XLIII

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Al final Tahiel fue el que nos hizo irnos de una vez a cambiarnos.

La última vez que me empape así conseguí no caer enfermo, así que quería creer que no pasaría nada.

El pijama que me había dejado Krestel una vez salí de la ducha olía a él...

Ahora estaba yo esperando a que saliera él... estaba en su habitación...

Sabía que si conseguía pasar las pruebas esta sería mi habitación también a partir de ahora, pero era incapaz de acostumbrarme por mucho que la tradición dijera eso.

Vega me explicó que era por el tema de preparar a la pareja para el futuro matrimonio, para que aprendieran conviviendo juntos y se conocieran, todo eso previó que tomar tal decisión.

A partir de mañana mis cosas se colocarían con sus cosas... mi habitación se vaciaría y tendría que devolver las llaves... despertaría cada mañana con Krestel al lado y la gente me consideraría parte de la familia real.

Después de lo ocurrido con la reina no es que significara nada bueno realmente.

Mañana la prensa se regocijaría en lo ocurrido... y seguramente yo, como campesino, sería culpado por lo ocurrido.

Ya podía ver los titulares "La reina se vuelve loca después de que su hijo menor eligiera a un campesino como pareja".

Por no hablar de que Pure había destrozado su piedra de poder, lo que le impediría volver a hacer magia jamás.

A veces parecía que las cosas solo sabían empeorar.

Olí por un segundo la camiseta del pijama de Krestel y me dejé caer de espaldas en la cama.

Toda la cama olía a Krestel.

Supongo que era normal, era su habitación, y de vivir aquí en breves también olería a mi.

Era raro pensar que en algún punto esta habitación también tendría mi esencia cuando seguía siendo la de Krestel.

–En que piensas? –Preguntó Krestel saliendo del baño.

Ya tenía hasta el pelo seco y llevaba su tiara en la mano.

–Nada, solo te esperaba –Murmuré con algo de vergüenza incorporándome.

Aunque al llevar la corona tuvo que entrar en su vestidor para dejarla con las joyas en su respectivo soporte.

–Mira que ser tu cumpleaños y no decirle a nadie –Suspiró cerrando las puertas de su vestidor.

La verdad es que la tenues luz de sus mesillas iluminando su figura hacía que se viera muy bien.

–Me hiciste ya un regalo, así que no se de que te preocupas –Respondí mirando la fina pulsera de mi muñeca–. Aunque lo único que quería de regalo era que todo saliera bien hoy y que tu salieras cuanto antes del calabozo.

Krestel, con mucho cuidado pasó su mano por mi barbilla para que levantara la cabeza y lo mirara.

Sus ojos negros reflejaban la luz amarilla dándole un brillo dulce.

–Prometo no volver a faltar así en tu cumpleaños –Comentó inclinándose sobre mi para darme un beso en la frente–. Vamos a dormir entonces.

Así? Sin más?

–Creía que querrías continuar lo que empezó en la biblioteca –Tenté llevando mi mano derecha a la cinturilla de su pantalón.

Mientras me apoyaba en la mano izquierda para echar mi cuerpo un poco hacia atrás y poder subir mi mano derecha un poco por dentro de su camiseta.

Plumaje real (Yaoi/BL) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora