XVII

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Esa noche nadie en el comedor de los magos se atrevió a decir nada, todo el palacio sabía de mi nota.

Estaba aún tan emocionado por lo ocurrido que hasta me costó dormir, así que a la mañana siguiente me sentía algo cansado.

–Yo voy ya al despacho, termina de desayunar y traeme tres papeles estucados y tinta verde –Me ordenó Sur levantándose de la mesa.

–Claro, verde claro o oscuro? –Pregunté siguiéndolo con la mirada medio teniendo que girarme.

–Oscuro.

–Y gramaje del papel?

–Medio –Concluyó saliendo ya por la puerta.

Y yo me volví a sentar bien agarrando mi taza y unas galletas para comenzar a desayunar.

Terminé sin darme muchas prisas y me levanté para ir al almacén y coger lo que me había pedido Sur.

Aunque no esperaba sentir un ligero mareo cuando me puse en pie... pero seguramente era de no haber dormido todo lo que debería.

Estaría bien en un rato.

Caminé hasta el almacén notándome más extraño según caminaba.

Sentía que no estaba consiguiendo tragar todo el aire que necesitaba y la sensación de mareo y vértigo no se desvanecía.

–Tu –Saltó una voz masculina agarrándome del brazo.

Con el escaso equilibrio que tenía casi me tira, pero no lo hizo.

Era un señor de espesa barba y una expresión muy tensa... no paraba de mirar al final del pasillo mientras buscaba algo en sus bolsillos.

Aunque intenté hablar no salió ningún sonido de mi garganta.

No podía hablar... no entendí que estaba pasando y el hombre se desvanecía por momentos de delante mía.

–Guarda esto, me lo has robado tu, así que no lo pierdas –Me dio una especie de figura de oro provocando que alargara mi mano aunque yo no quisiera hacerlo.

No podía robar... la promesa de Krestel...

–Recuerda que me lo has robado, eres un ladrón por que me lo has robado –Repitió tratando de que lo memorizara.

Pero en cuanto mis dedos se cerraron sobre el objeto mi visita se volvió negra y caí al suelo.

No podía respirar bien...

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Mi hermano Ferenc llevaba desde ayer casi sin comer... y parecía no tener hoy intenciones tampoco de hacerlo después se pegar 2 bocados a una tostada.

–Su majestad! –Saltó un caballero entrando en el comedor casi a gritos–. Un mago se muere!

Y no se ni por que, pero escucharlo decir eso activó una alarma en mi que me hizo pensar directamente en Caillech levantándome de golpe de la mesa.

Dimas, mis padres y yo corrimos escaleras arriba mientras sentía que se me iba a salir el corazón por la boca.

Caillech! Por lo que más quisieras no seas tu!

Aparté casi a empujones a la gente descubriendo a un médico ya atendiendo a Caillech.

Su torso y garganta se habían hinchado... Y me desplomé con sólo verlo.

–Príncipe! –Se preocupó Dimas acabando de rodillas a mi lado.

Pero mis padres casi me pasaron por encima.

Plumaje real (Yaoi/BL) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora