34. "No te vayas"

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Klaus Hargreeves tiene un mal presentimiento que ha ido en aumento mientras más se acercan a su destino. Tal vez son solo escalofríos remanentes de la abstinencia, pero no lo cree del todo. Se siente más... más como una picazón que no se puede rascar. Lo hace abrazarse a sí mismo y querer desaparecer... O drogarse, que es básicamente lo mismo.

—¿Estás bien? —Diego le pregunta, y luego coloca sin permiso una mano en su frente. Su tacto es suave y cuidadoso—. No tienes fiebre —informa, pero en vez de quitar la mano, comienza a apartarle suavemente el pelo de la frente.

Klaus finge que no lo nota, pero el contacto lo relaja al menos un poco. Se siente bien.

—Solo... tengo un mal presentimiento —resopla Klaus, inclinándose con el toque hasta quedar hombro con hombro con Diego.

—Tal vez es el frío. ¿Qué haces cuando te vistes? ¿Miras tus ropero y piensas “¿Cuál es la menor cantidad de ropa que puedo ponerme hoy?”?

—No tengo ropero —señala Klaus con obviedad.

Diego hace una mueca.

—Cierto.

Se quedan mirando un momento, mientras Diego envuelve lentamente un brazo alrededor de los hombros de Klaus. Luther va de copiloto y está preguntando cuanto falta para llegar cada cinco minutos, así que definitivamente no los nota. Klaus está seguro de que el pequeño Cinco puede verlos a través del espejo pero, realmente, ¿qué es lo que ve? Diego es así, cariñoso con acciones y brusco con las palabras, pero nunca dará un paso más (no desde que Klaus huyó de la academia. Piensa que tal vez Diego nunca lo perdonó por no decir adiós en ese entonces).

Y no es como si Klaus lo quisiera, ¿verdad?

No...

¿Todavía lo quiere?

El dolor por Dave late en su pecho como una herida en carne viva y la palabra complicado nunca ha sido tan precisa como lo es para describir la respuesta a esa pregunta.

También lo siento, Klaus —dice Ben de repente, acomodado en el asiento libre a su lado.

—¿Qué? —Klaus voltea a mirarlo.

—¿Qué de qué? —Diego lo mira con atención.

—Mis voces internas —Klaus improvisa con rapidez—. Dicen que tienes brazos fuertes. ¿Cada cuánto te ejercitas, fortachón?

Y sí, acaba de atraparse en una conversación sobre la rutina de ejercicio de Diego en la que él podría hablar por horas, pero al menos es una buena forma de hacer que no lo mire por un rato (al menos hasta que se de cuenta de que Klaus no lo está escuchando).

El presentimiento, Klaus —responde Ben, la capucha puesta sobre la cabeza y los labios apretados—. Creo que algo malo pasó.

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Invisible | The Umbrella Academy.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora