Epílogo

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Se que a Caillech no le hizo ninguna gracia, pero era incapaz de hacer un mínimo de fuerza sin marearse y sentir que le faltaba el aire, lógicamente no estaba para preocuparme si a Caillech le importaba o no.

Aunque la medicación se notaba que le daba sueño, una vez terminamos la comida y volvimos a nuestra habitación, revisó que ya habían traído todo lo se su antigua habitación y cayó dormido en la cama al necesitas un segundo por el dolor de cabeza.

Me senté a su lado y leí un poco para vigilar que descansaba bien mientras jugaba con su pelo.

Era tan suave.

Aunque Caillech al final se giró dándome la espalda pero agarrando mi mano impidiendo que siguiera tocando su pelo.

Tan lindo.

En cuanto se recuperara volvería a trabajar sin descanso como siempre hacía, así que tenía que disfrutar de estos momento, aunque fuera solo un poco.

     *.     *.     *.     *.

Como la enfermera dijo me recuperé sin problemas y al día siguiente ya pude ponerme a trabajar otra vez.

Aunque esa misma noche la reina se fue... desde ese día nadie en palacio volvió a saber de ella a excepción del rey.

Aun con la ida de la reina él no dudó en ningún momento en aceptarme en la familia, y eso me hacía sentir algo extraño, pero al mismo tiempo afortunado.

No me culpaba por lo sucedido, y eso ya era más que mucha gente en palacio.

–No te preocupes, tus padres te escribirán pronto –Comentó Ares habiendo venido a mi despacho para que merendáramos juntos–. Nunca pasan mucho tiempo sin escribirte.

Eso es verdad, pero es que la última carta fue precisamente contándoles sobre mi relación con Krestel, sobre lo sucedido en las pruebas de la bendición y que ahora era casi parte de la familia real... sentía que no recibir respuesta era casi como una forma de rechazo.

Quería recibir su carta ya y calmar esa angustia.

–Mi señor –Me llamó un sirviente entrando en el despacho–. Lo convoca el rey en su despacho, ahora.

El rey?

Jamás me había llamado a su despacho... así que no es como que calmara el nerviosismo que tenía de por sí.

Ares y Rumi me dejaron ir y baje solo hasta el despacho casi sintiendo el corazón en el puño.

Había hecho algo mal? Tal vez alguno de mis proyectos había sido rechazado o se encontró algún fallo logístico.

Si, seguramente era eso, no podía ser algo grave, verdad?

El caballero del rey fue el que abrió la puerta sin necesidad de llamar primero encontrándome de frente a Krestel... y a mis padres.

–Hola –Saludó padre siendo el primero en conseguir reaccionar a mi presencia.

Pero madre en cuento volvió en si se tiró a por mi abrazándome y estrujándome entre sus brazos.

Pensar que había crecido solo para pasarle un par de centímetros de lo alta que era mi madre.

–Que hacéis aquí!? Como es que..? –Intenté preguntar comenzando a temblar sin creermelo.

Realmente era mi madre... no era un sueño.

–Como bien sabes en la realeza hay normas estrictas sobre el círculo cercano a la familia real, y tus padres ahora forman parte de ese círculo cercano que hay que cuidar –Explicó el rey atribuyéndose su presencia.

–Mi pequeño niño iba a ser mago y al final... quien me iba a decir a mi que ibas a encontrar el amor tan joven, ya eres un hombre hecho y derecho independiente se tus viejos padres –Comentó mi madre casi estrujándome la cara con sus mejillas empapadas en lágrimas.

Lo decía con tanto orgullo.

–Siento no haberoslo dicho antes... era... era muy complicado –Me disculpé volviendo a abrazar a mi madre.

Echaba mucho de menos esto... su cariño y protección llena de amor.

–Ya lo sabemos, era difícil que nos lo dijeras con el tema de la corona de por medio, podían interceptar la carta o pasar cualquier cosa –Aceptó mi padre asintiendo con la cabeza.

–Por que no vais juntos a ver bien palacio, lo que tenía que hablar con ellos ya está hablado –Sugirió el rey con una sonrisa sincera al ver lo feliz que me hacía que mis padres estuvieran aquí.

–Su majestad, nosotros... No podemos aceptar lo que nos ofrece, es demasiado –Se negó padre mientras madre no me dejaba soltarla.

–Como ya os he explicado es por vuestra seguridad, ya no sólo protocólo, la casa que os ofrezco está vacía desde hace varios años, así que tener a alguien ahí que reavive las instalaciones a parte de los sirvientes será agradable, a demás de que no queda lejos de la capital, así que será sencillo ir y venir si se quiere hacer una visita –Respondió el rey no aceptando la negativa de mi padre.

–No podemos depender de la corona de tal forma –Se añadió madre a la negativa.

–No dependeréis en nada, yo solo os daré a los sirvientes, la casa y las tierras, vosotros sois los que debéis cuidar y mantener lo que yo os ofrezco, el mejor vino de la nación se cultiva ahí, así que podréis cuidar los viñedos y ganar vuestro dinero con vuestro trabajo –Explicó el rey dándome cuenta muy rápido de a donde se refería.

La casa a la que habíamos ido de vacaciones un tiempo...

Mis padres aún así no lo aceptaron de buena gana, les parecía demasiado recibir tal regalo del propio rey por mucho que fuera así como debía ser por las normas y la seguridad.

–Ese afán de conseguir las cosas tu solo ha salido de un buen sitio –Murmuró Krestel dejando que nuestros padres siguieran con la discusión de la casa.

Aunque estaba claro que el rey no se iba a quedar con el no como respuesta.

–Supongo que somos una familia un poco tozuda –Respondí agarrando su mano con cariño.

Sabía que aún quedaban muchas cosas por ocurrir a su lado... pero ahora mismo creo que tenía fuerzas para conseguir superarlo todo.

Plumaje real (Yaoi/BL) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora