a ser prescindible en la vida del otro, pero siempre tenía presente la necesidad de tenerlo para amarlo, de verlo todos los días, de compartir un hogar. Su imaginación había ido tan lejos de pensarlo con el vientre hinchado llevando su pequeño.
Lo llevó de nuevo a la cama, tiró la remera hasta rasgarla y apenas bajó su ropa interior. Lo colocó boca abajo.
-¿Lo quieres?- dijo a su oido y Plan respondió con un jadeo mientras levantaba la ingle para rozar el pene del alfa.-¿lo quieres duro?
-Si....dámelo...
Apenas lo preparó pasando su pene en su hendidura un par de veces hasta que se hundió profundamente en él. El vaivén fue lento para torturarlo y hacerlo desear más. Y cada movimiento lo acercó a un orgasmo amargo y triste, cada gemido del alfa traía lágrimas que intentó disimular y un dolor en su centro que amenazaba con despedazarlo.
Se mantuvo en su espalda, no podía mirarlo a los ojos, porque si lo hacía volvería a rogar, y tenía terror de que ese fuese el final.

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