«La Academia Umbrella era un grupo que sabía destacar, por su aspecto, habilidades y demás. La número ocho, Erin Hagrevees, no. Su talento siempre fue volverse invisible»
Erin Hargreeves es una de los ocho.
Antes, la conocían como The Spy. Antes, e...
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—No voy a amarrarte a la maldita silla, Klaus —Diego niega con la cabeza con los brazos cruzados por sobre el pecho y una mueca de incredulidad en el rostro.
—Yo puedo hacerlo —se ofrece Erin, levantando la mano infantilmente, más que nada para molestar a Diego. Klaus le lanza un beso.
Diego pone un brazo delante de ella, deteniéndole el paso con firmeza.
—No, tú no puedes.
Klaus, sentado en la silla, hace un puchero.
—Dijiste que me ayudarías, Di —se queja.
—Hay mejores maneras de desintoxicarse —él afirma—. Maneras que no implican amarrarte a una silla mientras estás sudando y temblando como una hoja de papel.
—No para mí —Klaus niega con la cabeza, tembloroso—. Necesito que me quiten todas mis opciones, ¿entiendes? Como cuando estuve secuestrado... —dadas las expresiones tensas de Erin y Diego ante la mención del secuestro, Klaus elige dejar el pensamiento en el aire sin terminarlo.
—Mierda —Diego resopla con resignación, le arrebata la cuerda a Erin y se agacha para comenzar a enrollarla a su alrededor—. Bien, está bien. Pero empiezo a ver que estás muriendo y voy a desatarte, ¿entendido?
—¡A la orden, señor! —exclama Klaus, aunque su voz no tiene su energía habitual.
—Ustedes son adorables —Erin sonríe, sacando una paleta y metiéndola a su boca. Obviamente, se gana una mala mirada de Diego, pero no es nada nuevo.
La habitación tiene una iluminación tenue de la única ventana. La peliazul se apoya en la pared de madera, guardando su distancia. Se pregunta si Ben está aquí, en alguna parte de la habitación, si recuerda cuando se escabulleron juntos aquí a planificar la vida que finalmente nunca tendrían. Sacude la cabeza, lamiendo su paleta. Necesita dejar de pensar en eso.
—Es el fin del mundo, ¿por qué hacerlo ahora? —Erin le pregunta a Klaus, para opacar el silencio, aunque a éstas alturas cree saber la respuesta. Mientras, Diego camina alrededor de Klaus terminando de ajustar las cuerdas de mala gana.
—Como le dije a mi querido Diego, necesito ver a alguien y debo estar sobrio para hacerlo —Klaus responde, suspirando.
La expresión de Erin se ablanda. Se quita la paleta de la boca y la sostiene en su mano.
—¿Vas a invocar a... la persona que perdiste? —es consciente de lo tenso que se pone Diego ante ésta pregunta, pero Erin necesitaba hacerla, está preocupada por Klaus aquí, ¿okay? Aún si los mecanismos de afrontamiento Hargreeves son una mierda absoluta, sabe que Klaus necesita hablar de su mierda, y después de que le ofreciera un hombro amigo para llorar (literalmente, aunque Erin lo negará rotundamente si alguien lo menciona), siente que le debe al menos hacer lo mismo a cambio—. ¿Cómo se llamaba?
