«La Academia Umbrella era un grupo que sabía destacar, por su aspecto, habilidades y demás. La número ocho, Erin Hagrevees, no. Su talento siempre fue volverse invisible»
Erin Hargreeves es una de los ocho.
Antes, la conocían como The Spy. Antes, e...
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De niña, la bolera siempre había sido uno de los lugares favoritos de Erin para robar. Tiene una multitud de objetos pequeños y variados, y unos empleados que, sin importar los años, son siempre bastante distraídos.
Deslizarse y tomar los lápices grabados, las paletas multicolores y un anillo dejado casualmente en el mostrador es fácil, tan fácil. Ella ni siquiera tiene que pensarlo. Incluso después de dejar la Academia, el espionaje y robo de información se convirtieron en su trabajo, y debe señalar que es una muy buena profesional. Robar en un lugar como éste, con una seguridad prácticamente inexistente, es simple memoria muscular.
Sin embargo, no la ayuda a recuperar el control. No ahora. No ésta vez. Definitivamente, y aún controlada por su poder, Vanya tiene el control del destino de todos.
—Erin —Cinco llama, sonando un poco hastiado.
Erin aparece justo en medio de sus hermanos y le muestra la lengua a una niña que la queda mirando atónita por haberla visto aparecer de pronto. Acto seguido, Cinco la agarra del brazo y la sienta como si fuera una niña pequeña.
Erin resopla y sus bolsillos tintinean a la par.
—¿Estabas robando? —Luther la señala acusatoriamente.
Erin podría presumir, pero honestamente la cabeza la está matando y cuando mira a Luther ve dos malditos Luther's (lo cuál sería una pesadilla hecha realidad), así que se mete una paleta en la boca con gestos bruscos y espeta:
—Y Vanya trató de matarnos, ¿recuerdas? ¿Enserio te vas a preocupar por el reloj que robé? —suena un poco más seria de lo que pretendía, pero eso es porque en éste momento no es capaz de disfrazar sus emociones—. Estoy segura de que ella ya me quitó el título de hermana más problemática de ésta familia.
Una parte de ella no puede creer que Vanya haya tratado de matarlos. A ella y a Allison dos veces hasta ahora, por cierto. Aunque la primera vez fue accidental, ¿verdad?
¿Lo fue?
Demonios. Esto es jodidamente estresante.
—Creí que ese título era mío —murmura Klaus en respuesta a las palabras de Erin, sus ojos fijos en el diario que revisa. Su lenguaje corporal es extraño, así como la forma en que se apoya contra Diego.
Diego, por su parte, mira a Klaus como si estuviera viendo algo único. Tal vez fue la adrenalina de casi morir aplastados, o tal vez la bomba de tiempo en el pecho de Diego explotó y sus sentimientos al fin salieron a la luz. Cómo sea, se ven estúpidamente adorables cuando Diego se inclina hacia él y lo ayuda a acomodar la página del diario que acaba de cambiar y se miran como si quisieran desesperadamente hablar de algo. Pero, bueno, el fin del mundo está primero, ¿verdad? Inminente muerte de la humanidad y toda esa mierda.
