Capítulo 33 -nuevos tiempos, viejas rutinas-

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Zirel

Hace un mes que desperté del coma, y vivo una vida que me cuesta reconocer...Ibrahim se esfuerza por hacerme sentir lo más cómoda posible, pero aun así siento que no pertenezco a este lugar...mi amigo Juan no deja de contarme una y otra vez de como me enamoré de Ibrahim, de lo completa que me sentía y totalmente feliz. Luego de despertar Ibrahim me visitó la primera semana en el sanatorio todos los días por la mañana y por la tarde venían con Iba, hasta que me dieron el alta y acepté hacerme cargo de esa vida que desconozco; él respondió a todas mis preguntas...aún las más íntimas, vi fotos, escuché historias con respecto a nuestro romance, pero nada mi cerebro no recordaba ni recuerda nada. Miguel trata de no desesperar, lo alivia saber que yo vivo con ellos... mis suegros son unos amores, Gabriel una gran ayuda emocional, mi Dios el ancla que me afirma y la esperanza viva de que algún día mi mente despierte y si no...sé en lo más íntimo de mi ser que Él me guiará hacia un nuevo despertar...quizás logre enamorarme de nuevo de mi esposo, realmente es un hombre muy atractivo, extremadamente masculino...comprensivo y cuidadoso. Desde que llegué a la casa cuida de no invadir mi espacio personal, me trata con ternura y mucha paciencia y por sobre todas las cosas no me exige que cumpla con mi deber marital...podríamos tener tranquilamente sexo...y él sí que tiene un cuerpo terriblemente seductor...su andar...postura...sus ojos...no pasan desapercibidos pero yo por el momento lo veo como un "buen amigo", mi corazón y mi alma están cerrados a ese tipo de amor, mis hormonas sexuales congeladas y una cosa si tengo en claro el día que decida entregarme a él será porque realmente me enamoré, el tema es si él estará dispuesto a esperarme y si ese momento algún día llegará.

En tres días Miguel viajará a la India por tres semanas, tiene una convención de cardiólogos, él quería suspender el viaje, acotaba que sería lo mejor para poder estar conmigo...pero con mi esposo nos opusimos, según Ibrahim hace un año que viene con todo eso del viaje.

Hace dos días Ibrahim me regaló un auto, cuando era su otra esposa yo no manejaba, pero desde que desperté y me hice cargo de mi nueva vida, reclamaba por uno para moverme mejor a la hora de llevar a Iba a la escuela y para otras cuestiones. Mañana comienzo a trabajar en Orión, ya me había adaptado a la rutina  de ama de casa, ahora es tiempo de incursionar en la rutina laboral, salir de casa, ejercer mi profesión y además estar más tiempo con mi amigo Juan...la pasamos tan bien cuando estamos juntos.

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Ibrahim acaba de salir con Iba, para llevarlo a la escuela, yo por mi parte estoy terminando de ducharme, salgo del baño envuelta en un toallon, luego de peinarme y maquillarme voy hacia la cama para ponerme un solero corto que había seleccionado ayer por la noche, por ser mi primer día en la empresa no quiero ir en jean, pero sí me pondré en los pies mis borcegos, no iré en tacos como solía hacerlo antes, me gusta estar cómoda...usar mi ropa de antes. Busco en la cómoda el conjunto de ropa interior, la verdad hace tanto calor que me gustaría no tener que usar sostén, pero eso sería un poco atrevido porque la tela del vestido es liviana y se notarían mis senos. En el momento que estoy por retirar el toallón que envuelve mi cuerpo para comenzar a vestirme, veo en la puerta de la habitación a Life que me mira con cara de bobo y en su mandíbula tiene atrapado a mi solero, comienzo a reprenderlo y a exigirle que me lo devuelva, él no hace caso y dando un salto gira para salir corriendo por el pasillo y luego bajar las escaleras, yo salgo por detrás, mientras voy gritando un montón de amenazas si no me devuelve el vestido; en el momento que bajo el último escalón y estoy por ceñir por la cola a Life me llevo puesto de lleno a Ibrahim que está entrando al departamento, ambos caemos al suelo él de espalda y yo arriba de su cuerpo;

-te lastimaste la cabeza? - pregunto mientras con mis manos la recorro para inspeccionar si hubiera alguna herida

-no, estoy bien- responde él mientras con sus manos me sostiene por la cintura.

Nuestros rostros están tan cerca que puedo sentir su aliento y sus ojos se ven extremadamente enormes, por un momento me pierdo en ellos...me transportan a una imagen del mar Egeo que había visto años atrás, cuando estábamos por ir con mis padres a esa parte de Europa para festejar mis quince años. Nos quedamos así por unos segundos que parecieron una eternidad y es interrumpido cuando él que recorre mi rostro con los dedos se su mano derecha para apartar un mechón de pelo y luego preguntar si me encuentro bien. Mi piel se pone de gallina los vellos de esta se erizan, la sensación que siento al sentir el tacto de sus dedos en mi rostro y su forma de mirarme y tratarme es totalmente extraña pero exquisitamente atractiva, luego de aclararme la garganta le contesto que me encuentro bien, y con un movimiento ligero me pongo sobre mis pies y estirando mi mano le hago un gesto de que la tome, él lo hace y así le doy ese envión que necesita para ponerse de pie. Y antes que pudiera pedirle disculpa por haberlo arroyado, el toallón que hasta unos minutos atrás envolvía mi cuerpo se desprende, dejándome totalmente expuesta ante él. No me avergüenzo...porque debería...es mi esposo y además no sería la primera vez que me ve así, sus ojos luego de recorrer mi cuerpo se fijan en los míos acaparándolos por completo, sus pupilas brillan por demás, muerde su labio inferior, siento que me falta el aire pero no de cuando estas por tener un ataque de pánico (no sé por qué hago esa comparación si yo nunca sufrí de un ataque de pánico...en fin...) sino de cuando te mueven la estantería...siento una extraña sensación...sus labios húmedos llaman terriblemente mi atención y cuando Ibrahim se está acercando más hacia mi rostro su móvil suena, cortando el momento; él toma el toallon y cubre mi cuerpo, mientras me dice;

-Sube Zirel vístete que te espero para ir juntos a la empresa, mientras tanto atiendo esta llamada, que es importante-

-claro- respondo y voy subiendo las escaleras embobada por todo aquello que había acontecido.

72 horasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora