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Siempre fue gracioso sorprender a sus hermanos cuando eran pequeños, hacerse visible frente a ellos y decir "Boo".
Ahora, entra a la casa siendo invisible, pero no planea dar una sorpresa a ninguno de ellos. Simplemente es agradable dar vueltas por el lugar sin rendir cuentas a nadie.
No es la primera en llegar, se da cuenta cuando ve a Diego al pasar frente a la habitación de Reginald. Diego no ha cambiado demasiado desde la última vez que lo vió, sigue envuelto en cuero y cuchillos. Está revisando las ventanas, seguramente en caso de que hubieran sido forzadas.
Erin se apoya en el marco de la puerta y se hace visible con una sonrisa arrogante dibujada en su rostro. Lleva una sudadera naranja brillante, guantes sin dedos blancos con rayas azules y un pantalón negro. En los pies, gastadas zapatillas para correr.
—Vaya, y yo que creía que sería Luther quién se pondría paranoico sobre la causa de la muerte— comenta, entre burlona y sinceramente divertida.
Diego da un salto en sí mismo, con un cuchillo preparado en su mano, y voltea hacia ella en lo que tarda uno en pestañear.
—Mierda, Erin— resopla, bajando el cuchillo.
La peliazul levanta una ceja.
—También me alegro de verte, hermano.
—¿Cuánto tiempo llevas ahí?— gruñe Diego, excesivamente hosco, como siempre actúa cuando quiere ocultar que algo lo pilló desprevenido.
—Oh, ¿por qué? ¿estabas haciendo algo sucio?
Diego rueda los ojos, acomodando el cuchillo en su funda.
—No has cambiado— no es pregunta, sino afirmación. Luego la mira con los ojos entrecerrados, como si la analizara—. ¿Qué demonios le pasó a tu cabello?
Ella ladea una sonrisa engreída.
—¿Ésto? Solo un pequeño cambio, ¿no te gusta?
Diego aprieta los labios. Dios, sigue siendo divertido ponerlo nervioso.
—Es solo... raro.
—Bien, raro— responde ella, despreocupada—. ¿Y? ¿Descubriste algo, detective?
—Todo normal, sin entradas forzadas ni señales de lucha. Un simple bendito infarto.
—Bendito— repite ella, asintiendo con solemnidad—. Por cierto, ¿sabes si Klaus vino? Sigue vivo, ¿cierto?
Diego, al contrario de lo que Erin espera, no la descarta de irritante, sino que acorta la distancia entre ellos tratando de mostrarse fraternal. Erin arruga ligeramente la nariz, eso es nuevo.
—Él está muy vivo. No sé cómo, pero lo está. Si está ya aquí, debe estar buscando algo para empeñar— se encoge de hombros.
—Oh, sutil, yo también quiero algunas cosas— dice ella, sonriendo, y se da la vuelta para marcharse, pero Diego le pone una mano en el hombro, deteniendola.
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Invisible | The Umbrella Academy.
Fanfiction«La Academia Umbrella era un grupo que sabía destacar, por su aspecto, habilidades y demás. La número ocho, Erin Hagrevees, no. Su talento siempre fue volverse invisible» Erin Hargreeves es una de los ocho. Antes, la conocían como The Spy. Antes, e...