«La Academia Umbrella era un grupo que sabía destacar, por su aspecto, habilidades y demás. La número ocho, Erin Hagrevees, no. Su talento siempre fue volverse invisible»
Erin Hargreeves es una de los ocho.
Antes, la conocían como The Spy. Antes, e...
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Erin se sienta en el asiento del copiloto y Allison arranca el auto dando un giro rápido para eludir a las patrullas. No lo demuestra, pero está un poco preocupada por Diego.
Tiene el presentimiento de que esto tiene que ver con la oficial Patch y las huellas que Diego debe haber dejado ahí cuando se desplomó en la escena. Sin embargo, si es así o no, no puede hacer nada para ayudarlo ahora.
Erin se da dos golpes contra la puerta del auto por los giros bruscos de Allison en las calles antes de soltar:—Conduces como una loca, ¿el chofer que lo hacía por ti no te enseñó como hacerlo bien?
Allison rueda los ojos y responde sin perder el ritmo:—Ponte el maldito cinturón y desaparece, ¿quieres? Te gusta hacerlo.
Allison está estresada, obviamente. Y, a diferencia de Erin, no molesta a otros ni dice chistes sarcásticos cuando está estresada, solo se molesta y se vuelve la niña quejica que era cuando eran pequeñas. Por lo mismo, Erin sabe que no debería presionarla... Lo sabe, pero lo hace de todos modos.
—Si sabes que cuando me vuelvo invisible sigo aquí, ¿verdad? —se burla—. Todavía puedo hablar y cambiar la estación de radio y...
Allison arranca el botón de encendido de la vieja radio del auto.
—No, ya no puedes cambiar la estación de radio.
Erin rueda los ojos y abre la ventana.
—¿Ahora que haces? —Allison le pregunta, mirándola por el rabillo del ojo.
—Calculo si la ventana es lo bastante grande como para arrojarme por ella —responde Erin con total naturalidad, inclinándose hacia el aire frío de la noche, y gotas de lluvia caen como chispas en sus mejillas.
Si, bueno, ¿ésto de ellas dos trabajando juntas? No parece que vaya a funcionar muy bien.
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Diego llega corriendo a la casa al mismo tiempo que la luz de la mañana hace presencia en la ciudad.
Tomó algo de tiempo, pero consiguió convencer a Beaman de que era inocente y lo soltara. El hombre necesitará pruebas, lo sabe, y Diego las conseguirá eventualmente, pero primero debe alcanzar a Allison y Erin antes de que terminen enfrentándose a ese psicópata de Gerald Jenkins ellas solas.
Baja rápidamente a los pisos de sus habitaciones para conseguir un juego nuevo de cuchillos (ya que la policía incautó el suyo) y una camiseta que no huela ni a sudor ni a la mierda que huelen las celdas de la estación.
