3. "De música y retornos"

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....

Erin lamió su paleta de mora, manchando ligeramente sus labios de morado. Había encontrado la bolsa de paletas en la cocina y se había sentado en el mostrador de la misma a comerlos.

Mamá no estaba, lo cuál era extraño porque la cocina era prácticamente su lugar de estancia permanente, pero estaba mejor así, prefería estar sola ahora. Le pareció extraño que Grace todavía comprara y guardara paquetes de sus paletas favoritas, cuando ya hace bastantes años que no ponía un pie en la casa. Se sintió un poco culpable, por mamá, pero ¿qué podría haber hecho por ella de todos modos? Cuando abandonó la academia, apenas si podía sostenerse a sí misma.

A veces, aún duda de sus propias piernas para sostenerla.

Es una ridiculéz, por su puesto.

Intenta contentarse a sí misma con la idea que que falta poco para poder marcharse de bueno, colarse en un avión, tren o barco y huir de nuevo. Tal vez deje Europa en el pasado y se aventure hasta Japón. Solo unas horas más de mierda familiar y se terminó.

Y entonces I Think We're Alone Now comienza a escucharse. Al principio suena como un sencillo ruido de fondo, pero Erin lo reconoce al instante.

Children behave that's what they say when we're togheter...

Esa canción la empuja a recordar que no todo es malo, o más bien, que no todo fue malo.

Se deja llevar por el ritmo de la música y recuerda el pasado, mientras sacude su melena azul y finge que toca una guitarra invisible. Sus zapatillas juguetean al ritmo de la música...

Niños de doce años que corrían por los pasillos, moviendo los pies con agilidad. No se trataba, sin embargo, de un movimiento de entrenamiento coordinado. Era desenfrenado, divertido y libre.

Bailaban.

Su padre estaba de viaje para ver los arreglos de una misión especial y ellos acababan de descubrir la existencia del tocadistos.

Mamá, apesar de que tal vez su programación no debería permitirlo, les permitió bailar y correr por la casa, entre estantes y escalones de la gran biblioteca.

Empezó con Klaus, como empezaban siempre sus travesuras. Aunque fue de hecho Luther quién puso el disco.

Mamá acababa de darles nombres como regalo de cumpleaños y se sentían jubilosos.

Ninguno sabía bailar, diablos, hasta la palabra les era desconocida, pero cuando Klaus se puso de pie y comenzó a balancearse y girar al ritmo de la música, tirando a Diego con él, que se retorcía avergonzado, todos se animaron.

Ocho ya no sería ocho nunca más, ella era Erin, su cabello rubio sacudiéndose y su falda bamboleandose mientras ella se movía al ritmo de la música. En un punto, Allison la tomó de ambas manos y giraron juntas en el centro. Los chicos moviéndose individualmente alrededor en el más puro estilo libre.

Giraron y rieron. Incluso Cinco terminó por dejar su libro y unirse a ellos cuando Klaus tiró de él.

Se libraron de sus blazer y sweaters y remangaron sus camisas (excepto Luther y Cinco, siempre tan pulcramente arreglados por motivos completamente opuestos).

Subieron corriendo y saltando las escaleras. En el segundo piso, Luther tomó la mano de Allison y la hizo girar como a una princesa mientras ella reía.

Cinco terminó por encontrar a Vanya entre los estantes, tímida y nerviosa, y tiro de ella para unirla. Torpe, ya que el baile no era lo suyo, pero Vanya sonrió alegre y giró, así que estuvo bien.

Erin sonrió y tomó de la mano a Klaus y lo hizo girar y lo balanceó, como si hubieran intercambiado los papeles en un vals, luego Klaus tomó a Ben y Diego de la mano y tiró de ellos para unirlos y los cuatro giraron dando saltos.

Nadie dijo nada, porque no hacía falta. Allí, todos juntos,  sin necesidad de manifestar poderes, libres.

Eso era la felicidad.

Erin da un salto sacudiendo su cabello y se sorprende riendo en voz alta como si hubiera viajado en el tiempo y tuviera doce años otra vez.

Entonces la música se interrumpe abruptamente por un estruendo horrible y Erin tiene que agacharse bajo el mostrador para evitar que cientos de cubiertos la claven a la pared. La paleta de mora le cuelga casualmente de una esquina de la boca.

—¿Qué mierda?— masculla, levantandose para salir de allí rápidamente y buscar el origen de lo que ocurrió (primero se guarda la bolsa de paletas en el bolso).

Sale directo hacia el salón principal y se encuentra con Diego, quien luce igual de desconcertado que ella. Intercambian una mirada rápida y correr juntos hacia el patio, encontrándose con los demás en el camino.

Afuera un viento fuerte y antinatural sacude todo, teniendo como centro una especie de gran portal azul. Erin trastabilla al llegar y Vanya la sostiene por los hombros, impulsandola hacia adelante.

—Gracias— le dice casualmente, y descubre que es lo primero que le ha dicho desde que se vieron. No hay tiempo para culpas, sin embargo, ya que hay un problema evidente que requiere su total concentración.

—¡A un lado!

Klaus llega corriendo con extintor y lo arroja a la esfera azul, simplemente atravesandolo, tal como un portal.

—¡Klaus aléjate de ahí!— le grita Erin, su pelo azul siendo sacudido en todas direcciones.

—¡¿Qué demonios Klaus?!— gruñe Diego, haciendo el ademán de estirar la mano para alcanzarlo.

—¡¿Tienen una mejor idea?!— responde Klaus.

El portal lanza una especie de pulso y Klaus se tambalea hacia atrás. Diego y Luther se apresuran a alcanzarlo y tirar de él para protegerlo detrás.

—¡Quédense detrás de mí!— grita Luther.

—¡Sí! ¡Detrás de nosotros!— añade Diego. Dios, ¿no deja de competir ni un momento?

Erin nota, casi divertida en medio de la locura que los rodea, que Luther y Allison se han tomado de las manos, y que Diego a guiado a Klaus hasta colocarlo detrás de su cuerpo, para protegerlo.

Antes de que se de cuenta, Vanya la está sujetando del brazo con esa fuerza nerviosa que siempre ha tenido. Erin lo deja estar, no ha sido una buena hermana de todas formas, es lo menos.

En ese momento, un niño salta del portal y éste se cierra detrás de él tan de la nada como a aparecido. Un niño de trece años con un traje que le queda grande, un niño que...

—¿Alguien más está viendo... al pequeño número Cinco?— pregunta Klaus (Diego aún lo mantiene escondido detrás de él, adorable).

Erin no puede creer lo que está viendo, porque es, en efecto, su pequeño hermano, tal cuál como el día en que se fue.

—Mierda— masculla Cinco.

Y si, definitivamente no hay mejor palabra para describir la situación actual.

....

Boom boom, número Cinco como siempre hace su aparición estelar.

¿Qué les pareció?
¿Sugerencias?

Ya va a empezar la acción UwU

P.D: ¡Ya quedan como doce días para la segunda temporada! ¡Muero!

Invisible | The Umbrella Academy.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora