XXXVIII

226 47 3
                                    

No se ni por qué me sorprendía con lo que me había bicho Caillech.

En su situación yo habría hecho exactamente lo mismo, o peor.

Y aún así a día de hoy había conseguido seguir manteniendo esa promesa.

Durante mucho tiempo seguramente saber que prometió algo así mintiendo debió ser un peso horrible para él.

Pensar que ahora ese niño delgado y destrozado ahora estaba justo aquí, a mi lado dándose el lujo de descansar de verdad después de haber comido juntos a la sombra de un árbol.

Árbol que ahora sostenía su espalda dejando que su cabeza cayera hacia su derecha con los labios muy ligeramente entreabiertos.

Con cuidado de no despertarlo lo tapé con mi chaqueta al mismo tiempo que le daban un pequeño beso en la frente y me alejé para acercarme a Dimas.

–El viento está en calma para las nubes que acechan –Comentó mirando el horizonte entre los árboles.

Si, realmente parecían venir unas nubes muy oscuras.

Dimas aún no era mi caballero cuando hice mi viaje, él no había conocido a Caillech en aquel entonces.

–Escuchaste perfectamente lo que hablamos, verdad? –Pregunté consiguiendo que se girara hacia mi.

Y por un segundo miró hacia Caillech para asegurarse de que estuviera dormido.

–Mis labios están sellados mi señor, lo sabe –Contestó haciéndome una reverencia.

–Lo se... pero, como amigo, que tan estúpido crees que fui? –Dudé notando casi como si fuera un peso en mi pecho.

–No considero que ninguno de los dos fuera estúpido ni rastrero ni nada semejante, creo que ambos eran niños, y todo niño ha prometido y hecho prometer cosas imposibles o que se sabe desde el comienzo que no se va a poder cumplir –Explicó con calma volviendo a mirar el agua del lago–. La persona que son ambos ahora no es la misma que antaño, así que no debe culparse ni pensar en eventos tan lejanos, deben mirar al futuro.

Si, supongo que en parte tenía razón... yo solo tenía que mentalizarme sobre eso.

Y el viento se levantó con brusquedad interrumpiendo nuestra conversación provocando que los caballos medio se quejaran despertando a Caillech.

No había dormido ni 30 minutos.

–Corre! –Saltó Dimas agarrándome y tirando de mi.

Cuando me quise dar cuenta lo que había hecho levantarse el viento de golpe había sido un dragón camaleón mostrando su verdadera forma al despegar.

Dimas me hizo agacharme abrazando a Caillech poniéndose él como escudo por si el dragón quería llegar a atacarnos.

Pero si nos llegó a ver nos ignoró marchándose en dirección contraria.

–Eso eran un dragón, verdad? –Dudó Caillech aún negándose a soltarme.

–Esos dragones no son de estas tierras –Respondí mirando a Dimas sin entender.

Pero él entendía tan poco como yo.

Nuestro picnic terminó completamente chafado después de eso, no podíamos arriesgarnos a quedarnos cuando no sabíamos si podíamos estar rodeados de dragones camaleón.
.
.
.
El resto de mi tarde fue discutiendo con los sirvientes si alguien había visto algún indicio de dragón por la zona.

Aunque al ser esta una zona cercana al peñasco de dragones tampoco parecía raro que se hubiera visto rastro de algún que otro.

El problema era saber que un dragón no propio de esta zona estaba aquí.

Plumaje real (Yaoi/BL) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora