«La Academia Umbrella era un grupo que sabía destacar, por su aspecto, habilidades y demás. La número ocho, Erin Hagrevees, no. Su talento siempre fue volverse invisible»
Erin Hargreeves es una de los ocho.
Antes, la conocían como The Spy. Antes, e...
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Dallas, Texas, Noviembre, 1961
Erin lleva dos meses en Dallas y, en éste punto, empieza a pensar que se quedará aquí varada al menos un buen rato, si no es que siempre.
Si bien es una jodida tragedia en su misma, Erin se tragó la decepción como una campeona y comenzó a recorrer el lugar desde el final de la primera semana. A aprender, a obtener. No es la época que ella habría elegido para quedar varada, pero los sesenta no están tan mal. La ropa es divertida. Además, tienen la guerra fría y toda esa psicosis de los espías rusos que hace que la gente sea muy fácil de estafar.
No tiene problemas para sobrevivir aquí. Su invisibilidad le da todo lo que quiere cuando lo necesita. Los primeros días tomó dinero, objetos, ropa e incluso a usado los baños de diferentes casas porque ¿quién crees que es? Su hermoso cabello no se va a cuidar solo. Ahora vive en un lugar en el centro, un departamento sin ocupar del que se apropió y en el que colecciona sus objetos robados.
En cierta forma, no es diferente a cuando cambiaba de país y ciudad constantemente. Antes del funeral de su estúpido padre. Antes del futuro fin del mundo. Antes de Ben y de perderlo otra vez luego de al fin haber podido volver a sentirlo. Es como si nada hubiera cambiado. Ni siquiera tiene su supervelocidad, es como si en su enfrentamiento con Vanya su apocalíptica hermana le hubiera arrebatado la supervelocidad cuando la usó para atravesar su barrera. Es una mierda, honestamente, a Erin le gustaba ese poder y acaba de recuperarlo. En fin, nada a cambiado, ¿verdad?
Aunque, a diferencia de entonces, Erin ha permanecido en Dallas. Varía entre las diferentes zonas, pero no ha abandonado la ciudad. Todavía tiene la esperanza de que sus hermanos, o al menos alguno de ellos, aparezca eventualmente.
En éste momento, alza la mirada al cielo a través de las gafas de sol oscuras que lleva puestas, y un sol abrasador le devuelve el gesto. Dios, ¿Cinco no podría haberla botado en algún lugar donde el clima no te haga sudar todo el día? Resopla, envolviendo sus manos alrededor del vaso frío de limonada en la mesa frente a ella.
Se encuentra en una terraza discreta de un restaurante en los barrios altos de Dallas. Lleva puesto un vestido largo y recto atado con un cinturón a la cintura. Su pelo rubio resalta, habiendo crecido en éste tiempo y relegando el color azul a las puntas. Piensa teñirlo de nuevo pronto.
Un cliente suyo acaba de irse luego de hacer una transacción. Erin robó para el la lista de clientes de la tienda que es su competencia. Honestamente, fue un trabajo tan fácil que resultó aburrido, pero el hombre pagó bien y le invitó la limonada, así que lo mantendrá en la mira.
Igual que en su vida antigua, Erin está intentando construirse una lista de clientes para sus trabajos de robos y espionaje. Va bastante bien por el momento (ella realmente intenta no pensar en el futuro de su "empresa", de hacerse un nombre en el mundo de la ilegalidad, porque planear ese futuro significaría que aceptó el hecho de que no volverá a ver a ninguno de sus hermanos). De todos modos, le gusta la idea de entrometerse en la mafia, sería un poco más divertido.
