Capítulo 10 -encuentros desencuentros-

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Estoy junto a la doctora Vázquez dentro de la habitación de Zirel, luego de que ella examinara a mi hija estamos deliberando si mañana o pasado mañana mi colega realizará la cesárea para que nazca mi nieto, los meses se han pasado rapidísimo a pesar de que mi hija sigue en coma su estado es muy bueno, el equipo interdisciplinario del sanatorio (médicos clínicos, neurólogos, enfermeros, kinesiólogos, etc) junto a mis ruegos, han logrado que Zirel mantenga su firmeza muscular, no se escaró, no tuvo problemas en su gestación, en fin algo inusual por llevar nueve meses dormida. Ambos nos damos vuelta de golpe porque nos hallamos de espalda a la cama de Zirel, al escuchar un movimiento, quejidos, con un rostro marcado con rasgos de asombro pronuncio el nombre de Zirel, con énfasis mientras la doctora imita mi actuar y ambos nos acercamos a la cama. Zirel sentándose de golpe y aun con los ojos cerrados, mientras se toma el vientre, con una voz cargada de dolor y carrasposa dice;

-¡¡Miguel, me duele mucho la panza!!-

Tomo por los brazos a mi niña, ella apenas abre sus ojos y mirándome con un sentimiento confuso replica;

-Miguel, me duele mucho mi panza...además está enorme...por qué me encuentro en este lugar. -

Zirel a pesar que le cuesta abrir sus ojos del todo, por lo que la luz le ocasiona...irritación, mira hacia todos lados e intenta levantarse. Nos miramos con la doctora y con un gesto me da a entender que trate de responder que ella me ayudaría a contener a la paciente si fuera necesario.

-hija recuéstate por favor, llevas muchos días en cama y podrías marearte. Te encuentras en el sanatorio donde trabajo, tuviste un accidente...los bomberos pudieron rescatarte y desde ese momento te asistieron los profesionales...esperábamos con muchas ansias que despertaras. -

- Miguel lo último que recuerdo es cuando bajé de tu auto y me encaminaba hacia adentro de shopping para encontrarme con Juan... (Zirel hace fuerza para hacer memoria, pero los recuerdos no le vienen) uff, otra vez ese dolor punzante, por favor Miguel dame algo...

-Zirel, soy la doctora Vázquez, soy obstetra...el dolor que tienes es porque has comenzado con las contracciones...-

-Contracciones...jamás estuve con un hombre...no sé cómo pudo pasar...no recuerdo nada...por favor Miguel... (hace una pausa larga) perdóname porque si estoy embarazada...no solo he pecado contra Dios sino también te he fallado...te he decepcionado de la peor manera!! .

Los ojos de mi hija se llenan de lágrimas de dolor, arrepentimiento, llora desgarradamente mientras nos abrazamos, yo, lloro como nunca.

-está bien Zirel...si nuestro Padre celestial te perdona quién soy yo para no hacer lo mismo!!! Todo va a estar bien, verás tendrás a tu hijo y yo te ayudaré. -

Zirel se aparta de mis brazos y con un gemido por la contracción que está teniendo dice;

-¿padre es un varón?...no sé... pero siento que amo mucho a este niño. Uff...otra contracción...creo que ya quiere nacer. –

-sí hija es un varón. -

Vázquez al instante corta nuestra conversación, me pide que vaya por la enfermera mientras tanto ella revisará a mi hija. Salgo con pasos ligeros voy al office de enfermería, Pamela que es la enfermera que hoy asiste a Zirel me pregunta si todo se encuentra bien, le cuento lo sucedido y con un espíritu jubiloso me abraza mientras repite; -yo sabía que ella despertaría-. Las demás enfermeras también se alegran por la noticia recibida. Cuando terminamos de celebrar con besos y abrazos, nos dirigimos con Pamela a la habitación, apenas la enfermera abre la puerta Vázquez le pide que llame al camillero, debía llevar a Zirel a sala de parto porque la cabeza del bebé ya se estaba asomando. Llegamos a sala de parto, luego de colocarnos la vestimenta para asistir el parto, la otra obstetra que nos estaba esperando se asombra de ver la fuerza de mi hija y su optimización para abordar el parto normal a pesar de haber estado nueve meses en coma, con todo lo que eso implica para el organismo y habiéndose despertado tan solo dos horas atrás tiene la energía para afrontar semejante situación. Tomo la mano derecha de Zirel, Vázquez se encuentra en posición y le pide que puje una vez, otra vez y a la tercera, mi nieto sale con un llanto a todo pulmón. Luego que lo arropan se lo apoya en el vientre de Zirel mientras la felicita, por su puesto a mí también, solo puedo devolver una sonrisa con ojos llenos de lágrimas de gozo y emoción.

72 horasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora