Capítulo 11 -Recuerdos a medias-

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Zirel

El día se pasó volando, la casa hasta hace tres horas atrás estaba llena de invitados, la mayoría niños, y claro como no ser así, hoy festejamos el cuarto año de vida de Iba, mi dulce hijo, sentada en la silla mecedora que se encuentra en el cuarto de Iba observo como él duerme placenteramente junto a Batata, su perra salchicha; regalo de mi amigo Juan que le hizo cuando cumplió un año, Miguel casi lo mata; jamás olvidaré el rostro de Iba cuando sacó de aquella caja al bebé Dachshund, -que feliz lo hizo ese obsequio- Iba ama a su perra salchicha y ella a él, es de color negra y tiene el extremo de las patas color café y parte del hocico, su talla es small y a pesar que los perros de su raza se caracterizan por ladrar mucho, Batata casi no ladra, salvo cuando Iba no le lleva el apunte si ella desea que él le convide de su comida, es dócil y muy cariñosa; en las mañanas cuando llevo a Iba al jardín ella nos acompaña, la monto en el canasto de mi bicicleta, Iba en el asiento especial para él que se encuentra en la parte de atrás y los tres marchamos felices hacia nuestro destino.

Mientras me mezo cierro mis ojos y me remonto a cuando desperté del coma, a pesar de estar dormida yo sentía esa pequeña vida gestándose en mi interior, por eso reaccioné bastante bien al despertar y recibir la noticia de mi embarazo. El primer año fue bastante caótico tratar de recordar de cómo fue que conocí al padre de Iba...qué fue lo que pasó, el no recordar nada de nada, para mí fue muy frustrante, a eso agregarle mi decepción de haberle fallado a Miguel...a Dios...a mis principios... no casarme...en fin a veces tomamos las decisiones que menos pensamos que tomaríamos, mi consuelo es que Dios perdona y restaura el dolor y los seres que te aman también, además se en lo muy profundo de mi ser que si yo me entregué a ese hombre fue porque realmente lo amé...él tuvo que haber sacudido a mí corazón como un terremoto de magnitud diez para que cediera a ser suya. Y tengo la certeza que Iba no fue producto de una violación porque siento que fui amada y también amé y creo que fue con locura. Luego que le dieron el alta a Iba, después de cumplir con el protocolo de nacimiento, tuvimos que quedarnos una semana más internados, porque yo todavía no estaba lista para salir del Sanatorio, según el médico clínico; luego de asegurarle que seguiría con mi tratamiento psicológico ambulatoriamente me dejaron partir. El haber pasado lo que pasé me trajo como consecuencia sufrir de fobia a espacios cerrados, no podía estar en una pequeña habitación con más de una persona, viajar en Bus imposible, ni hablar del Subte y el tren. A veces cuando iba en el auto con papá también me producía pánico, pero la mayoría de las veces lo sobrellevaba muy bien, porque al cargar a mi bebé, sentía que debía protegerlo y mudaba esos pensamientos negativos de falta de aire...temor, en que sobre todo estaba Iba y debía ser fuerte por él. Los primeros seis meses luego de salir de alta fui al psicólogo que también era psiquiatra, pero en nada avancé con la terapia, ni hablar de la medicación para controlar la ansiedad, me tenían muy atontada, fue entonces que decidí dejar todo porque quería cuidar con mis sentidos al máximo a mi bebé, Miguel al principio se opuso, como todo profesional de la salud, acreditaba de lo importante de seguir con el tratamiento, que si era necesario cambiaríamos de profesionales las veces que fueran necesarias hasta encontrar al indicado para mí, pero al ver mi postura firme de no volver a esas sesiones con el tiempo desistió, ya se me hacía bastante difícil abrir mi corazón a otra persona, contando mis intimidades...que hacerlo con diferentes psicólogos era demasiado. Luego que hablara con mi padre del tema "papá de Iba" por segunda vez, la primera fue cuando desperté del coma y la segunda fue cuando mi hijo cumplió seis meses de vida, nunca más tocamos ese tema ni con él ni con mi amigo Juan, me hace terriblemente mal hablar de algo que no recuerdo nada, absolutamente nada; solo puedo vislumbrar algo con respecto a "él" es cuando veo a mi hijo, sus ojos claros de color celeste, como el celeste del mar Egeo, su cabello dorado y su sonrisa me hacen entender que las heredó de su padre...de mí...su dulzura. Miguel dice que su nieto físicamente no se parece a nadie de su familia, ni la de mi madre, pero en cambio su personalidad es igual a la de los Smith, yo solo sonrío porque Miguel ama tanto a su nieto que necesita encontrar algo de él en Iba, y como físicamente no lo ha hallado se consuela con la personalidad de su dulce nieto.

Cuando Iba cumplió tres años me preguntó por primera vez de su padre, solo pude decirle que su papá en algún momento vendría por él, también le mostré la camisa celeste que llevaba puesta cuando me rescataron y un anillo cuadrado, los que suelen usar algunos hombres, un sello de oro y platino con una piedra cuadrada de ónix, que tiene en su interior una inscripción en otro idioma, creo que es hebreo, eso más mi hijo es lo único que tengo de él. (A pesar que muchas veces he olido la camisa para ver si podría recordar algo...tocar ese sello una y otra vez...orar sin cesar a Dios, para que mi mente trajera algo de ese tiempo con él al presente, siempre fue infructuoso, ¡qué frustración la mía!!).

Agradecí tanto a Dios por haberle dado a papá la sensibilidad de guardar esos objetos, luego que Iba los mirara, tocara, los guardamos en la caja donde estaban bien protegidos y ya nunca más por el momento se mencionó ese asunto. A veces me siento con culpa por haberle dicho que su padre vendría por él en algún momento de su vida...es que cuando me preguntó no supe que decir...y eso le bastó para saciar su curiosidad y conformar por el momento su vacío de paternidad.

Mi hijo con sus cuatro años cumplidos es muy inteligente, criado entre adultos antes de cumplir un año comenzó a hablar, su nombre le costaba bastante pronunciarlo, le salía Iba, y desde entonces todos lo llamamos así, salvo cuando me hace enojar mucho que lo llamo por su nombre completo incluido el apellido. También habla con fluidez el inglés idioma que se encargó de enseñárselo Miguel, yo solo en lo personal prefiero hablar en español, pero cuando anda con su abuelo sobre todo cuando son cómplices de fechorías el idioma que utilizan es el inglés.

Suspiro porque me viene a la mente la entrevista de trabajo que tengo mañana a las 9:30 a.m. juan trabaja en Orión una empresa importante de la zona dedicada a la programación informática, mi amigo entro a trabajar allí en diciembre del 2016, ahora es jefe de programadores, y a pesar que la política de la empresa es no tomar personal con hijos, logró que me aceptaran para entrevistarme, necesitan con urgencia una traductora de inglés, él dice que cuando me vean y vean mi capacidad harán una excepción y me contratarán, también acota que es hora que salga de casa...la empresa no queda lejos no tendré que tomar bus, podría ir caminando o en bicicleta y además el horario laboral me permitiría llevar a Iba al jardín y también retirarlo. Miguel se hace cargo de todos los gastos, yo en el año suelo tomar dos o tres trabajos de traducción por internet, esa es mi única experiencia laboral. No salgo mucho de casa, solo para hacer los mandados, llevar a Iba al jardín tres veces por semana, porque martes y jueves se encarga su abuelo, a las reuniones del jardín solo voy si papá no puede ir por su trabajo, muy de vez en cuando voy a la casa de Juan y es porque vive a dos cuadras y puedo ir caminando y los domingos voy a la iglesia al culto de las diez, cuando estoy muy fóbica suelo salir a mitad de la predicación y termino de escucharla al lado de la puerta de salida; una vez me bajé del auto de papá cuando regresábamos a casa y le pedí que él siguiera que yo iría caminando, él como ya sabe mi situación no cuestiona nada. Según Juan si entrara a trabajar tendría una oficina para mí sola y además es la única que se encuentra a distancia de un corredor de cinco metros del edificio principal, está rodeada del parque y puedo entrar por la parte que lo hacen los vehículos, la empresa a pesar que es la más importante del país en su rubro, no tienen mucho personal, tan solo lo necesario por lo tanto el edificio es imponente y uno no se siente aprisionado por la falta de espacio entre persona y persona. Es tiempo de hacer un cambio en mi vida y buscar un futuro laboral, porque mi padre no estará por siempre, esta fue la frase con la que mi amigo me martilló todo el tiempo hasta que logró que aceptara su propuesta, además soy joven tengo veintiséis años y una vida por delante es hora de salir a la jungla...de salir de mi zona de confort y enfrentar mis miedos y eso comenzará mañana.

72 horasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora