26. "Un fin del mundo para la mesa siete"

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Hace 13 años

Ben no es la única parte vital de sí misma que Erin a perdido, descubre con el pasar de los días.

Al principio, dado los yesos pesados que inmovilizan sus piernas, es normal que no pueda moverlas. Le cayeron andamios encima de todos modos, es sorprendente que todavía las conserve, o al menos eso es lo que suele decir mamá. Los días son vacíos y estáticos. Comer poco, pensar mucho, recordar demasiado. Un circulo interminable de un dolor mucho más poderoso de lo que es el físico.

No ve a sus hermanos, excepto por Diego, que la visita algunas veces (normalmente sin decir mucho, luce enojado el 200% del tiempo), y Vanya, que todavía lo intenta.

Desde que Klaus se fue, hay una tensión sólida en el ambiente. Es como si se hubiera abierto una puerta, una posibilidad que antes no existía: Podemos irnos. Así permanecen, tensos y cautelosos, preguntándose quien será el siguiente. Resulta ser Allison, al final, que con sus rumores y cabeza erguida parece decidida a dominar el mundo mismo. Una frialdad nueva puede notarse en sus ojos ahora, opacando solo un poco su expresión habitual de poder. Erin no se despide de ella.

La rubia desea marcharse también, por supuesto, pero sus piernas resultan ser un problema. Cuando le quitan los yesos y todavía no puede moverlas, empieza el pánico. Para entonces, todo lo que se escucha son los gritos de Diego y Luther en sus eternas discusiones. Diego se irá, tarde o temprano, cuando se de cuenta de que no necesita a esta academia para ser un héroe. Luther probablemente no lo haga nunca. Oh, y Vanya sigue ahí, es cierto, Erin tiende a olvidarlo.

Sus piernas no responden, no hay chispa, no hay más libertad, es una prisionera de su cuarto y de su dolor agudo y oscuro. Y entonces, convierte el dolor en rabia, una rabia venenosa que le sube desde la boca del estómago. Dicen que la rabia te da poder, a veces, que te da enfoque. Es posible, quizás, que eso sea lo que haya sucedido. Erin se pone de pie todos los días y cae como peso muerto cada vez, pero no se detiene hasta que el cosquilleo pequeño en sus piernas dormidas al fin se convierte en dolor. El dolor significa que algo todavía funciona, puede trabajar con eso (y, secretamente, una parte de ella quiere que duela mucho). Y la rabia, la rabia para consigo misma y con el mundo es algo realmente poderoso.

¿Cuanto dolor habrá sentido Ben en ese momento previo al final? Probablemente el triple del que ella siente ahora, por lo menos. Necesita esforzarse más.

Ben no es la única parte de vital de sí misma que ha perdido, no, ella también perdió la velocidad y todo lo que la hacía ser Erin Hargreeves. Es, sin embargo, un canje justo por haberle fallado a la persona que más amaba en el mundo entero.

Invisible | The Umbrella Academy.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora