Capítulo 16 -el primer día laboral en Orión -

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El día esta precioso, el sol radiante, el aire atiborrado de la fragancia del jazmín del aire, por esta zona casi todas las casas tienen uno, y en la empresa en el estacionamiento se encuentra uno todo enredado en unas de las columnas que sostiene el techo del mismo. La primavera tiene eso; fragancia de flores, días mayormente soleados y temperatura agradable. Hoy llegue diez minutos antes de mi horario de entrada, aparco bien la bicicleta cuando termino de hacerlo, acomodo mi atuendo, me puse un vestido portafolio corto de color verde musgo con mangas hasta los codos, al ser portafolio me es fácil pedalear, pero tendría que haber tomado un alfiler de gancho para cerrar el tajo, cuando se levanta un poco de brisa, este se abre bastante dejando ver mis muslo izquierdo exageradamente, ni hablar cuando iba pedaleando, con una de mis manos tenía que sostener la tela para que no se levantara, para el colmo es liviana. Engancho el pase de la empresa que lleva mis datos y una foto de mi rostro, en mi escote, (Manuel hoy me recalco que antes de ingresar al estacionamiento ya debo llevarlo puesto y a la vista). Saco un zapato del canasto de la bici y con la misma mano que lo sostengo me apoyo en el manubrio de la misma, me inclino para con la otra mano retirar el zapato que llevo puesto en mi pie derecho, en eso una ráfaga de viento levanta levemente la parte de adelante del vestido haciendo que mi muslo se vea casi hasta la entrada a la ingle, intento bajarlo rápidamente con la otra mano y en el intento pierdo el equilibrio, pero antes de que termine en el suelo, unas manos me sostienen por los brazos:

-Señorita Lang, qué cree que está haciendo, si no llego a tiempo su rostro iba a quedar plasmado en el suelo. -

La voz del señor Ibrahim es grave y pesada, como la de ayer cuando me retó a la entrada del ascensor, giro mi rostro para alinear mi mirada a la suya y así responder, me quedo absorta por el color de sus ojos, ese color celeste azulado...tan profundos...tan peculiares... y antes que pudiera acotar algo sobre ellos, él retira la mirada y llama a su perro.

-Estaba tratando de cambiarme los zapatos que uso para andar en bici por estos que son más apropiados para la oficina y en el intento tuve que sostener mi vestido porque el viento abrió el tajo que tiene y se me descubrió toda la pierna. -

-De eso ya me había dado cuenta, la vengo observando desde que se bajó de la bicicleta, pero usted, ni siquiera se apercibió de mi presencia y eso el que ruido del motor de mi Jeep no es para nada silencioso y además está a dos metros de aquí. -

-es que a veces soy un poco distraída, gracias por su ayuda, podría sostenerme un poco del brazo hasta que me cambie los zapatos, por favor. -

Me mira con cara de asombro por mi pedido, duda un poco y mientras me sostiene dice;

-no sería mejor que de ahora en adelante haga el cambio de zapatos en su oficina...digo para que no tenga accidentes. -

-muy buena observación señor Lang, la pondré en práctica mañana mismo. -

Cuando termino de colocarme el ultimo zapato le agradezco, él no responde nada, solo me mira y luego de unos segundos agrega;

-señorita Lang, este es el lugar donde estaciono mi auto, por favor desde mañana, coloque su bicicleta en el espacio de al lado. -

-Okay, le contesto mientras avanzamos, yo a mi oficina y él a la suya. - llegamos a mi destino, freno, él sigue de largo, solo lo miro y antes que pudiera despedirme dice;

-Qué cree que hace señorita Smith? -

-Voy a ingresar a mi oficina...usted sabe...para comenzar a trabajar!!-

-Eso es obvio...por favor acompáñeme a mí oficina, para llevarse las carpetas que debe traducir. ¡¡Ayer quedaron en mí poder, como debía ser!!- dándome la espalda sigue su camino.

72 horasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora