20."Náufragos"

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Hace 15 años

La primera vez que Erin y Ben se besaron, estaba nevando. Tenían quince años, y no estaban pensando en eso cuando sucedió.

La práctica del día había sido horrible. Papá los había hecho entrenar en la nieve. Los que habían estado mejor habían sido: Luther por su resistencia, Ben por su gran calor corporal habitual y Erin porque la velocidad la mantenía a buena temperatura. Klaus estaba justo detrás de ellos, acostumbrado a tener que soportar bajas temperaturas debido a los fantasmas.

Diego y Allison se sostenía a casi un mismo nivel, tratando de seguir el paso entre la nieve espesa.

Habían corrido por la nieve. Si bien para Erin era como pisar nubes, pelear en la nieve no era tan divertido.

Rodaron por nieve. Una y otra y otra vez, mientras papá gritaba órdenes: “¡Salten! ¡Abajo! ¡Elijan un compañero para pelear!”. Erin peleó con Diego, aunque tenía prohibido usar su supervelocidad para pelear en entrenamientos grupales. Klaus peleó con Allison. Ben peleó con Luther. 

En determinado momento, Erin notó que Vanya los miraba desde la ventana con esos ojos tristes de cachorro que siempre tiene y una taza de chocolate caliente en la mano.

Que suertuda es, pensó Erin para sí misma.

El entrenamiento terminó horas después, cuando Ben sacó a los horrores por error e hizo un agujero en la pared del patio en un intento de no hacer un agujero en Luther.

Su padre los hizo pararse en fila, todos empapados y temblorosos. Envío a Allison, Diego y Klaus adentro, no sin antes escucjaran el sermón de “su deficiente desempeño”. Y si alguien notó como Diego y Klaus rozaron sus manos un segundo mientras entraban, nadie lo mencionó.

Organizó entrenamiento individual para Ben y envió a Luther a reparar la pared, mientras los copos de nieve seguían cayendo. Erin aún tuvo que correr más vueltas en la nieve, ahora con su supervelocidad.

Así que ahora, en la noche, estaban aquí. Los ojos de Ben rojos por las lágrimas luego de que tuviera su entrenamiento personal. Las zapatillas de Erin quemadas y arruinadas.

Se sentaron en el borde de la ventana.

—¿Quieres hablar de eso? —le preguntó Erin suavemente. Se preguntó si Ben sabría que solo era así para él, tan calmada, aún cuando su naturaleza habitual era un torbellino.

Ben, con manos temblorosas y la vista fija en su regazo, negó lentamente con la cabeza.

Erin suspiró y, luego de un momento de silencio, comenzó a leer. Se decantó por un libro de poesía. Ella nunca era la que leía en voz alta, si no Ben, pero si podía hacerlo sentir mejor de ésta forma... Al menos debía intentarlo:—Solemos ir por la vida, de isla en isla, como míseros náufragos sin hogar, ni una idea de como encontrarlo.

Invisible | The Umbrella Academy.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora