«La Academia Umbrella era un grupo que sabía destacar, por su aspecto, habilidades y demás. La número ocho, Erin Hagrevees, no. Su talento siempre fue volverse invisible»
Erin Hargreeves es una de los ocho.
Antes, la conocían como The Spy. Antes, e...
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Considerando que el Klaus en abstinencia camina a pasitos de tortuga, a Erin no le toma mucho encontrarlo. Luego de haber evitado hábilmente a Luther, por supuesto. Cuando no están peleando, su hermano grandullón y ella realmente tienen una tensión incómoda alrededor. En fin.
Erin encuentra a Klaus revolviendo los cajones de su vieja habitación y murmurando cosas inentendibles para sí mismo. Se afirma en el marco de la puerta con una sonrisa brillante que no alcanza sus ojos y se aclara la garganta para llamar la atención de su hermano.
Klaus se sobresalta y se golpea la cabeza contra el escritorio, donde estaba debajo buscando quién sabe qué.
—¡Ay!
Erin hace una mueca de simpatía por el golpe.
—¿Qué estás haciendo? —le pregunta.
Klaus saca de debajo del escritorio una cuerda, poniéndose de pie. Erin se inclina hacia él y pone una mano en su frente antes de que pueda protestar.
—Hombre, estás caliente como el infierno, y no en el buen sentido —ella comenta con silbido.
Klaus hace un gesto de desdén.
—Como le dije antes a mi querido Diego, es solo algo que la abstinencia hace —afirma—. Por cierto, ¿por qué estás aquí y no en la misión "salvemos al mundo" con los demás? —Klaus pregunta, colgándose el rollo de cuerda azul en el hombro.
—Me aseguro de que no mueras primero, para Diego. Yyyy también porque quizás eres mi hermano favorito aquí —Erin le guiña un ojo.
—Aww, soy tu hermano favorito —Klaus celebra dando pequeños aplausos.
—Dije quizás —Erin levanta ambas cejas con diversión.
—Nimiedades. Espera que le presuma a Diego que soy tu favorito —Klaus bromea.
—Eres un caso —Erin se ríe—. Por cierto, ¿para qué es la cuerda? —pregunta con curiosidad.
—Me aseguro de evitar volverme loco e ir a buscar caramelos en un frenesí —explica con obviedad.
—¿No es excesivo? Eres tan delgado —ella señala, haciendo un gesto hacia él.
—Créeme, cuando se trata de drogas, soy un Hulk. Si, incluso con lo ponerse verde, me pongo así con los vómitos.
Erin arruga la nariz.
—Demasiada información, hermano.
—Y todavía no te he contado la historia de la vez que me depilé con pudín de chocolate —afirma Klaus moviendo las cejas.
