Carta 161

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No sabía si llorar o reír. Luke y Mariela como novios. Qué buena noticia. Está mañana, antes de desayunar, Luke salió de la casa. Luke le había dicho a Liz que no hiciera de desayunar, que el lo haría, así que tuvimos que esperarlo.

Cuando la puerta sonó, todos creímos que era Luke, y así lo fue. Yo me paré y abrí la puerta. Frente de mi estaba Mariela con un vestido súper corto y escotado de flores coloridas. Sin saludarme, ella se pasó como burro a la casa.

Mariela y Luke prepararon el desayuno. Prepararon hot cakes, flawes y panquesitos. Yo no quise desayunar. Me dio miedo y asco. En todo el desayuno, Mariela fue el alma de la fiesta.

Todos, excepto Jack, reían y platicaban con ella.

Al terminar de de desayunar. A mí y a Jack nos toco lavar los platos, porque la señorita Mariela Hemmings nos obligo. Al final los termine lavando yo, ya que Jack tenía que irse a su trabajo.

Ya había pasando un rato desde que los Hemmings y Mariela habían salido de la casa. Me habían dejado sola, en serio. Ni siquiera me preguntaron-obvio que hubiera dicho que no-ni nada.

Aproveche esta oportunidad y salí de la casa rumbo al hospital. Antes de salir busque en google mapa la ruta de la casa al hospital.

Según yo estaba cerca. A 30 minutos. Así que camine hasta la parada del autobús y pare. Subí y pague. Le pedí al chófer que me avisara cuando estuviéramos cerca del hospital, y el muy accesible acepto.

Me senté en la parte de atrás. No había nadie. Todos estaban hasta delante.

Saque mis auriculares y los conecte al teléfono. Revise mi música y note que había tenía La bella y la bestia de Romeo Santos. Esa canción la había escuchado en México. Era la canción que según mis Jay, describía mi relación con Luke. Y era muy cierto. La puse y automáticamente los buenos recuerdos vinieron a mi mente.

"Puedo ser terco, antisocial en ocasiones pero sincero

un amante por complacer mi propio ego

pero sus ojos de amor eso no ven..

y le he roto el corazón más de una vez

me perdona siempre se rinde a mis pies

esa es su filosofía amarme sin medidas

su amor es sordo y ciego..."

Mire por la ventana y el gran letrero del hospital se asomaba por arriba de los edificios.

-Señorita, hemos llegado.-me dijo el chófer.

Le agradecí y baje del autobús. Camine por la calle rápidamente. Quería llegar y abrazar a mi padre.

En la recepción pregunté por mi padre y me dijeron que estaba en la habitación 161. Subí por las escaleras. Al llegar al piso correcto, mi respiración trataba de componerse, estaba muy rápida.

Busque la habitación y toque la puerta.

-Adelante.-dijo una voz femenina.

Entre con nerviosismo y sonreí al instante. Mi padre giro su cabeza lentamente y sus ojos se iluminaron. Camine hasta él y me senté a su lado. El tomo mi mano y la beso. Yo bese su frente y lo abrasé.

Unas cuantas lágrimas salieron de mis ojos. Eran lágrimas de felicidad. Estaba más que feliz por ver a mi padre de nuevo, y el saber y además ver que estaba bien era hermoso.

-No sabes lo deseoso que estaba para volver a verte.

-Papa, yo también. Me alegra que estés bien.

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