Séptimo capítulo.

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Séptimo capítulo.

La urgencia de hoy por una liberación iba más allá de lo que había sentido antes. Dejó la moto en su garage y subió corriendo las escaleras para meterse a la ducha. Maldijo a ese omega, renegó de su nombre y de la imagen de su rostro que no paraba de aparecer en su mente. Lo odió con fuerza por estar interfiriendo con su vida sin dar nada a cambio. Se quedó bajo el rocío de la ducha dejando que el agua ablandara sus músculos y arrastrara con ella la frustración que sentía metida en sus huesos.
Escuchó movimientos y supo que Lina y Mirko estaban esperándolo. No dudaba de que ella estaba más que lista para su encuentro, pero hoy quería centrarse en ese omega con el que habían empezado a jugar. De aspecto delicado, Mirko no tenía un pelo de ingenuidad en su cuerpo, era el tercero justo para esa conexión que necesitaba esta tarde.
Salió desnudo y goteando para encontrar a los dos en la cama empezando con los juegos previos, ella ya estaba sobre el joven y se masturbaban mutuamente. Los observó desde el borde y se ubicó al lado de la boca del omega para que éste llevara su miembro a la cavidad húmeda y deseosa. No dijo ninguna palabra, cerró los ojos y con fuerza tomó la nuca del otro para moverlo a su antojo. Quería un orgasmo que borrara los recuerdos de los ojos tiernos e ilusionados pero le resultaba esquivo. Lina se colocó a un costado boca arriba, su cuerpo ya húmedo y dispuesto, pero esta vez no sería él quien le daría placer. Se alejó de Mirko y le indicó el lugar entre las piernas de su compañera de cama. El otro sonrió, sabía sin decirlo que es lo que venía, penetró a la muchacha y esperó ansioso a que Ae hiciera lo propio con su cuerpo. Lo sintió sobre sí, apenas lo lubricó y entró en el cuerpo hambriento de placer.
El alfa se cerró a todos los sentidos, no quería escuchar, no quería ver. Sólo necesitaba un clímax que alejara, al menos por ahora, de otra necesidad que no se atrevía a confesar ni siquiera a sí mismo.
〰〰〰
El omega caminó envuelto en una nube, no podía dar palabras a lo que sintió hace unas horas con Ae. Su cuerpo había vibrado como nunca antes y en este momento pensó que nada podía empañar la euforia que lo recorría. Se encontró con Plan que ya lo estaba esperando y lo miraba con cara de sospecha.
-¿Donde estabas?- su voz era exigente.
-Me demoré en la biblioteca.- Plan entrecerró los ojos como evaluando su respuesta pero al final lo dejó estar.
Caminaron en relativo silencio, apenas algunas palabras entre los dos hasta que su hermano señaló.
-Quiero que hagamos algo por tu cumpleaños.
-No creo que sea necesario...-odiaba esa fecha, significaba que estaba vivo y que su madre estaba muriendo.
-Yo creo que si lo es. Quiero que tengamos una pequeña celebración.- discutieron un poco y al final Pete accedió.
Llegaron a su casa y repitieron la rutina de siempre, saludar a su mamá, estar con ella unos minutos y encerrarse en su habitación para no cruzar a su padre.
Por dos días no vio a Ae, no pudieron quedar por sus horarios y él prefirió dejar pasar el tiempo para que el otro omega no sospechara.
Se despertó cuando sintió algo caer sobre él. Plan se había acostado sobre su espalda y cantando de manera desafinada le deseó un feliz cumpleaños. Sonrió con pesar, un nuevo año para odiar el haber nacido robándole la vida a su madre.
Plan lo arrastró fuera de la cama aún en pijama.
Lo llevó a la habitación de su madre y su rostro se iluminó ante la visión. La omega estaba sentada contra varios almohadones, en la cama se encontraban varias bandejas con diferentes porciones de tortas y bizcochos, café y jugos.
-Feliz cumpleaños hijo...- la sonrisa que le regaló iluminó todo el espacio y él le devolvió una propia. No iba a llorar, las lágrimas no harían aparición porque por fin la podía ver sentada y con un poco más de color en el rostro.
Se sentó a su lado y dejó que su aroma mezclado con el del café llenara sus pulmones. Ella pasó los dedos por su pelo y él se maravilló en la sensación de tenerla nuevamente.
Fue un festejo como ningún otro. Desde que se había manifestado la enfermedad, hace más de 4 años atrás, casi habían desaparecido los momentos buenos. Y hoy lo era, era casi perfecto, ellos tres en su burbuja. La omega bebió un jugo exprimido y comió algunos bizcochos y él pudo hacer lo mismo sin sentir que iba a vomitar. Rieron ante algunas anécdotas de un Pete pequeño y demasiado activo que la hizo correr cada vez que se le ocurría escapar.
-Plan, ayúdame...- ella señaló un mueble con una cajonera.- allí, en el primer cajón.
Su hermano buscó lo que le pidió.
-Cierra los ojos Pete...- le colocó en las manos su regalo- abre...
Miró el paquete envuelto en un papel que en apariencia estaba pintado a mano. Lo abrió con sumo cuidado. Dentro había un cuaderno que se evidenciaba ser creado artesanalmente. Las tapas eran duras y con un diseño de flores en tonos ocres y bordes dorados. En el centro una etiqueta tenía escrita el nombre de su madre. Las hojas estaban unidas siguiendo una encuadernación antigua.
La primera hoja tenía el dibujo de un conejo similar al del cuento infantil donde estaba escrito el número telefónico que memorizó. Acarició el material, el papel era delicado. Fue pasando las primeras hojas, fotos de ellos tres, en otras también estaba su padre.
Más atrás otra etiqueta. "Recetas"
-Siempre me dije que un día cumpliría el sueño de tener mi propia pastelería...-las lágrimas de Pete no pudieron ser contenidas.- por favor amor, no llores...
Pero no podía parar, aquí estaba su madre entregándole sus sueños y él no podía hacer nada para retenerla más tiempo. Siguió avanzando las hojas. Los dibujos en acuarela se sucedían y todos tenían puntos en común. Eran tiernos e infantiles.
-Algún día todo va a mejorar pequeño.
Sintió la mano de su hermano apresar la de él y sostenerla. Lo miró y vio la angustia que también se reflejaba en sus ojos.
-Basta basta- dijo a nadie en particular- tenemos que terminar de comer todo esto, ¿o no?
Los bocados bajaron por su garganta como piedras pero se obligó a tragar. No quería esto, se sentía como una despedida y no podía vivir de esa forma. Tomó el regalo y lo apretó en su pecho. Antes de irse se lo agradecio y besó la frente de la mujer de su vida.
Previo a salir al Instituto se apretó a Plan y quedó escuchando lo latidos de su corazón.
-Gracias por eso- dijo con sinceridad. Aún en el dolor agradecía haber tenido este tiempo compartido.
-No tienes que agradecer pequeño, haría lo que fuera por tí.

