Capítulo 7 -rescatados-

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Isaac Lang

A un costado en medio de escombros, bomberos y personal de defensa Civil me pasan por al lado, su andar es ligero por la premura de retirar escombros y así poder encontrar sobrevivientes, Sara, mi esposa me espera al lado de la ambulancia, gracias a Dios a través del localizador del móvil de mi hijo, tenemos noción de donde podría hallarse, los bomberos pudieron remover los escombros y un perro labrador especializado para encontrar personas indicó que en la señal que emite el móvil se halla un cuerpo o más...luego de cavar el capitán de los bomberos me hace seña que me acerque, mientras hago caso a su pedido; (me siento tan afortunado de ser una persona con amistades muy influyentes que me permite tener estos privilegios, como tener autorización para encontrarme en este lugar) mi corazón comienza a latir como loco cuando a medida que me voy acercando veo como sacan a una persona, me apresuro y comienzo a llorar al notar que se trata de Ibrahim, con gozo le confirmo al capitán que el joven hallado es mi hijo y mientras tomo la mano de Ibrahim a medida que nos dirigimos a la ambulancia para que lo asistan, el capitán me felicita diciéndome;

-ha tenido mucha suerte señor Lang su hijo se encuentra con vida, a una distancia muy corta de él hallamos el cuerpo de una joven, pero lamentablemente ella...no tenía pulso...en fin esto es así algunos sobreviven y otros no.-

Solo agradecí por la acción de todo el personal rescatista y subiendo con Sara al auto nos marchamos detrás de la ambulancia que lleva a nuestro hijo al Sanatorio Austral, lugar donde será asistido por personal muy especializado y por supuesto donde tengo contactos e influencia.

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Miguel Smith

Estoy yendo lo más rápido posible hacia el hospital municipal, una colega acaba de llamarme para contarme que han encontrado a una joven y la ambulancia la está trasladando hacia allí, no saben si se trata de mi hija porque el cuerpo no lleva ninguna identificación, a pesar que Clara me recalcó que la muchacha se halla sin vida, necesito ir a constatar de si se trata de mi hija o no. Llego al hospital estaciono y entro al mismo sin ningún inconveniente, todos me conocen ya que hace unos años atrás yo era el jefe del servicio de cardiología. Una vez en la morgue saludo a Esteban el encargado, entramos al cuarto veo cuatro camas con sus respectivos cuerpos sin vida cubiertos con la bolsa para óbitos menos uno, Esteban me comenta que no han tenido tiempo de limpiar...acondicionar al cadáver porque entro tan solo unos pocos minutos antes de que yo llegara, mientras él me habla no dejo de rogar a Dios que mi hija no sea la que se encuentra en aquella camilla. Luego de darme toda la información Esteban se retira para darme privacidad, con paso lento y tembloroso me acerco a la camilla, con mi mano derecha tomo el borde de la sabana y con una lentitud agobiante voy corriéndola; el cabello se encuentra lleno de polvo, la frente también...siento un fuerte dolor en el pecho...cuando llego a los ojos...no hace falta que baje más, sé que es mi hija, de todas formas retiro de un movimiento rápido la sabana dejando el cuerpo expuesto totalmente, de mis ojos comienzan a caer lágrimas de dolor mientras una y otra vez observo el cuerpo, lleva puesta una camisa de hombre, y se halla todo cubierto de polvo pero puedo ver los hematomas en su piel, con un llanto desgarrador y una puntada en lo más profundo de mi corazón, que me desgarra lentamente con un gran peso agónico, tomo entre mis brazos a Zirel y llevando mi rostro a su cuello lloro desconsoladamente, luego de unos segundos un silencio profundo se hizo en el espacio en el que nos hallamos y me percato de que mi hija respira, muy tenue, acerco mi oído aún más a su boca y nariz y un sentimiento de esperanza me invade por completo cuando confirmo que respira, tomo su pulso que es muy débil y llamando a gritos a voz de cuello a Esteban, comienzo a trasladar la camilla para llevarla a la guardia; cuando Esteban viene, mientras me monto encima de mi hija para comenzar con el RCP le ordeno que nos lleve al servicio de urgencia, una vez allí los doctores nos reciben con solicitud y el jefe de guardia con mucha ética me pide que espere afuera que ellos se encargarían de Zirel, no me opongo y con un sentimiento de esperanza y excitación, agradezco a Dios por la vida de mi hija y oro para que todo salga bien. Luego de una hora el jefe de servicio me anuncia que Zirel se encuentra estable, pero que debían hacerle más estudios, pido el traslado al Sanatorio Austral donde yo trabajo y soy el jefe de servicio de Cardiología, allí no solo se encuentran los mejores equipos y especialistas, sino que al trabajar allí no tendré ningún problema de ver a mi hija cuando quisiera y mis colegas me permitirían participar en todas sus revisaciones. Cuando termino de hablar con el jefe de la guardia, se me permite ver a mi hija y me alegro de tenerla con vida (formando una sonrisa enorme como prueba de mi sentimiento optimista), aunque sea en esa camilla llena de aparatología, pero con vida.

72 horasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora