Noveno capítulo.

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Noveno capítulo.

No podía mirarlo a los ojos, por que si lo hacía, su alma seguro se desarmaría. Lo abrazó desde atrás y apoyó la frente en la nuca del omega, lo apretujó a su cuerpo desnudo, respiró su aroma y por primera vez deseó perderse en él. Recorrió con sus manos los gráciles brazos, y encontró varias marcas que antes no había notado. Dejó algunos besos en los hombros y probó el sudor de su piel.

-Pete...- susurró su nombre al llamarlo.-Mmmmm--Pete, tengo que limpiarte, espera unos segundos aquí.- Se levantó y buscó una toalla que humedeció con agua tibia para poder higienizar un poco al omega y lo hizo con delicadeza tratando de no provocarle dolor ni molestia. Vio la piel de Pete volverse roja ante las atenciones, sabía que la timidez debía estar perturbándolo.
-¿Te duele?- dejó un beso en su cadera.
-No, apenas una sensación extraña....
Ae se acostó a su lado y esta vez lo llevó a su pecho y dejó que la cabeza descansara sobre su corazón.
-Pete, tengo que preguntarte...- era necesario abordar el tema.- ¿porqué saliste si había aparecido tu celo?, ¿tomaste tus supresores?
El omega intentó ocultar su cara bajo la axila del alfa y por un minuto no respondió.
-Es el primero....
-¿Qué?
-Yo no sabía, nunca tuve uno...es mi primer celo.
El mayor llevó una mano a sus ojos y la dejó ahí. ¿Qué mierda había hecho? ¿Cómo podía ser?
-Pero cómo...
-Si, lo se, yo tampoco lo entiendo, mi celo se retrasó demasiado, por eso no entendí lo que me estaba pasando...
-Puedes ver lo peligroso que fue?- imaginó a este joven inocente vagando por la ciudad y cualquiera podría oler el aroma atractivo en él.
-Lo sé...-lo miró a los ojos- ¿estás enojado?
-No, sólo me da miedo pensar que alguien podría haberse aprovechado de ti -"hipócrita" pensó.
-Pero ahora estoy aquí contigo. - su sonrisa era maravillosa, luminosa, embelesada. Y no quería verla, quería borrarla porque hacía que algo en su interior se agitara.
-Si...ahora estás conmigo...
Se quedaron abrazados hasta que el reflejo post sexo de Ae se activó y se levantó por un cigarrillo.
-¿Fumas?- preguntó desde las almohadas donde descansaba, sólo podía ver su rostro porque había cubierto su cuerpo con la suave colcha.
-¿Quieres?
-No no...- negó enfáticamente.
-¿Te molesta?- por fin encontraba algo más que lo hacía enfadar con el omega.
-No.... es que..., no lo entiendo...
-¿El qué no entiendes?- sentía el enojo subir por su cuerpo.
-Mi mamá...ella tiene una enfermedad degenerativa, algo raro de omega y...-tomó aire y lo soltó para poder seguir con su relato- casi no puede respirar, sus pulmones ya no tienen fuerza...y su corazón se está ensanchando, el oxígeno en su sangre...
Lo vio negar con la cabeza y volver a hacer silencio hasta que decidió continuar.
-No te estoy juzgando, es solo que no entiendo...perdón, no debería haber dicho nada.
El silencio fue espeso entre los dos, algo que se podía cortar, que ocupaba un espacio en la habitación. Ae decidió dejar los cigarrillos, volver a la cama y envolver el cuerpo delgado con sus brazos, le dio un pequeño beso en la frente.
-Nunca me dijiste nada, sólo sé que tienes un hermano.
-Es muy duro hablar de mi familia, mi padre me culpa de la enfermedad, se manifestó después de mi nacimiento.- los ojos del alfa volvieron a cerrarse en un intento de no dejar que nada de lo que saliera de la boca de Pete lo afectase.- ya no quiero hablar de eso.
-Esta bien...quieres descansar un ratito más?-
Quedaron en silencio, cada uno perdido en sus pensamientos hasta que Pete levantó la vista y lamió sus labios. Su mirada era hambrienta y seductora, y aún en su timidez, había un deseo impulsado por el celo que debía ser saciado.
Esta vez lo posicionó de frente para poder observar el placer reflejado en su mirada. Lo besó con fuerza llevado por la pasión del momento. Tomó sus piernas y las acomodó para que rodearan su cintura cuando se colocó en medio de ellas y empujó dentro del cuerpo dispuesto y resbaladizo. Gruñó sobre sus labios mientras dejaba mordiscos en cada lugar que podía alcanzar con los dientes. Las manos tiraron de las hebras castañas y se maravilló en su suavidad, temía lastimarlo, pero los cuerpos habían tomado el control. Pete se aferró a su espalda hasta que el orgasmo lo atravesó como un rayo y sus extremidades cayeron laxas mientras Ae se derramaba en su interior con un gemido largo y ronco. No salió de su cuerpo, y se encargó de besarlo con locura, quería poseerlo totalmente y así lo hizo. Hambriento de Pete, trató de saciarse de él para descubrir que era imposible. Siguió mordiendo, besando, lamiendo toda la piel expuesta. Lo llevó a su pecho y lo apresó con fuerza sin intención de dejarlo ir. Pero la tarde llegaba a su fin y no había forma de escapar al término de sus horas juntos.
-Pete...-le dijo mientras ayudaba a colocarse el uniforme, seguía asombrado de la delgadez del omega y se dio cuenta que nunca llegó a alimentarlo.-Tenemos que pasar por una farmacia, comprar supresores.
-Esta bien...-volvía a ser ese muchacho tímido, como si hace unas horas atrás no hubiera gritado ante cada penetración. Una vez fuera de la casa, con las pertenencias de Pete a cuestas, Ae se ocupó de colocarle el casco y lo besó con ternura antes de abrochárselo bajo el mentón.
-Eres hermoso- le susurró luego de depositar otro beso.
Avanzaron por las calles de la ciudad con cuidado, Ae se encargó de buscar una farmacia y comprar los supresores necesarios, había sido un error terrible mantener relaciones sin el uso de protección, pero las pastillas se ocuparían de cualquier inconveniente. Se encaminó al lago, al lugar de siempre. Se ubicaron en el banco habitual y la cabeza del alfa descansó sobre el regazo del omega. Hace años que no sentía esta paz inundando su cuerpo, tanto que era un recuerdo lejano. Los dedos delicados lo peinaban y provocaban un hormigueo que se extendía por toda su piel. No quería que esto se terminara, quería pasar horas, días enteros así, enterrando la nariz en el aroma exquisito que alteraba sus sentidos. Pero también lo odiaba, quería alejarse del hechizo de este omega y ahora no encontraba la fuerza ni la voluntad para hacerlo.
-Pete...tienes que volver a tu casa- dijo mientras se sentaba a su lado y volvía a tomar esas mejillas que lo volvían loco para luego perderse en su boca nuevamente.
Lo besó con fervor, con hambre, adorándolo y perdiéndose en su calor. Fue el grito de alguien a su costado que lo sacó del embrujo en el que había caído y luego Pete fue arrancado de su lado.
-¿Qué...- todo lo que pudo ver fue un puño en su dirección.
-Plan! no! que haces?- la voz enojado de su pequeño.
-Pete, ¿me mentiste?- pudo ver el rostro colérico enfrente del angustiado del más pequeño. Más atrás la cara de Mean reflejaba asombro y un tanto de miedo. El se refregaba el lugar donde impactó el golpe del omega mayor.
-Te puedo explicar...-trató de intervenir ante la furia de su hermano.
-No Pete, no vas a explicar nada y nos vamos a casa.- las órdenes fueron dictadas con la certeza de que serían obedecidas.
-Pero...
-Pero nada!-
-Heyyy, no le grites!- intervino porque estaba enfurecido de que siguiera maltratando al omega, un dedo fue apuntado a su pecho.
-Ni se te ocurra decir una palabra- habló entre dientes ante la mirada atónita del menor que había enmudecido.- Eres un hijo de puta.
-No le digas así...él no es...
-No es que??, no es un puto que se pasea por todos los omegas que conoce?
-No no...- tartamudeó su hermano.
-No voy a dejar que te engañe Pete, él hace lo mismo a todos...
-No es así...- no iba a creer esas mentiras, su hermano estaba confundido.
Plan se acercó y lo miró de cerca, vio las sutiles señales, los labios rojos, algunas marcas que asomaban bajo el cuello de su camisa, el pelo enmarañado. Cerró los ojos y lo olfateó imperceptiblemente. Al abrirlos su mirada reflejaba un odio que nunca antes había visto en su mirada.
-Eres un maldito hijo de puta...
-Porque no hablamos...-Ae no podía dejar que esto terminara así, hace segundos estaba perdido en la dulzura de esos labios.
-No te vuelvas a acercar- tomó la mano de su hermano y lo tironeó lejos.
Pete ni siquiera pudo llorar, Plan estaba equivocado, Ae se lo había demostrado.
Pero Ae se quedó allí y no negó la acusación. No importa, todo era un error, hablaría con su hermano y lo aclararía.
Pasaron por delante del alfa que había quedado mas atrás y Plan lo fulminó con la mirada. Metros más adelante las arcadas atacaron su cuerpo y vomitó algo de líquido que tenía en el estómago. Pararon unos minutos para que se recompusiera y luego siguieron.
No podía asimilar nada, su alma no daba crédito a lo que había pasado. ¿Cómo todo se había derrumbado en cuestión de segundos? Solo sabía que no importaba, aún sin ninguna promesa sabía que había algo real entre Ae y él, porque no podía ser todo una ilusión ¿o si?

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