Caminaron juntos y Plan lo dejó donde siempre.
-Escucha, hoy voy a quedarme un rato más para preparar un examen - mintió el cumpleañero.
-Necesitas que te pase a buscar?
-No, esta bien, vuelvo directo a casa luego de terminar.-más inventos.
-No te demores por favor y cualquier cosa envías mensaje.
Se despidieron y Pete caminó hacia el ingreso hasta que no se sintió bien. Corrió y vomitó tras un árbol. Se quedó allí unos minutos. Su cuerpo se sentía extraño, casi afiebrado. Buscó un banco donde sentarse y se quedó allí, la espalda húmeda por el sudor que comenzó a desprender. Salió del Instituto y caminó directo a la plaza donde se encontraba siempre con el alfa. Desde ese lugar le envió un mensaje para cancelar el encuentro de hoy, era la primera vez que lo dejaba plantado.
La llamada entrante fue casi inmediata.
-¿Qué pasa Pete? ¿Por qué no podemos vernos?- la voz sonó urgente.
-Ae...No me siento muy bien, estoy volviendo a casa...
-¿Qué? No! ¿dónde estas?
-En el lago...donde siempre.-se recostó en el banco y cerró los ojos.
Fueron las manos de Ae la que lo despertaron. Lo vio en cuclillas a su lado.
-Heyy hermoso- susurró- que pasa?
-No sé...-alcanzó con su mano la mejilla del alfa- se siente raro.
-Vamos, no voy a dejarte aquí.- lo ayudó a incorporarse.- te vas a tener que sostener fuerte de mi.
Subieron a la moto, el alfa le había colocado el casco y se aseguró de que el omega se aferrara con fuerza a su abdomen.
No recordaba mucho del viaje y se despertó en una habitación en tonos azules y muebles muy masculinos. La sensación de malestar había mutado, ahora era un calor que se extendía por sus extremidades y llevaba una picazón hasta las puntas de sus pies.
Y pensó que era un tonto, ¿cómo no se dio cuenta antes?. Dibujó una pequeña sonrisa, por lo menos el primer celo lo viviría con la persona que amaba.

〰♥〰

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