XXIII

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En una hora o así comenzaría a anochecer, se veía en el cielo.

Había sido un día tan tranquilo y genial.

–Nos iremos después del anochecer, así lo podemos ver juntos –Me susurró teniéndome abrazado por la espalda–. Podré comparar su color con tus bonitos ojos.

Krestel podía ser tan mimoso y dulce... y me estaba comenzando a dar cuenta de que conseguía sacar también un lado de mi que desconocía y era igual de mimoso que él.

–Mi señor –Nos interrumpió la voz de Dimas casi provocando que empujara a Krestel.

Pero al moverme con brusquedad para separarme de él casi acabo en el agua de nuevo, si no fuera por Krestel que me agarró bien en el último segundo habría caído.

–Siento mucho interrumpir –Se disculpó al ver mi reacción y vergüenza.

–Que ocurre? –Preguntó Krestel dejándome caminar lejos del agua.

–Deberíamos regresar antes de que anochezca mi señor, por seguridad –Explicó mirándolo a él y no a mi.

Y mejor, eso me dio tiempo para cerrarme la camisa, a la que no se le había saltado ningún botón de milagro después de la pelea de cosquillas que tuve con Krestel.

–Pero yo quería ver aquí la puesta de sol –Se quejó Krestel casi sonando como un niño pequeño.

–Debemos regresar por el bosque sin iluminación ninguna, no es adecuado quedarnos hasta tan tarde –Insistió Dimas dándole igual la queja de Krestel.

Pero al escuchar eso Krestel lo pensó mejor.

Volver por el bosque de noche no era una idea tentadora en ningún sentido.

–Ve preparando los caballos, vamos ahora –Aceptó por mucho que quisiera quedarse más tiempo.

Nos volvimos a poner las botas y recogimos mi ropa aún algo mojada para salir de aquí con rapidez y que nos diera tiempo de volver a palacio.

Volver a subirme al caballo después de lo ocurrido esta mañana no fue lo más agradable que podía ocurrirme, eso está claro, a demás de que la camisa que llevaba ahora puesta de color rojo apagado me quedaba considerablemente grande mientes que el pantalón negro se ajustaban un poco mejor.

Al menos con el calor que aún hacía dejaba pasar el aire, pero eso no quitaba que me preocupara saber que tenía marcas en el cuello.

Al llegar a palacio debía ponerme algo para taparlas.

Mi desgracia fue dar con Keu nada más llegamos a palacio.

–Al fin! –Saltó agarrándome en cuanto me vio–. Llevo todo el día esperando a que volvieras! Te crees que un uniforme tan importante como el tuyo puede esperar tu presencia!?

Y tiró de mi palacio a delante hasta la sala donde tomaba las medidas.

–Quítate esa horrendosidad y prueba esto, necesito saber que ajustar y cambiar –Exigió dándome parte del uniforme de mago SS.

Esto no me podía estar pasando...

Me oculté tras una única y espesa cortina y cumplí con lo que pedía abotonando la camisa que me había dado hasta arriba del todo.

A ver, parecía tapar medianamente bien las marcas si no me movía mucho.

Al salir ya con todo puesto y plantarle en el altillo frente a un par de espejos pude ver bien como se suponía que me quedaba.

El pantalón era ajustado y color azul muy oscuro, casi parecía negro y tenía unos detalles en dorado en la cintura alta que marcaban mi delgadez pero dando algo de forma a mi cuerpo, la camisa sin embargo era blanco casi puro y extremadamente floja, a excepción del cuello y los puños, pero no me ahogaba.

Plumaje real (Yaoi/BL) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora