XXXVI

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Al final Caillech cedió y me contó lo que pensaba cada vez que le daba estos lujos.

Sus padres... el motivo por el cual quería ser mago de la corte.

Quería sacarlos de la vida de pobreza, y recibir tales regalos y lujos mientras ellos aún vivían en esas condiciones... Eso era lo que le abrumaba.

A demás de lo fuera de lugar que se sentía.

–Mirame a los ojos mi príncipe –Pedí tras darle un beso en los nudillos.

Y me miró con su expresión preocupada, tan sincera como siempre.

–Tus padres van a dejar de vivir así una vez pases las pruebas –Comenté con seguridad.

–Por que? –Dudó sin entender mi seguridad en tal afirmación.

–Yo me encargaré de eso, a demás de que es obligatorio que ambas familias se conozcan una vez se ha hecho público el noviazgo, así que simplemente con como se que es mi madre se que van a tardar muy poco en vivir mejor.

–Mis padres no van a querer ser unos mantenidos –Se quejó por mi explicación.

–Si, tu perseverancia viene heredada de algún lado, pero te aseguró que tampoco van a ser unos mantenidos –Afirmé sin perder ni un poco la confianza.

Conocía de sobra a mis padres.

–Tu has trabajado para conseguir esto y que tus padres vivan mejor, y en nada eso también se va a hacer realidad, date un tiempo para descansar Caillech, lo necesitas –Pedí al ver que aún dudaba.

Al final suspiró, pero aceptó mis palabras lo mejor que podía.

Bien, eso era más que suficiente.

El resto del día mientras los sirvientes ordenaban las cosas que habíamos traído para pasar estos días yo le enseñé la casa y sus terrenos.

–Mañana podríamos ir a montar a caballo –Sugerí una vez salimos de los establos.

Caillech aceptó mi propuesta al menos mostrándome una sonrisa más que sincera.

Pasaría las pruebas... estaba más que seguro de ello.
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Aunque a la mañana siguiente con lo que desperté fue con el sonido de una tormenta.

Otoño, es lo que tenía.

Caillech aún así estaba perfectamente dormido apoyando su cabeza sobre mi pecho y abrazándome.

Debía dormir un poco más, ya que no podíamos ir a montar a caballo al menos disfrutar de su tranquilidad.

El hilo de nuestra unión brillaba un poco entre la oscuridad de la habitación.

El destino había sido demasiado bueno conmigo al darme a semejante persona, quería demasiado a Caillech.

Le di un pequeño beso en la cabeza y volví a cerrar los ojos intentando dormir con el precioso sonido de su corazón junto con el de la lluvia.

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Desperté al notar que a mí lado faltaba Krestel.

Alargué un poco la mano buscando su presencia, pero definitivamente no estaba en la cama consiguiendo que abriera los ojos y me incorporara.

La luz de su mesilla estaba encendida y el dosel de su lado de la cama wayaba abierto... ya era de día?

–Mi príncipe se despertó por mi culpa? –Preguntó Krestel saliendo del baño.

Y se metió con prisas en la enorme cama conmigo volviendo a cerrar el dosel y apagando la luz.

–No estabas en cama –Murmuré abrazándole y dejando que me tapara él con las mantas.

Plumaje real (Yaoi/BL) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora