Carta 47

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17:58 horas marcaba el reloj. Hace dos horas que estaba en el aula sentada. Todo gracias a mi gran boca. En la sala estábamos 10 personas. Era como una sala de ''detención''.  En dos minutos podría salir de este lugar he irme a mi casa.

-Bien, cuando el timbre suene pueden irse. Espero no verlos de nuevo por aquí. –el timbre sonó- hasta luego.- dijo el profesor J.

Tome mi mochila y huí del lugar.  La escuela estaba vacía. Comúnmente todos odian estar aquí. Mi bolsillo comenzó a vibrar. Era un mensaje... un mensaje de Luke.

Mensaje de Hemmings

''Te necesito:( Mi corazón está roto. Estoy en mi azotea''

Por alguna extraña razón sabia que debía ir. Necesitaba ir. Algo me decía que tenia que estar con él.

Cuando llegue toque el timbre y nadie abría. Me asome por la pequeña ventana y al parecer estaba sola. Mi bolsillo volvió a sonar.

Mensaje de Hemmings

''Creí que no vendrías :) esta abierto''

Sonreí. Es un imbécil.

Gire el picaporte y entre. El aroma a frambuesas se apodero de mi olfato. Subí por las escaleras mientras miraba las fotografías que estaban en la pared. Fotos de su familia y de él. Siempre me ha gustado verlas. Ellos son muy unidos.

Al llegar a la azotea vi a Luke, estaba recostado en el piso.  Me acerque y me miro.

-Gracias-dijo sonriendo

-¿Por qué?- le pregunte confundida

-Por todo. Siempre has estado para mí.

-Ah, no tienes nada que agradecer.- mordí mi labio. Al parecer había estado llorando demasiado. Sus ojos estabas muy hinchados. -¿Qué necesitas?

- Odio a las mujeres-cambio de tema- ¿¡Por qué todas quieres a los más guapos!? Siempre, siempre, siempre. Cuerpo de supermodelo. Ojos de color. Altos. Retrasados. Hijos de puta. ¿Por qué? Explícamelo. No tengo novia  ahora, porque ustedes son unas hijas de puta que solo quieren sexo por todos lados.

-Sabes-reí lo que había dicho- te acabas de describir.- tome una el tazón que estaba a su lado.- bueno, tú no tienes cuerpo de supermodelo.

-No es gracioso- tomo el tazón. -¿estás diciendo que soy un hijo de puta?

-Tú lo has dicho- volví a tomar el tazón.

-Yo no lo soy- repitió la misma acción- tu si eres.

-¿Yo? ¿No te mordiste la lengua taradito?-  agarre de nuevo el tazón.

-Mira señorita- se acerco a mi cara –Yo no soy un hijo de puta-sus labios estaban cerca de los míos. Podría oler su apestoso aliento a cebolla.

-Tú aliento apesta- el rió y comenzó a hacerme cosquillas.

La risa era insuperable. No sabía si llorar o reír. Era una mezcla de satisfacción emocional. Lucas reía como si no hubiera otro día. Nunca lo había visto tan feliz.

No quería que este momento terminara. Al final del día sabía que todo terminaría mal. Sabía que pasaría algo. En sus ojos se veía que él pensaba lo mismo que yo y era doloroso.

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