XXVI

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–Mi señor, si no comienza a prepararse ya va a llegar tarde, y a la princesa no le va a gustar –Advirtió Dimas llegando a mi habitación.

Había procrastinado todo el día.

Ahora mismo solo estaba tirado en cama boca abajo con la ropa de la clase de equitación de está mañana.

Ya era el día del baile de máscaras... y yo no quería ni mover un músculo para ir.

–No quiero ir –Repetí como llevaba haciendo todo el día.

Caillech no iba a estar e iba a volver a tener a un montón de chicas detrás mía pretendiendo que les concediera un baile.

Aunque fuera un baile de máscaras tanto mis hermanos como yo estábamos en la obligación de llevar nuestras tiaras.

–Consigo que me dejen entrar una hora antes en palacio para esto? –Se quejó la inconfundible voz de Vega.

Al escucharla pegué un brinco dándome la vuelta y poniéndome en pie.

Si era ella.

–Si tu hermana te ve así siendo la hora que es literalmente serás comida de pájaros –Comentó luciendo con orgullo su nuevo corte de pelo.

La dama Vega, la única heredera del director de mensajería, y a demás la mejor amiga de mi hermana y también mía.

Vega era una chica un año mayor que mi hermana, con curvas de las que se sentía muy orgullosa y no buscaba ocultarlas, su piel era algo morena por naturaleza y tenía el pelo castaño oscuro formándose unas ondas naturales en sus puntas que ahora mismo enmarcaban su cara al tener el pelo por encima de los hombros, por no hablar de sus penetrantes ojos verdes que le hacían perder el sentido a hombres y mujeres de todas las naciones.

Pero Vega era igual que mi hermana, no quería tener a nadie a su lado, era una mujer fuerte, pero a ella si le gustaba más divertirse.

Hoy llevaba un vestido rojo de corte sirena y escote barco acompañado de joyas llenas de cristales blancos.

–Llevamos varios meses sin vernos y solo quieres sermonearme? –Me quejé suspirando.

Pero esta vez si caminé a mi vestidor para comenzar a cambiarme.

–El viaje al otro lado del charco no fue fácil con toda la situación de la guerra, perdón por dejarte tanto tiempo sin sermones –Medio bromeó sentándose en mi sofá–. Que tal han estado las cosas?

–Bien, el chico con el que estoy unido ha vuelto a aparecer, se ha detenido el impacto de un meteorito, mi hermano Ferenc jamás será rey y casi cae al vacío intentando huir de palacio, vamos, lo de siempre –Le hice un resumen con rapidez comenzando a des vestirme tras arrimar la puerta del vestidor.

–Lo de tu hermano me enteré, todo el mundo en todas las naciones se ha enterado, aunque a mi me lo dijo tu hermana en una carta, y lo del meteorito pues también todo el mundo se ha enterado, como para no enterarse, y lo del chico... cuéntame más.

–No puedes decirle a nadie, está claro? –Recalqué primero antes de empezar a decir nada–. No quiere que absolutamente nadie se entere hasta que se haga la selección del nuevo mago de palacio.

–Juro por mi vida que mis labios están sellados –Juró con seguridad y sin dudar.

Vega no era una persona de la que dudar de su palabra, para ella el honor de un juramento estaba por encima de la vida misma.

–Se llama Caillech, es... es indescriptible con palabras –Suspiré solo de visualizar lo en mi cabeza.

–Sigue igual que cuando lo conociste en ese pueblito? –Preguntó recordando muy bien cuando regresé de mi viaje y se lo conté.

Plumaje real (Yaoi/BL) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora